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9 de diciembre de 2013

Cambios en la sociedad y el territorio argentino. 1983 2013.

Dr. Guillermo Angel VELÁZQUEZ

En octubre de 1983 pude, con mucha emoción, votar por primera vez. En diciembre, cuando Alfonsín asumió el gobierno, pensábamos que sólo había margen para mejorar... Ahora -tras un balance de tres décadas de democracia- podemos concluir que, indudablemente, hubo muchos logros pero también altibajos.

Una de las formas de dimensionar estos logros es a partir de la comparación de indicadores de bienestar o de calidad de vida. Al respecto, la calidad de vida se vincula con dos componentes básicos: socioeconómico (educación, salud, vivienda) y ambiental (problemas ambientales y recursos recreativos).

Considerando las principales dimensiones de la calidad de vida tenemos que los avances en educación fueron indiscutibles durante el período. Hacia 1991 22,1% de la población argentina carecía de estudios primarios, en tanto que en el 2010 esa proporción había disminuido a 12,9. Respecto del acceso a educación universitaria tenemos que en 1991 tan sólo 3,8% de los argentinos había alcanzado a completar este nivel, mientras que en el 2010 lo había logrado el 6,8.

La expansión de la escolaridad básica -a pesar de cierta degradación de las credenciales educativas- resulta, indudablemente, un gran logro. Durante los noventa gran parte de ese incremento estuvo vinculado con la contención social, privilegiando la función asistencialista de los comedores escolares en los establecimientos educativos. Desde ese entonces la fragmentación de los circuitos educativos no ha logrado aún revertirse totalmente.

Respecto de la expansión del sector universitario, uno de los hitos de la restauración democrática fue el proceso de normalización implementado desde mediados de los ochenta. Durante los noventa -a pesar del proceso de ajuste- la estrechez y competitividad del mercado laboral fue un factor explicativo del incremento de la matrícula; en un contexto de ajuste se intentó imponer el arancelamiento universitario (ya ensayado durante principios de los ochenta). Este panorama cambia sustancialmente a partir de los últimos 10 años, durante los cuales, el incremento de alumnos y graduados se explica por el sensible incremento del presupuesto educativo en general y del universitario en particular.

Otra dimensión significativa de la calidad de vida es la salud. Hacia 1983 la tasa de mortalidad infantil era de 30 por mil, en tanto que en el 2010 había descendido a 11,9. Respecto de la población sin cobertura social, los porcentajes eran de 37,8 en 1991 y de 36,1 en 2010.

La disminución de la mortalidad infantil en la Argentina era, hasta hace poco, relativamente tardía respecto de otros indicadores. En este sentido la acción del sistema sanitario explica parte de esta reducción, fundamentalmente durante los ochenta y noventa. Durante la primera década del XXI, en cambio, los logros más importantes se asocian con el sistema económico-social en su conjunto: el incremento del empleo, la provisión de infraestructura y la implementación de planes como la Asignación Universal por Hijo fueron muy relevantes al respecto.

La ausencia de Cobertura Social ha experimentado más altibajos. Desde un punto de partida intermedio en 1991, muestra su peor situación relativa durante la crisis del 2001 (48% de la población sin cobertura por el alto desempleo y "flexibilización laboral"). Desde ese entonces, el incremento del empleo formal y de los ingresos de los cuentapropistas permitieron mejorar ligeramente la crítica situación de principios de los noventa, pero hay todavía mucho margen para continuar mejorando en este aspecto.

Otro indicador relevante del bienestar es la vivienda. Considerando la carencia de baños debidamente equipados tenemos que en 1991 21,9% de las viviendas no poseía retrete. En 2010 esta proporción había disminuido a 15,2. Respecto del hacinamiento, en 1980 más de un tercio de los argentinos residía en hogares con más de 2 personas/cuarto. En 2010 esta situación cambió al 28,6%.

La vivienda resulta aún, en gran medida, una mercancía. Es decir que continúa sujeta a las leyes del mercado. La vivienda popular, construida a partir de planes nacionales o provinciales, siempre ha resultado insuficiente tanto cualitativa como cuantitativamente. En muchas ciudades, además de los asentamientos espontáneos, existen verdaderos "ghettos" urbanos generados por las propias viviendas sociales. En los últimos 10 años, afortunadamente, esta concepción ha mejorado en gran medida en virtud del mayor crecimiento relativo de las ciudades intermedias y de la consideración del hábitat para los nuevos barrios. El último Censo (2010), sin embargo, no permite ver aún los resultados del reciente plan PROCREAR.

Una síntesis de los cambios en el bienestar relativo de los argentinos durante los últimos treinta años no quedaría completo sin considerar a los indicadores ambientales. La Constitución de 1994 incorporó por primera vez estos derechos. En este sentido las tendencias son contradictorias. Por un lado, la legislación ambiental pretende controlar las emanaciones y efluentes industriales pero, por el otro, durante los noventa, se generaron las condiciones para la expansión de la megaminería y la agricultura transgénica. También proliferaron countries, barrios cerrados y se privatizaron muchos espacios públicos, fundamentalmente en los entornos más agradables vinculados con la recreación. Una vez más, durante la última década, algunas de estas cuestiones se están tratando de revertir, intentando recuperar y generar espacios de esparcimiento para la vida cotidiana de la población. El control a la megaminería y a la agricultura transgénica son, claramente, deudas pendientes.

Los 30 años de democracia no constituyen, como vemos, un conjunto homogéneo; por el contrario las décadas del ochenta (década perdida) y del noventa (neoliberalismo) tuvieron muchos altibajos. La más promisoria fue la última, es decir la primera del siglo XXI en la cual la permanencia del sistema en la mayoría del contexto latinoamericano ha permitido los mayores y más sostenidos avances. Pensamos, en síntesis, que queda mucho por lograr pero también hay muchísimo que festejar.

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Dr. Guillermo Angel VELÁZQUEZ:
Investigador Principal CONICET. Profesor Titular Facultad de Ciencias Humanas, UNICEN. Vice Director Instituto de Geografía, Historia y Ciencias Sociales (CONICET/UNICEN).
Contacto: gvelaz [at] fch [dot] unicen [dot] edu [dot] ar