Educación | Sociedad
10 de julio de 2013

En la educación hay muchas educaciones posibles

Mag. Analia UMPIERREZ

En la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires se comenzó a proyectar a mediados de 2011 y se formalizó en 2012 el Programa “Universidad y Cárcel -Desde la resistencia cultural”. Es un programa dependiente de la Secretaría de Extensión de la UNICEN. Anteceden a este proyecto, las acciones, proyectos y programas que diferentes unidades académicas emprendieron en diferentes momentos, la Facultad de Ciencias Sociales –de la que soy responsable de la creación y coordinación del Programa Educación en Contextos de Encierro desde 2009- la Facultad de Derecho y la Facultad de Arte.

Se definió como directriz del programa dependiente del rectorado, “conformar un marco institucionalizado con definiciones ético-políticas que enmarquen las acciones, proyectos y programas de las diferentes unidades académicas de la UNICEN en temas vinculados a la educación en contextos de encierro, los derechos humanos y las vinculaciones/articulaciones con instituciones y actores sociales que participen de estos ámbitos”. (1) De este modo, se pretende generar y acompañar tareas y acciones –más allá de reconocer y respetar la autonomía de cada Unidad Académica- que conformen una propuesta propia y orgánica de la Universidad.

La Universidad ingresa al ámbito carcelario con una propuesta de trabajo por fuera de las políticas penitenciarias que piensan a la educación como “re-inserción” o “re-socialización”. Se concibe a la educación como derecho humano y a la Universidad Pública como institución que asume la tarea de generar espacios para el goce de este derecho. El eje esta puesto en que la Universidad Pública debe garantizar el derecho a la educación y asumir un papel central de promoción cultural, a partir de reconocer que los destinatarios son sujetos que se presumen con trayectorias escolares complejas y con escasas oportunidades de acceso a la cultura en sus múltiples expresiones. Parecería paradojal que estando en la cárcel gran parte de los detenidos alcanzan por primera vez el cumplimiento del derecho a la educación.

La cárcel se constituye explícitamente un ámbito de intervención de la Universidad. Esta presencia se da desde un discurso inclusivo que debe ir acompañado de prácticas que acompañen la inclusión, entendida no sólo como acceso sino como permanencia y graduación, en el caso de las carreras de grado. La Universidad además, diseña otros caminos, los de la extensión, para llegar y promover encuentros, construir sentidos con poblaciones que han sufrido en gran medida, vulneraciones a sus derechos, entre otros, el del acceso a múltiples campos de la cultura.

Una de las tareas obligadas para los que nos involucramos con la educación es interrogarnos sobre sus sentidos, especialmente sobre lo que cada uno de nosotros supone que es educar. La educación no es ingenua ni inocua. En la educación hay muchas educaciones posibles. Preguntarse cuál es el propósito del sistema educativo en su conjunto y de nuestra tarea como educadorxs, es interrogarlo (e interrogarnos) si está interesado en “mostrar a la gente cómo aprender por si mismos” o busca el “adoctrinamiento” (2) de las personas. Esta es una de las claves de lectura que nos implica como docentes no sólo -pero urgentemente- en este ámbito.

Es necesario advertir que lxs educadores aprendimos y vivimos (todos, cada uno de nosotros) a la educación desde algún lugar, desde alguna visión que le da sentido a nuestra tarea. Esos supuestos sobre la enseñanza, el conocimiento, el estudiante no siempre están en “sintonía” con lo que hacemos. Entre lo que se hace y lo que se dice que se hace, muchas veces hay amplias distancias. Revisar en principio nuestras propias creencias permitirá poner en análisis las decisiones que tomamos respecto de para qué, qué y cómo enseñar. ¿Qué suponemos que demanda la enseñanza y en particular enseñar a personas privadas de libertad? Personas que en amplísima mayoría ha visto cercenado su derecho a la educación desde la cuna.

Los espacios de encierro -las cárceles en particular- exigen modos de comportarse que buscan sistemáticamente subsumir a sus formatos a todas las instituciones que allí participan.

Los espacios educativos formales (escuelas primarias, de formación laboral, secundarias, terciarias, universitarias) no dependen ni deberían someter sus principios a los del sistema de seguridad que aloja a los detenidos. Los propósitos de ambos sistemas son bien distintos.

Estos espacios educativos y sus maestrxs y profesorxs son altamente valorados por los estudiantes a partir de su capacidad de escucha, la paciencia, el respeto que allí encuentran.

Este es un reconocimiento muy potente y es una clave de intervención ya que está dando el marco para un encuentro posible.

Ahora bien, la escuela y lxs docentes no se pueden limitar a acoger, a amparar sólo desde lo vincular. La escuela es un enclave en el que se puede instalar la resistencia, la tenaz y sostenida resistencia al disciplinamiento y el control que la cárcel como dispositivo instala y desde allí habilitar la potencialidad de la creación, de la búsqueda, de la interrogación.

Una educación que permita leer el mundo para comprenderlo y transformarlo. Esta es una educación posible. Este ámbito –el educativo- valorado por la capacidad de encuentro afectivo no puede dejar afuera la dimensión política de la educación. Una educación que persiga la capacidad de leer el mundo para transformarlo.

Así, la escuela se puede reposicionar y diferenciar en el ámbito de la cárcel y de la sociedad en la medida en que los docentes revisemos y redefinamos nuestra identidad por la capacidad de transformación del mundo, sin dejar de lado el afecto y el reconocimiento del otro, pero centralmente por nuestra capacidad como mediadores en la alfabetización política de los estudiantes: poder leer el mundo, sus desigualdades y la capacidad de pensar que las cosas están así, no son así y por tanto, pueden ser cambiadas, diría Freire.

Referencias

1. Documento fundacional. Diciembre 2011.

2. Se hace referencia a un video que se proyecto en la jornada Noam Chomsky “El objetivo de la educación” http://www.dailymotion.com/video/xpo68o_noan-chomsky-el-objetivo-de-la-educacion-la-deseducacion_news

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Mag. Analia UMPIERREZ:
Mag. en Educación. Coordinadora del Programa Universidad en la Cárcel de la Secretaría de Extensión de la UNICEN y Coordinadora del Programa Educación en Contextos de Encierro de la Facultad de Ciencias Sociales. Profesora Adjunta e investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNICEN.
Contacto: analiaumpierrez [at] gmail [dot] com