Educación
26 de marzo de 2015

Todos, parte de un mismo equipo

Anneris ARENZO

Cada institución educativa guarda en su piel la huella de los estudiantes que la transitaron, que llenaron sus aulas y mancharon sus paredes con historias y recuerdos. Cada estudiante, de alguna manera, deja un pedacito de sí adherido al inmobiliario, escondido bajo alguna baldosa, o simplemente flotando por ahí. Y es que existe una historia compartida que no puede negarse ni disociarse.

ENAPE es nuestra historia. Quienes caminamos por sus pasillos, quienes recorrimos sus aulas, sabemos que lo compartido trasciende la palabra. Sabemos que hay historias que no caben en los registros, y que por muchos hechos que se cuenten, por muchas anécdotas que se relaten, ninguna por sí misma sería capaz de abarcar la realidad. Fuimos parte de una institución que creó los espacios necesarios para invitarnos, todo el tiempo, a participar, a elevar nuestra voz y a cuestionarnos quiénes queríamos llegar a ser.

Desde el principio, con la oportunidad de elegir un nombre para cada curso, se nos dio la responsabilidad de pensar en nuestra identidad; de elegir con qué valores, con qué pilares, con qué referentes, construir nuestra trayectoria escolar. Aprendimos de la importancia de tener un nombre, de identificarnos; incluso muchos de nosotros participamos de la elección de aquel que llevaría nuestra institución. Y al votar, aprendimos a disfrutar de la democracia, y de la necesidad de reivindicarla cada día.

Nuestro paso por la institución definitivamente transformó nuestra manera de mirar. Con el tiempo fuimos tamizando nuestras dudas, cuestionando nuestras certezas, y aprendiendo, poco a poco, que no existe una única lectura de la realidad. Aprendimos que hacer no es tan sencillo como prometer, y descubrimos cuánto trabajo tiene por delante un centro de estudiantes, cuánto se puede contribuir desde un centro cultural, cuánto valor tiene una mano que ayuda. Aprendimos a trabajar juntos, a quitarnos los rótulos y empujar a la par. Discutimos, es cierto, y aprendimos que sin diálogo es imposible avanzar.

Jamás estuvimos solos. Los docentes fueron una parte más del equipo. Fueron los primeros en confiar en lo que teníamos para dar, y se esforzaron cada día por convencernos de nuestro potencial. Nos enseñaron a evaluar nuestras acciones, a criticarlas de manera constructiva, a aceptar nuestros errores y trabajar para pulirlos. Nos enseñaron que uno no sólo aprende de los libros, sino que a veces es mejor vivir algunas experiencias. Nos invitaron a disfrazarnos un ratito del otro y a reírnos de nuestros propios papelones. Y fue entonces cuando comprendimos que estar en los zapatos de alguien más no siempre resulta fácil.

Los preceptores también se pusieron la camiseta, por supuesto. No se trataba simplemente de tomar asistencia y marcar algunos límites durante los recreos, sino que nos acompañaron cada día con una sonrisa y nos abrazaron cuando las cosas no salían tal como lo esperábamos. Se quedaron horas y horas explicándonos lo que en clase no habíamos podido comprender. Nos retaron, claro, pero porque los obligamos a hacerlo. Esa esencia que se resiste a ser contada, ese matiz distintivo de ENAPE, sin duda tiene que ver con ellos.

Así que, si de algo estamos seguros, es que este proyecto es colectivo. No alcanza con que sólo empujen los directivos. Todos nos sentimos parte, sin importar cuánto tiempo llevemos lejos. ENAPE nos encontró, nos invitó a actuar y nos demostró cuánto se puede lograr trabajando en conjunto. De nuestro paso nos llevamos mucho más que teorías que más tarde comprenderíamos como necesarias. Nos llevamos amistades, nuevas formas de leer el mundo, la necesidad de actuar para cambiar aquello con lo que no estamos de acuerdo, y, por supuesto, el desafío de seguir creciendo. ¡Gracias ENAPE! ¡Gracias equipo!

¡Felices 10 años!


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Anneris ARENZO:
Egresada cohorte 2007 Escuela Nacional Adolfo Pérez Esquivel.
Contacto: anneris [dot] arenzo [at] gmail [dot] com