Ecología | Sociedad
23 de junio de 2016

Inadecuada gestión de residuos tecnológicos y su impacto en la salud pública

Mag Ing. Nora María QUIROGA

Resulta imposible pensar nuestra vida actual sin el auxilio de computadoras, DVD, teléfonos móviles, televisores o aparatos de audio. Si bien han contribuido a nuestro desarrollo, tienen un ciclo de vida útil corto y rápidamente se transforman en residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE). Estos comúnmente llamados “chatarra electrónica” tienen como destino final, es la disposición en rellenos sanitarios o basurales.

Los RAEE contienen, entre otros contaminantes, metales pesados como cadmio, plomo y níquel, además de mercurio y plásticos. Durante su vida útil, estos componentes son inofensivos, ya que están contenidos en placas, circuitos, conectores o cables, pero al ser desechados liberan tóxicos al suelo y a las fuentes de aguas subterráneas. Se suma su carácter no biodegradable, que posiblita que estos desechos persistan y atenten contra el ambiente y la salud de los seres vivos. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en el año 2012 perdieron la vida 12,6 millones de personas por vivir o trabajar en ambientes poco saludables. Aseverando que “los factores de riesgo ambientales, como la contaminación del aire, el agua y el suelo, la exposición a los productos químicos, el cambio climático y la radiación ultravioleta, contribuyen a más de 100 enfermedades o traumatismos.” (2)

Si bien esta estadística no especifica el peso que tienen los RAEE en la contaminación mundial, considerando su producción, peligrosidad, estabilidad de los desechos, la falta de legislación y control de los mismos, podemos inferir que son responsables de una alta morbimortalidad.

Entre los componentes de los elementos eléctricos y electrónicos, se encuentran sustancias y materiales tóxicos, como los metales pesados (plomo, cadmio, mercurio, entre otros), los bifenilos policlorados, éteres bifenílicos polibromados y otros materiales que al incinerarse en condiciones inadecuadas, son precursores de dioxinas y los furanos. Cada metal y cada elemento químico contaminante tienen un mecanismo de acción y un lugar de acumulación preferido.

El plomo, genera múltiples afecciones en sistema nervioso, medula ósea y trastornos renales. A su vez,  puede simular otras enfermedades dificultando el diagnóstico. Entre ella cabe citar la esclerosis múltiple, con signosintomatología como parestesias, paresia y fatiga. Recientemente se lo pudo asociar con la generación de conductas antisociales, retraso mental y pérdida de habilidades cognitivas.

El cromo hexavalente ha sido determinado por la OMS, el Department of Health and Human Services (DHHS) y la Environmental Protection Agency de Estados Unidos como carcinogénico en seres humanos. (2)

El Arsénico causa daño mitocondrial directo, siendo tóxico para los organismos acuáticos y carcinógenico para seres humanos.

El Selenio puede afectar al tracto respiratorio, al tracto gastrointestinal y la piel, dando lugar a náuseas, vómitos, tos crónica, ictericia, pérdida de uñas, aliento aliáceo y alteraciones dentales. (1)

Los bifenilos policlorados (PCB) poseen magníficas propiedades dieléctricas y de longevidad, no son inflamables y son resistentes a la degradación térmica y química. Tienen 12 congéneres a los que se les ha asignado factores de equivalencia de toxicidad a los de la dioxina.

A los dispositivos electrónicos se le agregan distintos compuestos químicos, con el propósito de hacerlos resistentes al fuego. Estos también aportan al ambiente elementos altamente acumulativos y con capacidad de interferir en el desarrollo normal del sistema nervioso de los animales. Existe la sospecha de que varios de estos: éteres de polibromodifenilos (PBDEs), tetrabromobisfenol–A (TBBPA) y el fosfato de trifenilo (TPP) son disruptores endócrinos, pudiendo interferir con el crecimiento y el desarrollo sexual.

Respecto de las dioxinas, se ha determinado que la 2,3,7,8-DDTC Dibenzo-p-dioxina policlorada (DDPCs) produce dermatitis crónica, pudiendo ser carcinogénica en seres humanos. Este compuesto se ha encontrado en por lo menos 91 de los 1,467 sitios de la Lista de Prioridades Nacionales identificados por la Agencia de Protección Medioambiental de EEUU (EPA). La exposición a los Dibenzofuranos policlorados (DFPCs) produjo irritación de la piel y los ojos, incluso acné severo, oscurecimiento de la piel, e hinchazón de los párpados con supuración de los ojos. La intoxicación con estos, también produjo vómitos y diarrea, anemia, propensión al desarrollo de infecciones respiratorias, somnolencia, afecciones diversas del sistema nervioso y hepatitis leves. En los hijos nacidos de mujeres expuestas a los DFPCs se observó irritación a la piel y trastornos del aprendizaje. (4)

Como regla general, la exposición a largo plazo a metales pesados puede producir daño renal progresivo, e incluso insuficiencia renal terminal. (1)

Para atender esta problemática, surge una rama de la ciencia denominada “salud ambiental”, que atiende a los problemas derivados del desarrollo no sustentable. Esta disciplina estudia los factores ambientales que podrían incidir en la salud, promoviendo la prevención de las enfermedades y creación de ambientes saludables. (2) Una de las subespecialidades dentro de la disciplina es la toxicología ambiental, que estudia los daños causados al organismo por la exposición a los tóxicos que se encuentran en el medio ambiente. Su objetivo principal es evaluar los impactos que producen en la salud pública la exposición de la población a los tóxicos ambientales presentes en un sitio contaminado. Es conveniente recalcar que se estudian los efectos sobre los humanos, teniendo en cuenta el tiempo de exposición, su carácter tóxico y teratogénico, entre otras variables.

Lo anteriormente expuesto pone a las claras la falta de compromiso actual para con la salud de las generaciones futuras, impidiendo un desarrollo sustentable y dejando liberados al azar tóxicos no degradables. Ante ello, debemos reflexionar respecto de la encíclica de Francisco “Laudato” sobre el cuidado de nuestra casa común, cuando dice: “Nuestra casa clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes”. (5)

Bibliografía

1- Contaminación por metales pesados. Carlos Pedro Eróstegui Revilla Rev Cient Cienc Méd v.12 n.1 Cochabamba  2009

2-Salud ambiental. Organización Mundial de la Salud www.who.int/topics/environmental_health/es (acceso 1 de junio de 2016).

3-La Basura electrónica y la contaminación ambiental.
Luis Hidalgo Aguilera. Disponible en: www.ute.edu.ec/fci/Hidalgo.pdf (Acceso 1 de junio 2016).

4-Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades (ATSDR) Disponible en: who www.atsdr.cdc.gov/es/ (Acceso 1 de junio de 2016)

5.Carta Encíclica del Santo Padre Francisco sobre el cuidado de la Casa Común. Disponible en: http://w2.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-fra...

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Mag Ing. Nora María QUIROGA:
Departamento Ciencias Sociomédicas, Escuela Superior de Ciencias de la Salud, UNICEN.
Contacto: noramquiroga [at] gmail [dot] com