Cultura
6 de octubre de 2011

El rol de los museos locales y regionales en la preservación del patrimonio

Dra. María Gabriela CHAPARRO

Los museos tienen su origen en el siglo XVII con las grandes colecciones privadas constituidas por piezas recolectadas durante la expansión de Europa sobre sus colonias, pero es en el siguiente siglo donde se constituyen como tales (Hernández Hernández 1994). El museo como institución surge con la conformación de los Estados Nacionales, cuando esas colecciones son de utilidad para ilustrar y educar a los ciudadanos acerca de los “otros” y de esta manera construir una nueva identidad interna más homogénea, la nacional. Así es como las colecciones pasan a formar parte del patrimonio de una nueva nación, es decir, se constituyen en la evidencia material de su identidad. Una identidad hegemónica que justifica la anexión de diversos pueblos y grupos étnicos dentro de unos límites geográficos fijos y bajo una sola bandera. Por ello, los museos constituyen un espacio de fuerte significación simbólica, son construcciones sociales intencionadas que representan formas de mantener y poner en valor aquellos elementos que ciertos grupos consideran significativos y representativos de su cultura e identidad (Laumonier 1993).

En la actualidad, los museos son definidos como "una institución permanente, sin fines lucrativos, al servicio de la sociedad y de su desarrollo, abierta al público y que realiza investigaciones sobre los testimonios materiales del hombre y de su entorno, los adquiere, los conserva, los comunica y, en particular, los expone con fines de estudio, educación y recreo" (Consejo Internacional de Museos –ICOM- de la UNESCO). Es decir que han pasado dos siglos y a pesar de los cambios, su espíritu sigue asociado a una colección, a un espacio físico que las reúne y exhibe con fines educativos, como en sus inicios.

Por su impronta de origen los museos pueden constituirse en ámbitos de reproducción de la ideología dominante o elitistas, sin embargo, muchos de ellos, desde la década del setenta  (de la mano de la Nueva Museología) han experimentando cambios y renovaciones que continúan hasta la actualidad. En el caso de los museos nacionales y los universitarios, sigue siendo fuerte aún la necesidad de replantearse su rol en la sociedad, el modo de comunicar su mensaje y sus implicancias sociales. En algunos casos se ven obligados a reformular sus políticas, ya que han sido fuertemente interpelados por las comunidades indígenas debido a  la forma de adquisición y conservación de sus colecciones (restos de sus antepasados) o por el discurso que brindan de esos “otros” que exponen. Una tendencia que también se observa es la generación de productos para la sociedad de consumo, dictada por las nuevas propuestas del marketing. Sin embargo, muchos de los museos se han comprometido con una mayor democratización de la cultura, a través del tratamiento de la vida cotidiana, la historia regional y la memoria oral. Esto último es lo que ocurre más a menudo en los museos de las localidades pequeñas.

Los museos locales y regionales pueden transformarse en una herramienta de doble propósito. Por un lado, afirmar la posesión física y simbólica de su patrimonio y de esta forma legitimar una historia y el auto-reconocimiento colectivo lo que permitirá fortalecer su identidad. Por otro lado, y como condición de lo anterior, permite su diferenciación de otras comunidades, favoreciendo el intercambio y la creación de redes y alianzas.

En la provincia de Buenos Aires, entre los años 1946 y 1955 las políticas del Estado provincial brindaron un marco jurídico y administrativo que incentivó a los coleccionistas al traspaso de sus museos a la órbita pública, promoviendo su municipalización o la creación de nuevos museos (Pupio 2005). Desde esa época hasta la actualidad siguen surgiendo museos impulsados por los gobiernos locales, por particulares o por grupos de vecinos interesados en preservar testimonios del pasado.

En el centro de la provincia de Buenos Aires confluye una gran diversidad de manifestaciones culturales y costumbres de diferentes grupos étnicos que se apropian de manera desigual de su herencia cultural. En este caso se mencionará a modo de ejemplo lo que ocurre en el Partido de Olavarría. En su ciudad cabecera existen museos de arte, de etnografía, del automovilismo y de ciencias, pero en seis de sus localidades existen museos locales, algunos de ellos creados hace más de 10 años y otros fundados más recientemente. Ellos son: Museo de la Estación de Sierras Bayas (1994), Museo Ariel Chierico de Colonia Hinojo (1998), Museo de la Piedra Ema Occhi de Sierra Chica (1999), Museo Miguel Stoessel Muller de Colonia San Miguel (2000), Museo de Sitio Calera La Libertadora de Sierras Bayas, Museo de Espigas (2010) y Museo de Hinojo (2011).

En estos siete museos se coleccionan y exponen objetos y documentos testimonios de cada devenir histórico y de la singularidad de su población. Ejemplo de ello son las colonias de inmigrantes alemanes del Volga (Colonia San Miguel y Colonia Hinojo) o las restantes poblaciones con otros orígenes migratorios y procesos productivos fundacionales, como los de los picapedreros italianos en Sierra Chica o las primeras caleras de Sierras Bayas. (1). Hace un año la localidad rural de Espigas inauguró su museo y este año lo hizo Hinojo, en una antigua estación de trenes y vinculándolo fuertemente a su origen ferroviario. El proceso de creación del museo de Loma Negra se encuentra avanzado y también es impulsado por una comisión de vecinos, mientras que localidades más pequeñas como Recalde están trabajando para ello. 

En síntesis, en la actualidad en la región se observa un movimiento de creación de nuevos museos impulsados por diferentes miembros de la comunidad, en donde se ponen de manifiesto la voluntad de resguardar, transmitir y reivindicar determinados elementos que dan cuenta de una historia y un patrimonio común. En este sentido, los museos podrían ser entendidos como escenarios desde donde refundar inter-generacionalmente la relación entre el pasado, el presente y el futuro. Pero fundamentalmente, los museos tienen el desafío de convertirse en espacios que propicien la reflexión y que permitan re-lecturas acerca de la identidad y el pasado de las comunidades que dicen representar. 

Bibliografía citada:

Hernández Hernández, F.1994. Manual de Museología. Editorial Síntesis, Madrid.
Laumounier, I. 1993. Museo y Sociedad. Centro de Estudios de América Latina. Buenos Aires.
Pupio, A. 2005. Coleccionistas de objetos históricos. Arqueológicos y de ciencias naturales en museos municipales de la provincia de Buenos Aires en la década de 1950. História, Ciências, Saúde – Manguinhos, 12 (suplemento): 205-229.

Notas:

1. Las colecciones de estos museos fueron conformadas por vecinos interesados y los museos desde sus inicios gestionados por el gobierno municipal, a través del área de Cultura y de una Red de Museos Municipales de los Pueblos. 

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Dra. María Gabriela CHAPARRO:
Arqueóloga, Investigadora del CONICET y del INCUAPA (UE.CONICET-UNICEN). Programa PATRIMONIA, Facultad de Ciencias Sociales.
Contacto: chaparro [at] soc [dot] unicen [dot] edu [dot] ar