Ecología
18 de junio de 2012

Hacia un economía verde. Revisando la propuesta PNUMA para luchar contra la pobreza y promover la sustentabilidad

MSc. Elsa Marcela GUERRERO

A casi 20 años de la última Cumbre de la Tierra, los países se encuentran de nuevo rumbo a Río, aunque el mundo ha cambiado mucho desde 1992. En aquel entonces, apenas se vislumbraban algunos de los retos emergentes globales, el cambio climático y la desaparición de especies, la desertificación y la degradación de las tierras, entre otros.

Muchos de esos problemas aparentemente remotos son ya una realidad y plantean serios obstáculos tanto para la consecución de los objetivos de desarrollo del milenio de las Naciones Unidas como para la prosperidad, o incluso la supervivencia, de cerca de siete mil millones de personas − que serán nueve mil millones en 2050.

Río 1992 significó un impulso importante en la difusión de la cuestión ambiental global e importantes piezas del mecanismo multilateral, necesarios para crear un futuro sostenible. No obstante, el transcurrir de los años fue debilitando las fuerzas iniciales y puso en cuestión muchos de los mecanismos, actuaciones y fundamentos teóricos que sostenían el discurso de la sustentabilidad.
 
Hacia una economía verde es una de las principales aportaciones del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) al proceso Río+20 y al objetivo general de luchar contra la pobreza y promover un siglo XXI sostenible. El informe presenta argumentos convincentes, desde una perspectiva económica y social, para invertir el dos por ciento del PIB mundial en enverdecer diez sectores fundamentales de la economía con el fin de orientar el desarrollo y los flujos de capital público y privado hacia actividades con bajas emisiones de carbono que sean eficientes en la utilización de los recursos. Río+20 constituye una oportunidad real de ampliar y fortalecer los “brotes verdes”.

Para el PNUMA una economía verde debe mejorar el bienestar del ser humano y la equidad social, a la vez que reduce significativamente los riesgos ambientales y las escaseces ecológicas. Una economía verde sería aquella que tiene bajas emisiones de carbono, utiliza los recursos de forma eficiente y es socialmente incluyente. En una economía verde, el aumento de los ingresos y la creación de empleos deberían derivarse de inversiones públicas y privadas destinadas a reducir las emisiones de carbono y la contaminación, a promover la eficiencia energética así como en el uso de los recursos, y a evitar la pérdida de diversidad biológica y de servicios de los ecosistemas. Dichas inversiones han de catalizarse y respaldarse con gasto público selectivo, reformas políticas y cambios en la regulación. El camino hacia el desarrollo debe mantener, mejorar y, donde sea necesario, reconstruir el capital natural como activo económico fundamental y fuente de beneficios públicos, especialmente para las personas desfavorecidas cuyo sustento y seguridad dependen de la naturaleza.

El concepto de “economía verde” no sustituye al de “desarrollo sostenible”, pero hay un creciente reconocimiento de que el logro de la sostenibilidad requiere casi indispensablemente contar con una economía adecuada y correcta. Durante décadas, para crear riqueza se ha seguido un modelo de “economía marrón” que no abordaba de manera sustancial problemas tales como la marginación social o el agotamiento de los recursos, con lo que todavía estamos lejos de alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio. La sostenibilidad sigue siendo un objetivo vital a largo plazo, y para alcanzarlo es necesario enverdecer la economía.

Para realizar la transición a una economía verde se requieren de una serie de de circunstancias favorables específicas: normativas, políticas, subsidios e incentivos nacionales, así como el mercado internacional, la infraestructura jurídica y los protocolos comerciales y de ayuda. En la actualidad, las condiciones son notablemente propicias para la economía marrón prevaleciente, la cual, inter alia, (1) depende excesivamente de la energía procedente de los combustibles fósiles.

La transición a una economía verde será muy diferente en cada nación, ya que depende de la configuración específica del capital natural y humano de los países y de su grado relativo de desarrollo. Algunos países han alcanzado un elevado grado de desarrollo humano, pero a menudo a costa de su base de recursos naturales y de la calidad del ambiente, con elevadas emisiones de gases de efecto invernadero. El reto para esos países consiste en reducir su huella ecológica per cápita sin que su calidad de vida se vea perjudicada. En otros países, la huella ecológica per cápita es todavía relativamente baja, sin embargo deben mejorar los servicios y el bienestar material de sus ciudadanos. El reto para este grupo es hacerlo sin incrementar drásticamente sus respectivas huellas ecológicas.

Algunas de las principales conclusiones del informe dicen que la erradicación de la pobreza está inevitablemente ligada al mantenimiento y la conservación de los bienes comunes ecológicos, ya que los flujos de beneficio del capital natural llegan directamente a los más desfavorecidos, también argumenta que:

1. La economía verde reconoce el valor del capital natural e invierte en él
2. La creciente escasez de agua puede mitigarse aumentando las inversiones para mejorar su suministro y eficiencia.
3. Las energías renovables pueden ser una estrategia rentable para eliminar la pobreza energética.
4. El desarrollo del turismo, bien planificado, puede mejorar la economía local y reducir la pobreza.
5. A la larga la economía verde crea puestos de trabajo e impulsa la equidad social
6. Que enverdecer los sectores hídrico y pesquero acarreará ajustes temporales del empleo requeridos por la necesidad de conservar los recursos.
7. Postula la sustitución de los combustibles fósiles por energías renovables y tecnologías con bajas emisiones de carbono
8. Impulsa la reducción de la cantidad de residuos e el incremento en la eficiencia de los sistemas agrícola y alimentario puede contribuir a garantizar la seguridad alimentaria ahora y en el futuro.
9. Facilita una vida urbana más sostenible y una movilidad baja en carbono
10. En relación al transporte, considera que las modalidades actuales se basan fundamentalmente en vehículos motorizados privados, contribuyentes principales al cambio climático, la contaminación y determinados riesgos para la salud.

Notas:

1.  Latín: Entre otras cosas, entre otras

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MSc. Elsa Marcela GUERRERO:
Magíster en Economía Ecológica y Gestión Ambiental (UAB, España) y Magíster en Gestión Ambiental del Desarrollo Urbano (UNMdP, Argentina); Directora del Centro de Investigaciones y Estudios Ambientales (CINEA), Facultad de Ciencias Humanas.
Contacto: marguerr [at] fch [dot] unicen [dot] edu [dot] ar