Sociedad
10 de agosto de 2012

Emprender: una oportunidad, un camino

Lic. Fernando HORIGIAN

Durante los últimos años, la temática de muchos estudios, artículos, publicaciones, etc. se ha enfocado en el emprendedorismo, en donde se ha analizado al emprendedor desde diversos puntos, tratando de entender sus comportamientos, su valor económico y su potencialidad social. Pero, ¿En dónde reside su importancia? ¿Por qué hay tanto énfasis en estudiarlos y entenderlos?

Para entender este fenómeno es importante definir la esencia del emprendedor. Ser emprendedor es una cuestión ante todo de actitud. Emprender significa lanzarse y comenzar una obra, una acción, un negocio, especialmente si esto encierra alguna dificultad o peligro. Significa tomar y elegir un camino con resolución.  Se necesita coraje, decisión, confianza,  vencer los miedos, saber manejar la incertidumbre, y sin embargo con eso no alcanza.

Los emprendedores son fundamentales para el desarrollo económico de un país porque construyen pequeñas empresas flexibles, que crean puestos de trabajo, activan la economía y la sociedad a través de sus innovaciones, rejuveneciendo el tejido productivo. En el proceso de emprender se parte de identificar una oportunidad o necesidad de mercado, que se convierta en un negocio, que conlleva muchas veces a la innovación o al desarrollo de nuevos productos y servicios, y puede desembocar en la mejora de procesos, contribuyendo a la diversificación de la economía.

Según el Global Entrepreneurship Monitor (GEM), Argentina ha estado por noveno año consecutivo por arriba del promedio de naciones en cuanto a importancia de la actividad emprendedora y se encuentra dentro de los 20 países del mundo que más emprendedores tiene. Los jóvenes son una de las claves de este fenómeno: uno de cada siete está involucrado en algún tipo de actividad emprendedora, y seis de cada diez prefieren iniciar un emprendimiento propio a trabajar en relación de dependencia. En los últimos años, las tecnologías de la información y la comunicación, los servicios industriales y cuestiones de desarrollo local han sido los sectores económicos que se presentan como más atractivos para el éxito de los emprendedores.  

Es eterna la discusión entre quienes sostienen que emprendedor se nace y quienes sostienen que el emprendedor se hace, y los argumentos de ambos lados son válidos. Hay cuestiones innatas como la creatividad, la iniciativa propia, la motivación, la confianza, la perseverancia y las relaciones interpersonales y otras adquiridas en el círculo de referencia como la capacidad de trabajo en equipo, aptitudes técnicas y la propensión al riesgo. Un factor también determinante en el emprendedor es la percepción que tiene del contexto: ante una misma situación alguien ve crisis, otro ve una oportunidad.  El sistema educativo juega un rol decisivo en el desarrollo de  las capacidades y condiciones emprendedoras, puede potenciarlas y ayudar a  desarrollarlas o puede apagarlas. Entonces emprendedor se nace y se hace. Y sin embargo con esto tampoco alcanza.

¿Qué hace falta entonces? Es necesario forjar un sistema donde se refleje la importancia del emprendedor en la economía, donde las capacidades con las que nació sean estimuladas en su educación y donde se le brinden las herramientas técnicas necesarias. Para eso es fundamental desarrollar una oferta pública y privada de programas de acompañamiento como actividades de tutorías y mentorías y programas de capacitación en herramientas de gestión, coaching, negociación, etc. También es fundamental el desarrollo de un sistema que permita el acceso al financiamiento para emprendedores y pequeñas empresas.

La políticas públicas deben ser claras y proactivas en este sentido, como la han sido en los últimos años con programas como Capital Semilla, Madrinas, Programas de Asistencia Técnica, etc... Estas herramientas provistas desde el sector público para ayudar al emprendedor en todos los procesos que atraviesa, han facilitado el desarrollo de nuevos emprendimientos ya sea tecnológicos, como de servicios industriales, y a la vez de desarrollo rural y regional. Sin embargo la articulación entre instituciones y programas aún no es suficiente y hay un largo camino por recorrer en cuanto a construcción de redes y sistemas que integren todas estas herramientas, para su complementación y eficientización.

Finalmente el rol del inversor y mentor privado dinamizando el proceso y la cultura en el desarrollo del emprendedorismo es una materia pendiente. Ya que la ausencia de un mercado de capitales amplio, el cual es fundamental para la incorporación de capitales de riesgo, es parte de una madurez pendiente como eslabón fundamental en un proceso virtuoso que actúa como vertiente de trabajo y distribución de riqueza en la economía real.

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Lic. Fernando HORIGIAN:
Subsecretario de Direccionamiento y Vinculación Tecnologica, Centro de Innovación y Creación de Empresas (CICE), UNICEN.
Contacto: fh1208 [at] gmail [dot] com