Medicina Veterinaria
29 de abril de 2014

Cataratas en perros

Dra. María José DEL SOLE

La catarata es la opacificación de una lente intraocular transparente que se encuentra inmediatamente por detrás de la pupila que se denominada cristalino. Debido a ello este lente adopta una coloración blanquecina o azulada que impide el paso de la luz hacia la retina conduciendo a la pérdida paulatina de la visión. En general, las cataratas pueden ser observadas a simple vista como una mancha azulino - blancuzca en la pupila.

Regularmente se relaciona a las cataratas con los animales gerontes (cataratas seniles), pero la enfermedad es un problema también de animales jóvenes (cataratas juveniles) e incluso de recién nacidos (cataratas congénitas). De todas ellas las más comunes son las cataratas juveniles. Estas responden a un patrón hereditario y se presentan entre los 5 y 7 años de edad en las razas Cocker Spaniel, Caniche, Fox Terrier, Siberian Husky, Schnauzer, Bichon Frisé, Golden Retriever, Labrador, Pequinés, Shih Tzu, Lhasa Apso, Rottweiller, Afganos, Staffordshire Terrier y Boston Terrier.

No obstante ello, y debido al aumento de la expectativa de vida de las mascotas, muchas cataratas son seniles y se presentan en animales de cualquier raza e incluso mestizos. Como la expectativa de vida está relacionada con el tamaño del animal, la edad de presentación de las cataratas seniles es a partir de los 10 años en las razas pequeñas y de los 6 años en las razas grandes y gigantes.

Asimismo, algunas enfermedades de afección sistémica pueden ocasionar cataratas, dentro de ellas la más común es la diabetes. La cataratas diabéticas son de evolución rápida (en 15 días el animal puede perder la visión) y pueden resultar ser el primer signo de la enfermedad que el animal manifieste. Por ello, ante la manifestación de una evolución repentina, la determinación de la glucemia forma parte de la revisación oftalmológica básica de ese paciente.

Normalmente, para los propietarios se hace evidente la enfermedad cuando la catarata es bilateral y afectó un 40-50% del cristalino, momento para el cual ya han transcurrido un par de años del inicio del proceso. Por lo tanto, se recomienda la revisación periódica de los animales de razas predispuestas de modo de obtener un diagnóstico precoz de la enfermedad.

Como para la mayoría de las enfermedades estructurales del globo ocular, aún no se ha desarrollado un tratamiento en base a medicamentos que pueda ser efectivo para la remisión de esta enfermedad. De este modo la cirugía es el único tratamiento disponible en la actualidad.

Es común la asociación de la cirugía oftlamológica con el uso del Láser como método, pero en realidad, tanto en las personas como en los animales, la cirugía moderna de cataratas se realiza por medio de un procedimiento mínimamente invasivo denominado facoemulsificación. Este procedimiento quirúrgico se basa en el uso de ultrasonido y a diferencia de los humanos, en los animales requiere de anestesia general. Por ello, la duración total de la cirugía es de aproximadamente 2 h incluyendo el acto anestésico, la preparación del paciente y la cirugía propiamente dicha. El postoperatorio normal requiere de 2 meses, aunque los caninos intervenidos deben ser evaluados semestralmente a lo largo del resto de su vida.

A diferencia de la Oftalmología Humana, en Veterinaria no se colocan lentes intraoculares de reemplazo, por lo tanto el perro operado de cataratas quedará fuertemente hipermétrope. Esto significa que tendrá muy buena visión lejana y no tan buena visión cercana. Sin embargo, con el paso del tiempo se produce un reaprendizaje del enfoque cercano y el defecto se compensa. El perro operado con lente intraocular tendría una visión óptima. No obstante, los perros operados con y sin lente no muestran diferencias en la calidad de vida postoperatoria.

La selección del paciente es un punto estratégico en la cirugía de cataratas. Esta solo se indica en pacientes que cumplen con los siguientes requisitos: a) buen estado clínico general, b) preferentemente con cataratas bilaterales, c) ausencia de otras enfermedades oculares asociadas, d) paciente colaborador y e) propietario comprometido con un tratamiento postquirúrgico exhaustivo.

Por medio de la electrorretinografía (ERG) es posible descartar una enfermedad regularmente asociada a las cataratas, la Atrofia Progresiva de Retina. Ésta enfermedad degenerativa provoca ceguera irreversible de origen retiniano y se presenta particularmente en asociación con las cataratas hereditarias. En este caso la cirugía no está indicada, pues el animal carece de visión no por la catarata sino por la afección retiniana.

Los animales que por algún motivo no pueden ser operados evolucionan a la pérdida completa de la visión. Cuando los veterinarios comentan esta consecuencia, los propietarios generalmente pretenden ponerse en el lugar de su perro para tratar de experimentar las sensaciones que ellos tendrían ante esta situación, pero comparar el efecto de una ceguera en humanos respecto a la de un perro no es lo más acertado. Por un lado, la visión en los perros es una función más rústica o primitiva que la de los humanos (la mayoría de los perros son miopes, no ven todos los colores y no tienen desarrollada la capacidad de acomodación del cristalino para la visión cercana y lejana). Por el otro, estos animales tienen un mayor desarrollo de otros sentidos como el oído, el olfato o el tacto que ante una ceguera tienden a agudizarse aún más para compensar la pérdida.

De acuerdo con estudios de comportamiento, en términos generales, un perro empezará a manifestar la ceguera cuando haya perdido por lo menos el 80% de su capacidad visual, no manifestando grandes problemas para seguir con una vida normal. Aunque es cierto que muchas veces ese proceso va acompañado de cambios en el comportamiento del animal que se manifiestan como tristeza, desgano y en algunas ocasiones agresividad. Además, los animales reducen su actividad y en forma consecuente aumentan de peso (sedentarismo-obesidad). El perro tendrá la tendencia a permanecer más cerca de su dueño y se movilizará con mayor precaución. Es aconsejable mantener un ambiente estable, sin cambios en la disposición de los muebles de la casa; proteger al animal del acceso a las alturas, escaleras, exterior de la casa y piletas; e incrementar la comunicación verbal y física con la mascota ciega.

Aproximadamente el 90% de los animales operados recuperan una visión adecuada para hacer una vida normal y recobrar la actividad que habían perdido conforme avanzaba su enfermedad. Pero esto no implica ninguna solución a la verdadera problemática de la transmisión hereditaria. En los países avanzados existen pruebas genéticas obligatorias para los cachorros de razas predispuestas a Atrofia Progresiva de Retina (enfermedad íntimamente relacionada con las cataratas) impidiendo la venta de los animales portadores de los genes que codifican para la enfermedad. En nuestro país estas prácticas no son llevadas a cabo, pero es una obligación ética de los Médicos Veterinarios desalentar el apareamiento de animales que padecen cataratas a los efectos de reducir la aparición de futuros casos.

En síntesis, la Medicina Veterinaria ha logrado solucionar con altos niveles de efectividad esta enfermedad ocular frecuente que pone en peligro la visión y la calidad de vida de los caninos. Sin embargo, queda pendiente el desarrollo e implementación de técnicas diagnósticas genéticas que permitan descartar a los caninos portadores de los genes que provocan ambas enfermedades hereditarias, las cataratas y la atrofia progresiva de retina.

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Dra. María José DEL SOLE:
Investigador Asistente de CONICET. Jefe de Trabajos Prácticos - Hospital Escuela de Pequeños Animales - Facultad de Ciencias Veterinarias - UNICEN Servicio de Oftalmología Veterinaria.
Contacto: mjdelsole [at] gmail [dot] com