Historia | Relaciones Internacionales
26 de marzo de 2012

Derecho a la Historia

Dr. Carlos GIORDANO

Toda Sociedad que pasó por una guerra tiene que desandar sus propias prioridades para poder pensar libremente, para superar sus heridas profundas y sanar colectivamente. Quizás sea éste el momento de comenzar a discutir los diferentes roles asumidos en la guerra, las pequeñas y grandes miserias, los aportes de cada institución, qué hicieron los políticos, qué los gremios, qué los medios, qué las familias… pero sin lugar a dudas, esto es un proceso de mucha intervención subjetiva, de tiempos diferentes y de espacios de maduración desiguales.

Todo Estado tiene una responsabilidad con sus decisiones. Aún con aquellas que haya tomado otra administración. Y frente a esta verdad histórica, ¿qué han hecho los diferentes gobiernos al respecto de las consecuencias de la guerra de Malvinas?

En primer lugar, han tratado de ocultar las voces de los protagonistas, al principio amparados en las consignas tardías e inútiles de los intereses supremos de la defensa nacional. A esta época podemos llamarla de la pretensión de Silencio.

Luego también se acalló, justificándose en el “peligro” de que las instituciones se ofendieran y retomaran acciones que ya habían sido vaciadas por cualquier apoyo que en el pasado hubieran tenido, o en otras palabras, por la suprema necesidad de la “Pacificación Nacional”. La Desmalvinización desalentó todas aquellas ideas y acciones que hicieran recordar una causa que podía superar los intereses sectoriales y aportar un Destino de unidad política, de soberanía territorial y del comienzo de una regionalidad que trascendiera las fronteras artificiales y culturales con que se fragmentaron los sueños de nuestros próceres fundacionales.

Más tarde, amparados por la inutilidad de una gestión que hizo todo por perder la oportunidad de ejercer la soberanía política de una Nación, vociferando sólo discursivamente que la "Democracia" era suficiente para todo, se siguió ocultando aquellas voces porque eran ellas las que podían demostrar con su propia historia que el principio de defensa de la soberanía política, la independencia económica y la construcción de un futuro autónomo no iba bien de la mano de la enajenación de todos los recursos naturales y culturales de nuestro Pueblo. Y ahí fueron YPF, Aerolíneas, el presupuesto de Defensa (y así se desmantelaron los proyectos de investigación y producción de material propio, y se usaron las excusas más oportunistas para derogar el Servicio Militar Obligatorio). El Menemato y la Alianza fueron épocas de Entrega y Vergüenza.

Luego se nos siguió poniendo como condición el que unifiquemos todas nuestras historias para otorgarnos la oportunidad de escucharnos en algunos despachos. Como si en todos estos años nos hubieran dejado solos y no nos hubieran tratado de intervenir de cualquier forma… intervenirnos desde los “servicios” que nos acompañaban en las primeras reuniones, pasando por todos los intentos de “mostrarnos” como adeptos a cualquier política, hasta las múltiples acciones de disgregación, agregación y usurpación de nuestros derechos con que han poblado las leyes que supimos conseguir.

Oportunidad

Desde el 25 de mayo de 2003 vemos con esperanza que otros caminos se han abierto para el recorrido de decisiones soberanas, de políticas autónomas, de discusiones democratizantes, de redistribuciones humanas y humanitarias.

Por eso, quizás sea el momento de tomar una decisión clara. Los ex soldados colimbas combatientes en Malvinas queremos hablar de las condiciones históricas y de las necesidades culturales y sociales con que nuestro país debiera desarrollar su presente en materia de Relaciones Internacionales, en Educación, en la Explotación de los Recursos Naturales, en Seguridad Interior y Exterior. Lo consideramos un derecho inalienable, un derecho que debiera haber sido inmediato pero que, como todas nuestras cosas, es fruto de un largo camino poblado de amenazas verdaderas, de agresiones certeras, de olvidos tangibles, de silencios estruendosos, pero también de una memoria inclaudicable, de una identidad férrea y la convicción distintiva…

• de que nosotros sentimos un orgullo profundo y sincero de haber combatido por la Patria,

• de que sabemos y reafirmamos que nuestros uniformes militares no estuvieron manchados de sangre compatriota salida de las mesas de torturas o de la ignominia de los secuestros de niños… de que la sangre que nos manchó es la de los únicos héroes de la guerra, la de los caídos, o la de algún soldado que representaba al enemigo histórico de nuestra Nación,

• de que nuestra humilde presencia también fue símbolo de la lucha popular que permitió y permite recuperar las instituciones de la Democracia. Y que, aún hoy, tenemos que andar explicando cómo sobrevivimos a pesar de tanta pretensión de olvido, de tanto silenciamiento, de tanta puerta trasera por donde nos hicieron entrar.

Queremos contarles la verdad de nuestras historias… que no necesitamos decir que fuimos Rambo para que no nos sigan hablando del hambre o el frío, nos palmeen la espalda y la vida siga igual. Que no podemos decir cuántos de nuestros compañeros se suicidaron porque nunca supimos cuántos fuimos, porque nunca hubo una acción leal que intentara nominalizarnos, pero también porque tampoco es justo que tengamos que tener “otro” suicidado cada vez que tenemos que exigir por algún derecho conculcado…. Como si no fuera suficiente uno solo.

Queremos que algunas de nuestras experiencias puedan servirles de primera mano a los historiadores, a los estudiantes, a los niños y a los gobernantes, para que nadie tenga la oportunidad de intentar el desatino de seguir escribiendo la historia de los que tienen los recursos para hegemonizar la difusión de su versión (como está dicho hasta el cansancio, pero como se sigue repitiendo en innumerables publicaciones, circulaciones, discursos y acciones).

Queremos que se nos reconozca como participantes de la primera hora en los proyectos nacionales, populares, democráticos, soberanos.

Responsabilidad

Es posible que nos pidan la responsabilidad de ponerle nombre y apellido a las denuncias genéricas de tortura, abuso, traición, cobardía, con que hemos poblado nuestros discursos hasta hoy. Creo que tenemos que asumirla y estoy seguro que puedo responder por todos los compañeros. Y no es una confianza idiota o fundacional. Es la confianza que me dan las acciones colectivas que hemos protagonizado en estos casi 30 años.

Nosotros recuperamos del “secreto militar” al Informe Rattembach y acompañamos a Mirta Mántaras en su publicación… nosotros, los ex soldados conscriptos, agrupados en nuestras organizaciones de base, denunciamos con nombres y apellidos la inflación en el número de ex soldados que fuimos a Malvinas y que aún hoy siguen cobrando ilegítimamente las pensiones nacionales… nosotros fuimos los que denunciamos a los que han hecho negocios con el recuerdo y la memoria de Malvinas, aún a propios ex soldados… y para aquellos que nos siguen pidiendo que nos “amiguemos” con todos, es necesario decirles que no hemos sido nosotros los que hemos roto los puentes y los caminos. Testigos de esto son, y podrían haberlo sido, el General Leal, el Coronel Horacio Ballester, el Coronel Jaime Cesio, el Capitán José Luis D`Andrea Mohr, el guardiamarina Urién, o los cientos de miembros de las Fuerzas Armadas con que dialogamos franca y lealmente en todos los foros en donde nos permitieron debatir ideas e historias verdaderas.

No hemos sido nosotros los que pasamos a secreto el Informe Rattembach, no fuimos nosotros los que le robamos las fotos del Belgrano hundiéndose al teniente Sgut y se las vendimos a la Revista Gente o a Newsweek… no fuimos nosotros los que publicamos el Libro Azul, también conocido como Informe Calvi, no hemos sido nosotros los que nos hemos autocondecorado en cualquier cuartel, en cualquier fecha, no hemos sido nosotros los que demandamos el rótulo de “héroes de Malvinas” mientras extorsionábamos a los gobiernos democráticos por Obediencias Debidas y Puntos Finales, leyes que nada tenían que ver con Malvinas… no hemos sido nosotros los que negamos lo que los propios ingleses confesaron, los fusilamientos de guerra, los actos de cobardía... no hemos sido nosotros los que, indultados, seguimos cobrando cuanto beneficio esté al alcance de la rapiña personal o los privilegios del poder en las sombras del arresto domiciliario. Las FFAA como institución y algunos de sus Comandantes en Jefe, decidieron no aceptar ningún proceso de autocrítica pública respecto de Malvinas. Y se ampararon en que no podían discutir esto con nosotros porque respetaban "el dolor y la juventud" de aquella época.

¿Porqué hubo y hay autocríticas públicas sobre los hechos del Terrorismo de Estado y no sobre Malvinas? Creemos, humildemente, porque fue en Malvinas en donde la razón de ser de unas Fuerzas Armadas de la Nación se puso en crisis, porque fue en Malvinas donde el conjunto social sintió la saturación de su propia razón. Por supuesto que muchos cuadros superiores y subalternos de todas las Fuerzas e Instituciones nos piden que no los generalicemos en nuestros análisis. Cada uno de nosotros sabe qué y cómo hizo las cosas en la guerra y estamos dispuestos a nombrar los comportamientos heroicos y ajustados a los cargos y las funciones, así como lo estamos para denunciar a los que no.
Sólo pedimos un proceso público de verdadero análisis institucional y una profunda autocrítica en donde al menos se diga que en Malvinas perdimos… y porqué perdimos. Y que esto lo hagan las propias Instituciones.

Pero también les pedimos a las demás organizaciones sociales, populares, políticas, que dejen de ocultar la memoria de Malvinas. Que los ex soldados no somos lo mismo que Galtieri, que rememorar el 2 de abril no es justificar la Dictadura, que hablar de causa nacional anticolonialista no es ser nazis, que reivindicar a todos los que dieron su sangre por la Patria no nos hace cómplices de una decisión irracional. Esperamos y deseamos que los compañeros de otras organizaciones de Derechos Humanos consideren que también los caídos en Malvinas y sus familias son víctimas de la Dictadura, que las comisiones de la Memoria no se olviden de aquellos 74 días y de toda la posguerra, que las condecoraciones, los homenajes y los estímulos incluyan en serio los derechos, los honores, y no sean nuevamente un premio por algún alineamiento del presente.

Confianza

Creemos que en este presente en el que se habla de malvinizar algunas causas, también se debería malvinizar el debate por Malvinas. Que no es hablar de 11.718 km cuadrados de roca y turba, sino preguntarnos por el petróleo que nos falta, por la proyección antártica que nos disputan, por los recursos marítimos de los que estamos excluidos. Malvinizar Malvinas no es lloriquear pomposamente el pasado. Es hablar de integridad territorial, de soberanía social y política, de destino nacional autónomo, de alianzas estratégicas… es decir es hablar sobre las cosas que nos faltan o de las que estamos en proceso de recuperar… es decir, hablar de Malvinas, es hablar del Futuro.

Confiamos que hoy, en que nuestra Presidenta Cristina Fernández de Kirchner sigue demostrando su compromiso con la memoria de Malvinas, se abra un proceso de diálogo y debate, donde podremos construir las respuestas, las acciones y los instrumentos como para que cuando este próximo 2 de abril se cumplan 30 años no tengamos que hacernos cargo de conceder perdones, sino disfrutar de ser ciudadanos plenos, con las responsabilidades y los sueños de cualquier argentino en este presente, pero recuperando el derecho al futuro: es decir la construcción de la felicidad del Pueblo por el que nuestros compañeros cayeron, muchos de ellos sin siquiera saberlo.

© Todos los derechos reservados.

Dr. Carlos GIORDANO:
Profesor Titular e Investigador de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Titular de la Cátedra Libre “Malvinas, Comunicación y Nación”. Miembro del Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas (CECIM) - La Plata
Contacto: giordano [at] perio [dot] unlp [dot] edu [dot] ar