Educación
13 de abril de 2016

El miedo a rendir exámenes: una mirada desde la Neuropsicología Cognitiva

Lic. Sofía MINVIELLE

Ingresar en la Universidad suele ser el inicio de un proyecto de vida para los jóvenes. Las expectativas e ilusiones puestas en juego son múltiples y diversas. Pero el comienzo y la permanencia en la vida universitaria no siempre son lo que parecen o prometen, y las fantasías de los ingresantes rápidamente se estrellan contra las demandas de la realidad. Por otra parte, la finalización de una carrera de nivel superior, o, por el contrario, su interrupción, influyen invariablemente en el desarrollo y construcción de la identidad personal y profesional de los sujetos.

El abandono y la prolongación de las carreras universitarias vienen siendo temas de preocupación e investigación en nuestro país desde hace tiempo. Gino Germani, en 1965, sobre el Censo realizado en la UBA durante el año 1958, había alertado que: “uno de los problemas más serios que debe enfrentar la Universidad en la Argentina es el de la elevada proporción de abandonos o estudiantes que no cumplen con regularidad sus estudios y que emplean –cuando los terminan- períodos mucho más largos que el previsto en los respectivos planes de estudio”.

Aunque el rendimiento académico depende de una multiplicidad de factores que interactúan e incumben tanto a docentes como a estudiantes, distintas investigaciones se han realizado dentro del ámbito universitario (1) cuyos resultados muestran una relación insoslayable entre el rendimiento académico de los estudiantes y el miedo que los mismos refieren al momento de rendir exámenes. En nuestra Facultad de Derecho se brinda el Servicio de Orientación y Asistencia al aprendizaje a los estudiantes que encuentran dificultades que les impiden avanzar con la carrera elegida. De los últimos cincuenta alumnos que se acercaron al espacio, veintisiete consultaron por diversas problemáticas relacionadas con los exámenes: “cuando entro no puedo hablar”, “se me pone la mente en blanco”, “me faltan 8 finales y no me puedo presentar a rendir”, “llego hasta el campus y me voy”, “me angustia no poder recibirme”, “hace cuatro años que estoy acá y no he avanzado como quería”, “rendí mal cuatro veces X materia”; son algunos de los problemas que preocupan a los estudiantes. Para acompañar a los estudiantes ante estas demandas se ofrecen espacios de encuentros personales y talleres grupales que aportan estrategias para enfrentar tales situaciones.

El miedo a rendir exámenes puede comprenderse desde la teoría del aprendizaje social. La misma asevera que los estudiantes comienzan a percibir este sentimiento a partir de experiencias negativas propias o de terceros significativos. Por lo cual, los jóvenes comienzan a apreciar los exámenes cono escenarios amenazantes por vivencias de su autobiografía académica (“bochazos”) o por apropiarse de relatos de personajes sustanciales. Pero es importante diferenciar el miedo, de la ansiedad. El enfoque cognitivo vigente sostiene que la ansiedad es un proceso emocional y el miedo, uno de tipo cognitivo. Es decir, que el miedo implica necesariamente una valoración intelectual de un estímulo amenazante; y la ansiedad es la respuesta emocional directa a esa valoración. Por lo cual, la ansiedad es el resultado de discernimientos atípicos, de representaciones cognitivas que obstaculizan el pensamiento y la reflexión; el sujeto etiqueta mentalmente la situación de examen y la resuelve con los recursos afectivos y cognitivos que ha construido hasta el momento.

Desde las Neurociencias Cognitivas sabemos que no hay pensamiento puramente racional, sino que indefectiblemente nuestras decisiones, consideraciones y reflexiones están impregnadas de emoción. Éstas intervienen en el funcionamiento cerebral: los estados emocionales interactúan de forma persistente con las habilidades cognitivas. “Los estados de ánimo, los sentimientos y las emociones pueden afectar la capacidad de razonamiento, la toma de decisiones, la memoria, la actitud y la disposición para el aprender” (Campos, 2010). De este modo podemos inferir que situaciones que provocan altos niveles de ansiedad pueden interferir de forma negativa en el aprendizaje, las destrezas cognitivas, perceptivas, emocionales y sociales.

Es importante resaltar que el mayor desafío de los docentes es aprender sobre el funcionamiento del cerebro en instancias de aprendizaje, enseñanza, integrando la situación examinadora como un momento más de ambos procesos. Del mismo modo, el estudiante debería conocer cómo responde su cerebro, órgano que le permite pensar, sentir y aprender, ante situaciones que le provocan altos niveles de ansiedad.

Además, sería importante que los docentes expliciten claramente cuándo perciben que sus estudiantes saben los contenidos de la asignatura que han pretendido enseñarles puesto que estas representaciones no siempre coinciden con las de los alumnos. Cuando éstos últimos se autoevalúan creen que saben cuando pueden decir “con sus palabras” los temas, logran ejemplificar y/o explicarle el tema a otro. Mientras que, por ejemplo, los docentes entienden que los alumnos saben cuando logran resolver problemáticas específicas con los contenidos teóricos de la cátedra, pueden generalizar o extrapolar los temas a otros ámbitos.

En esta línea, se sugiere a los docentes crear climas favorables en las situaciones de examen, teniendo en cuenta tanto los mensajes verbales como los no verbales. Puesto que la influencia emocional de los mismos remite a experiencias anteriores negativas, juicios o prejuicios desfavorables que obstaculizan el pensamiento y discernimiento sobre lo estudiado. Por su lado, los estudiantes deberían aprender prácticas de estudio que tiendan a etiquetar la situación de examen con una actitud positiva, como por ejemplo, evitar estudiar desmesuradamente el o los días previos, descansar adecuadamente y reemplazar los pensamientos negativos, cuando surgen, por ideas que permitan devolverles el equilibrio y la autoconfianza.

Para concluir, el trabajo que deben llevar a cabo docentes y estudiantes para que éstos superen sus miedo debe ser una labor conjunta en base al conocimiento de los aportes que nuevas disciplinas tienen para hacer al campo educativo.

Notas

  1. Entre las latinoamericanas, Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima, Perú), Universidad Nacional de Colombia, Universidad Central de Venezuela, Universidad Nacional de Córdoba, Universidad Nacional del Comahue.

Bibliografía consultada

Beck, A. y Emery, G. (1985) Anxiety Disorders and Phobias: a Cognitive Perspective. New York: Basic books

Carli, S. (2012) El estudiante universitario. Hacia una historia del presente de la educación pública. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.

Campos, A. (2010) Neuroeducación: uniendo las Neurociencias y la Educación en la búsqueda del desarrollo humano. Revista digit@al, Junio 2010, Nº 143.

Goleman, D. (1998) La práctica de la inteligencia emocional. Barcelona: Editorial Kairos.

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Lic. Sofía MINVIELLE:
Licenciada en Psicopedagogía. Facultad de Derecho, UNICEN.
Contacto: sofia [dot] minvielle [at] azul [dot] unicen [dot] edu [dot] ar