Cultura
30 de septiembre de 2015

Nace el cine. 120 años de espectáculos y algunos interrogantes

Lic. Aníbal MINNUCCI

El surgimiento del cine es parte del desarrollo de la industrialización creciente europea y norteamericana. El paso de la manivela a la electrificación de los procesos productivos llega a la incipiente industria del espectáculo. Cuando más tarde el cine incorpore el sonido sincronizado la industria tomará el control casi absoluto. Las transformaciones en las relaciones sociales van a influir considerablemente en el proceso de cambio de las actitudes humanas. Es también por ello que entre 1880 y 1914 Europa asiste a una reacción cultural contra la tradición de los cuatro siglos anteriores.

La idea de que el progreso es posible, probable o necesario estaba arraigada desde la Ilustración del siglo XVIII en la certeza de que el desarrollo de las artes, la tecnología, el conocimiento y la libertad iría en beneficio de la humanidad en su conjunto. Pero para la época del cine la tradición humanista que había dominado el pensamiento europeo desde el Renacimiento colapsa (aunque no en la educación formal). La literatura y la filosofía exponen esa crisis en obras dispares pero influyentes como Germinal (Emile Zola, 1885), Los tejedores (Gerhardt Hauptmann, 1892), Así hablaba Zaratustra y Más allá del bien y del mal (Nietzsche, 1883-85, y 1885-86 respectivamente), Interpretación de los sueños (Freud, 1899). También la pintura se lanzará por derroteros deliberadamente revolucionarios (Van Gogh, Cézanne y Gauguin hasta Kandinsky y Picasso), así como la música (desde Debussy hasta Schönberg, Bartok y Webern).

Las organizaciones sindicales y políticas del movimiento obrero revolucionan el mismo concepto de la política promoviendo la lucha contra la explotación y por una sociedad sin injusticias flagrantes.

Todos los movimientos de la denominada “vanguardia histórica” consideran caducas las antiguas creencias de que los sentidos percibían la verdad positiva y una belleza canónica. Ante los problemas que planteaban las revelaciones de la ciencia y los descubrimientos de la técnica y ante las conclusiones que hasta entonces la razón había deducido ante ellos, proponen la creación de nuevos lenguajes.

A principios del siglo XX los fauves en Francia y los expresionistas de Alemania emplearon colores discordantes, contrastes violentos y distorsiones brutales en su ansia de penetrar a través de las apariencias hasta una verdad “más real que la misma realidad”. En sus primeras composiciones musicales, Stravinsky utilizó procedimientos parecidos para obtener los mismos resultados. Pero el cubismo fue el que más se acercó a una nueva visión del mundo.

En las renovadas y superpobladas ciudades industriales -aceleradas por los progresos en los transportes y las comunicaciones- se vive "la intensificación de la estimulación nerviosa que resulta del cambio rápido e ininterrumpido de los estímulos externos e internos" (Georg Simmel). Surgía así un público de masas, primero consumidor potencial y con el tiempo asistente asiduo a los más diversos espectáculos urbanos.

Ciento veinte años después, siguen vigentes múltiples interrogantes sobre el sentido y la orientación del desarrollo de nuestras sociedades. Que es también el interrogante acerca del despliegue de una ciencia, una tecnología y unas artes preocupadas por el bienestar de los pueblos.

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Lic. Aníbal MINNUCCI:
Profesor y Licenciado en Historia (Facultad de Ciencias Humanas, UNICEN). Profesor de Historia de la Cultura e Historia del Arte, Facultad de Arte, UNICEN. Integrante del Centro de Estudios de Teatro y Consumos Culturales (TECC), Facultad de Arte, UNICEN.
Contacto: aminnucci [at] arte [dot] unicen [dot] edu [dot] ar