Ciencia y Tecnología
29 de mayo de 2015

Una foto vale más que mil fotones

Lic. Nicolás Abel CARBONE

La fotografía se ha convertido en un componente esencial de la vida moderna. Es difícil imaginar qué sería de la comunicación, el entretenimiento, la información, la ciencia y tantas otras áreas sin su existencia. Lo damos por sentado. Sin embargo, es un proceso fascinante en el que se ven involucrados décadas de avances tecnológicos, siglos de estudios en óptica, y milenios de imaginación artística. Se trata de una disciplina polifacética que abarca aspectos sociales, artísticos y científicos de los más diversos.

En primer lugar es una herramienta de extensión de la memoria, tanto propia como colectiva, que ocupa un lugar cada vez más importante en nuestra sociedad. Funciona como un incentivo muy eficaz para recordar ese lugar hermoso, aquel momento especial, aquella persona querida, o todo al mismo tiempo. Es un medio para compartir, documentar, probar, registrar y atestiguar desde los más triviales sucesos hasta los más conmovedores.

La fotografía tiene un poder enorme para transmitir de forma muy eficiente un mensaje, una idea o emoción que la palabra sola no siempre logra comunicar. El ser humano depende fuertemente del sentido de la vista para percibir el mundo y la fotografía explota ese sesgo evolutivo a la perfección. Imágenes como la Mujer de Afganistán o la del Hombre Francés Llorando despiertan empatía y transmiten mensajes universales que cualquiera puede interpretar sin ningún conocimiento previo. Impactan profundo porque van directo a nuestra mente y espíritu tocando fibras distintas en cada uno.

También es una forma de expresión y de creación artística de mucha importancia. Es capaz de difundir gran belleza, no solo a través de lo retratado sino también en el retrato mismo. El arte fotográfico logra, como casi ningún otro medio, inmortalizar no solo un instante sino también una particular forma de verlo y de ahí nace su principal característica. Mil personas sacarán mil fotos del mismo objeto o del mismo evento, pero cada una de esas fotos será distinta. Tendrán una mirada personal y única. Es por esto que, a pesar de que la belleza siempre estuvo ahí, el fotógrafo no solo se encarga de documentarla, sino que participa activamente en su creación. Le da vida en el momento que la ve, la captura y la comparte.

El compartir tiene un papel importante, sino esencial, en la fotografía artística. Como toda forma de arte, una foto que no es vista y disfrutada por otros no encuentra su razón de ser. Está incompleta. Para que la fotografía pueda realmente crear belleza, debe ser compartida. Y en ese sentido, el placer del fotógrafo es doble: disfruta capturando la belleza del mundo, pero más disfruta cuando ésta le llega a otros. 

Existe también una filosofía tácita asociada al arte de la fotografía. Los fotógrafos apasionados pueden tener técnica, destreza y conocimiento pero más que nada se caracterizan por la percepción y el optimismo. Son optimistas porque no descartan nada, por mundano o por común, sin buscar la foto que se esconde. La hermosura que ahí radica, aunque sea en su mera existencia. Creen en ella. Y porque creen, ven. Y porque ven, fotografían.

La fotografía es además un milagro tecnológico y científico. Lentes magistralmente talladas que logran dirigir rebeldes fotones de forma tal que lleguen a un punto específico dentro de la cámara. Algunas simples, otras muy complejas, con decenas de elementos que juegan con las distancias y los tamaños para conseguir el efecto deseado. Películas con químicos diseñados para reaccionar de forma adecuada frente a la luz y dejar la firma de su presencia sobre un papel. O sensores de silicio que capturan los fotones y los convierten en electrones, que unos misteriosos chips luego convierten en números. Números que, casi invariablemente, otros chips luego convertirán en electrones (otros electrones). Que luego serán convertidos en fotones (otros fotones). Que finalmente serán proyectados en ojos (con suerte, otros ojos).

Es que detrás de cada apertura de diafragma, de cada velocidad de obturación, de cada sensibilidad ISO, hay un número increíble de horas de trabajo humano y de conocimiento técnico y científico. Y, detrás de mucho conocimiento científico y técnico, la fotografía se siente protagonista.

Muchas áreas de la ciencia dependen de cámaras fotográficas de algún tipo. El Telescopio Espacial Hubble, por ejemplo, puede considerarse como una gran cámara con un enorme lente. Como un ojo para toda la humanidad, sus fotografías nos permiten ver más lejos, en tiempo y en espacio, de lo que jamás hemos podido ver. Revelan estructuras cuyas dimensiones escapan completamente a la razón intuitiva y que han cambiado nuestra comprensión no solo del Universo, sino también de nuestro lugar en él.

Otro tipo de cámaras, con otros sensores u otras películas, pero con los mismos principios detrás, nos permiten ver colores que no percibimos, de maneras que sin ellas no podríamos concebir. Amplían nuestros sentidos. Podemos capturar imágenes en infrarrojo que logran ver dentro de tejidos biológicos y encontrar tumores. O generar imágenes espectrales, sabiendo con gran detalle los colores que vienen de una estrella, o que se generan en una chispa, para saber la composición de las sustancias involucradas.

La fotografía es una disciplina fascinante que tiene cosas para todos los gustos e intereses. La ubiquidad de los smartphones cada vez más capaces, y la miniaturización y disminución de precios de los formatos más tradicionales de cámaras digitales han hecho que aumente exponencialmente la proporción de la población con acceso inmediato a un dispositivo fotográfico. Si bien todavía estamos en una etapa de transición, las repercusiones de este fenómeno ya se están empezando a ver. Con un poco de viento a favor, una de ellas será el aumento del conocimiento y práctica de esta increíble disciplina y con ella la apreciación de la belleza que nos rodea.

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Lic. Nicolás Abel CARBONE:
Licenciado en Física. Instituto de Física Arroyo Seco (IFAS) - Centro de Investigaciones en Física e Ingeniería del Centro de la Provincia de Buenos Aires (CIFICEN), CONICET – UNICEN.  
Contacto: nicocarbone [at] gmail [dot] com