Adultos Mayores y al que no le gusta…
El siglo XXI desde su primer día impuso enormes desafíos a la humanidad, muchos de ellos tienen antecedentes pero requieren ser rediseñados, otros en cambio son nuevos y no existen experiencias sólidas que nos aseguren que vamos en camino, al menos, de comprenderlos.
Entre los nuevos desafíos humanos, sin duda, está el de encontrar para los adultos mayores alternativas que sincronicen la creciente expectativa de vida, con una buena calidad de vida en sociedad, que permita además romper con la idea de “la edad pasiva”.
En esa búsqueda la Universidad Nacional del Centro, desde los primeros años de este siglo, puso en marcha el Programa para Adultos Mayores, el cual a 12 años de su creación se encuentra en una etapa de mucho vigor.
En este alentador presente, confluyen la determinación de ofrecer cada día mayor oferta de talleres, nuevas instalaciones, convenios con organismos estatales y por sobre todo, una gran participación de los Adultos Mayores en las actividades elegidas para cada cuatrimestre.
Y sobre la participación en el diseño de las propuestas del Programa es valioso remarcar, que en los últimos años a través del trabajo conjunto del Consejo Consultivo de Adultos Mayores y los responsables universitarios, la UNICEN fue modificando la práctica de imponer desde su planificación académica “lo que debemos ofrecer en los talleres” por la opción “ellos saben lo que quieren aprender”.
En ese “saber lo que quieren aprender”, es notorio destacar que aún con inquietudes diversas, existe una gran coincidencia en la demanda de conocimientos en áreas vinculada con: computación, gimnasia, yoga, memoria, pintura, manualidades, teatro, literatura, canto, idiomas, entre otras.
Esa demanda por, podemos denominar, nuevas inquietudes de los Adultos Mayores, se enmarcan en algunos datos relevantes. Uno de ellos es que la República Argentina es el país más envejecido de Sudamérica, en el país la población mayor de 60 años asciende al 13,44 %. Esto nos obliga a pensar que debemos multiplicar las acciones para otórgales una mejor calidad de vida.
Pero también para lograr estos objetivos es necesario en cada espacio donde se trabaje con los hombres y mujeres que ingresaron en esta etapa, dar batalla a esa idea donde se valora a los seres humanos por su capacidad de producir o acumular riqueza material, y erradicar ese paradigma de emular la juventud, productiva, fuerte y sana y, asociar la vejez con la incapacidad, enfermedad e improductividad.
Estamos sin duda ante desafíos de dimensiones desconocidas, pero es imprescindible que los caminos que se deben transitar contemplen la plena presencia de los Adultos Mayores para definir “que rumbo hay que tomar”.
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