18 de abril de 2017

La importancia de la preservación del patrimonio histórico

Dra. Dolores ELKIN

Como lo señala la etimología de la palabra, el patrimonio es algo que viene de los padres, de los antepasados. Por ser un legado que se transfiere de generación en generación, está implícito que se trata de algo valioso tanto para aquellos que lo entregan como para aquellos que lo reciben. Es algo que hay que cuidar y preservar.

Al hablar de patrimonio cultural, distinguiéndolo del patrimonio natural o del patrimonio exclusivamente monetario, su importancia o valor puede radicar en una gran cantidad y variedad de razones. La excelencia artística o arquitectónica, la asociación con personalidades o períodos históricos destacados, la tradición o la identidad, son solo algunos de los motivos por los cuales un bien cultural adquiere valor patrimonial. También puede tener múltiples modos de expresión, no siempre tangibles.

Recientemente la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos declaró como Bien de Interés Histórico Nacional al edificio donde funciona el Rectorado de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, en la ciudad de Tandil.

El mismo está emplazado en la esquina de Pinto y Chacabuco, frente a la plaza principal y muy cerca del sector fundacional del pueblo, en el cual se encuentra el importante conjunto compuesto por el Palacio Municipal, el ex Banco Hipotecario Nacional y la Iglesia Matriz.

Sin duda, se trata de una obra arquitectónica con valor patrimonial de carácter histórico. En su origen, la actual sede del Rectorado de la UNICEN fue el Palace Hotel, diseñado por el Arquitecto italiano M. Pancetta Bisighini e inaugurado en 1919. En esa época Tandil ya comenzaba a perfilarse como un destino turístico y el lujoso hotel de estilo neoclásico representaba su máxima expresión.

A principios de la década de 1970 y ante la creciente demanda de infraestructura para el sector educativo, el edificio se convirtió primero en sede de la Universidad de Tandil, y poco después pasó a manos de la flamante Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires.

Desde el punto de vista de su arquitectura y mobiliario, el edificio posee varios elementos destacados, como ser el importante acceso principal con su marquesina de hierro forjado y vidrio, la escalera de mármol de Carrara, los pisos de pinotea, el hermoso ascensor original, los vitrales de la Biblioteca Central, las lámparas con apliques de opalina y bronce del Aula Magna, los muebles de roble y de cuero que eran del Hotel Palace, y las obras de importantes pintores de la época que decoran distintos recintos.

Sin embargo hay algo más, y acá viene lo intangible, lo subjetivo, lo que trasciende los ladrillos y las paredes. El recuerdo del lujoso hotel de principios del siglo XX remite a todo lo que representa el turismo, lo cual, cien años después, sigue siendo un importante motor del sistema económico de la localidad. El edificio es también la expresión de la primera institución de formación superior en Tandil y, actualmente es todo lo que simboliza la UNICEN, por tratarse de la sede de su rectorado.

Tuve el privilegio de ser docente de la casa en la década de 1990, acompañando el desarrollo de la por entonces bastante nueva (y ahora más que afianzada) carrera de Arqueología en la Facultad de Ciencias Sociales, en Olavarría. A lo largo de varios años transité por las sedes no sólo de Olavarría sino también de Azul y Tandil, aunque llegué a conocer la Unidad de Enseñanza Universitaria de Quequén.

Cuando admiro el histórico edificio del rectorado, pienso en todo lo que significa la UNICEN, y que tal vez puede resumirse en lo que dice su estatuto: una institución de formación superior que tiene la misión esencial de desarrollar y difundir la cultura universal, propendiendo a la formación integral e idónea del ser humano como sujeto y destinatario de la cultura, y cuya actividad se orienta al esclarecimiento de los grandes problemas humanos. Nada menos. La trascendencia de ese rol para cualquier sociedad es indiscutible, especialmente en el contexto de una universidad pública.

Por eso, a mi modo de ver, la declaratoria del edificio del rectorado de la UNICEN como bien de interés histórico es todo eso que se agrega al valor patrimonial del Hotel Palace: Es un homenaje a todos los docentes, no docentes, alumnos y otras personas que diariamente le dan vida a la universidad en todas sus sedes. Simboliza el asombro y el deleite de aprender, de enseñar, y de formar parte del sistema universitario de nuestro querido país. Se trata de un bien histórico que, desde los tiempos del viejo hotel, es también presente y futuro, en una de las mejores expresiones de lo que puede ser un patrimonio que pasa de generación en generación. Eso me llena de alegría y de orgullo, lo cual seguramente será compartido por muchos.

© Todos los derechos reservados. UNICEN DIvulga 2010-2017.

.....................................................................................................................................................................................................

Dra. Dolores ELKIN:
Arqueóloga – Investigadora del CONICET. Miembro de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos. Ex Profesora Titular, Facultad de Ciencias Sociales, UNICEN  
Contacto: lolielkin [at] hotmail [dot] com