Educación | Sociedad
3 de julio de 2014

Violencias. Algunas consideraciones antropológicas para su delimitación conceptual

Dr. Juan Pablo MATTA

Aproximarse antropológicamente al tema de las violencias, como a cualquier otra problemática sociocultural, supone un esfuerzo metodológico inicial por comprender sus particularidades en los propios contextos en donde éstas se concretan. La manera en que la antropología social construye conocimiento -en este caso sobre las violencias- es a través de la problematización etnográfica de las formas en que las relaciones que buscamos indagar son elaboradas en sus contextos específicos. En este sentido, lo primero que debe hacer una exploración de este tipo es examinar bajo qué formas y con qué sentidos las violencias aparecen en los escenarios sociales cotidianos.

Una primera revisión en esta dirección de los sentidos que la violencia asume para los actores que la sufren, la ejercen o la tratan revela un panorama muy amplio y heterogéneo. Garriga Zucal y Noel (2010) nos dicen al respecto que “Se habla así de ´violencia política´ para referirse a atentados o enfrentamientos armados, entre facciones cualesquiera de un conflicto; de ´violencia social´ para dar cuenta del aumento de la desigualdad, de la pobreza o de la exclusión; de ´violencia delictiva´ –por supuesto–; de ´violencia en el deporte´ (particularmente, en el fútbol); de ´violencia en ámbitos laborales´; de ´violencia familiar´; de ´violencia de género´; de ´violencia racial o étnica, religiosa, policial o estatal, escolar.´” (Garriga Zucal y Noel 2010; 98)

A esta polisemia derivada de los usos cotidianos del término se suma otra que se desprende de las definiciones que podríamos referir como expertas. Algunos de los enfoques teóricos más utilizados en relación a la misma giran en torno a tres ideas centrales: la idea de “violencia” como uso de la fuerza física; la idea de violencia como trasgresión ilegitima de una norma, de lo esperable; y, finalmente, y recuperando diferentes aspectos de las anteriores, la idea de “violencia simbólica.”

Finalmente, un tercer plano en el cual las violencias asumen diferentes significados, y que complica aún más su delimitación conceptual, se vincula a lo que podríamos englobar como las variaciones culturales del problema. Esto es particularmente importante en el contexto contemporáneo en la medida que el mismo se corresponde con el período histórico de mayor intensidad de los flujos migratorios a nivel planetario. Lo que es y lo que no es violento varía enormemente de un pueblo a otro lo que implica que en su dimensión empírica, las mismas situaciones pueden ser –y de hecho son- evaluadas de formas muy disímiles en función de las tradiciones en las que los actores han atravesado su socialización.

El análisis preliminar de esta multiplicidad de modalidades, usos y sentidos que la violencia reviste en sus contextos cotidianos hace muy difícil una delimitación clara y operativa de la problemática. (1) Mientras que las diferencias empíricas existentes entre una y otra forma de violencia conllevan una dificultad enorme para su delimitación conceptual, la violencia aparece mucho más claramente delimitada si se la encuadra como una categoría moral, que denuncia actos y personas. Si hay algo que atraviesa todos los usos del término violencia es su pretensión de denuncia proyectada como desaprobación moral.

Estas consideraciones conllevan, al menos, dos implicancias muy generales: en primer lugar que para una adecuada indagación de la problemática resulta necesario distinguir entre la violencia como categoría simbólica moral y la violencia como hecho empírico; en segundo término, y en tanto elemento que une todos los usos analizados del término, el concepto analítico de violencia debe estar mayormente enfocado en sus aspectos simbólico/morales que lo envuelven que en la naturaleza material de los referentes empíricos que busca describir.

Es en este sentido que desde el Grupo de Estudios Socioculturales del Conflicto y desde la Diplomatura Superior en Educación Para la Paz y el Abordaje de la Conflictividad Social buscamos enfocar el concepto de violencia buscando devolverle la complejidad analítica que la problemática reviste. Por ello, coincidimos con Cardoso de Oliveira cuando indica que “Aunque la violencia física, o aquello que aparece bajo este título, tenga una materialidad indiscutible y la dimensión moral de las agresiones (o de los actos de des- consideración hacia la persona) tenga un carácter esencialmente simbólico e inmaterial, lo que pretendo decir es que la objetividad del segundo aspecto o tipo de violencia tiene mejores posibilidades de fundamento que el primero. Es más, me arriesgaría a decir que, bajo la ausencia del segundo (´violencia moral´), la existencia del primero (´violencia física´) sería una mera abstracción.” (Cardoso de Oliveira 2009; 159)

Enfocar desde este ángulo el problema permite, además de superar el inmenso problema de delimitación conceptual que supone una definición empirista, encuadrar de manera más adecuada las relaciones objeto del análisis. No se trata de desatender la gravedad de los hechos empíricos que se nombran con el término violencia, sino, muy por el contrario, situar la problemática en un lugar adecuado para su comprensión; en el de las luchas simbólicas cotidianas por medio de las cuales los seres humanos buscamos correr las fronteras entre lo tolerable y lo intolerable en el marco de tensiones sociales inherentes.

Notas:

1. Esto por supuesto desde el ángulo analítico que estoy desarrollando. En situación de regulación o intervención concreta las necesidades son otras.

Bibliografía:

Cardoso de Oliveira, L.R. (2005) “Direitos, insulto e cidadania (Existe b violência sem agressaão moral?)”. Versión en español, (2009) “Derechos, insulto y ciudadanía (¿Existe violencia sin agresión moral?)”. In R. Stanley (org.) Estado, violência y ciudadanía en América Latina. Madrid: Libros de la Catarata / Entilhema, pp. 159-178.

Garriga Zucal, J y Noel, G. (2010). "Notas para una definición antropológica de la violencia: un debate en curso". Publicar en Antropología y en Ciencias Sociales, Nro. IX: 101-126.

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Dr. Juan Pablo MATTA:
Doctor en Antropología Social. Profesor Adjunto Facultad de Ciencias Sociales, UNICEN. Grupo de Estudios Socioculturales del Conflicto (GESC), Núcleo Regional de Estudios Socioculturales (NURES), FACSO. Codirector Diplomatura Superior en Educación para la Paz y el Abordaje de la Conflictividad Social.
Contacto: juanpablomatta [at] gmail [dot] com