200 años: Educación y Nación
Desde la Revolución de Mayo la educación tuvo un rol central en la construcción de la nueva Nación. Las distintas corrientes que consolidaron la Independencia convergieron en las reformas de Rivadavia donde se crearon la Academia de Medicina, la Universidad de Buenos Aires y una intensa acción educativa hasta entonces reservada a los sectores dirigentes.
La educación popular fue uno de los tres ejes vertebradores de la Nación. El objetivo fundamental fue el progreso. El vínculo entre educación y Nación era inescindible. La educación representaba los valores que la Nación perseguía.
Los grandes movimientos políticos argentinos, socialismo, radicalismo y peronismo han coincidido en los distintos momentos históricos en la importancia de la educación como instrumento para la igualdad de oportunidades, en el rol del Estado y en los valores y objetivos generales. La nueva legislación educativa (ley de educación nacional, de financiamiento educativo, de 180 días de clase, de educación profesional técnica y de educación sexual) fue sancionada con amplios acuerdos generales y disidencias parciales.
Desde el retorno de la democracia el peronismo se sumó a la reivindicación de la Reforma Universitaria del 18` que define la organización universitaria y su rol en la sociedad.
Que hoy la Argentina destine el 6% del PIB a la educación muestra que la retórica y la realidad se están acercando. Educación es una responsabilidad compartida entre la Nación-Provincias. Ahora es necesario que Ciencia y Universidad se financien más allá del 6% PIB que debe ir íntegramente destinado a la educación básica y media.
Se ha desarrollado una clara conciencia en la sociedad y en sus actores principales acerca de la importancia de la educación en nuestro tiempo, que consideran ineludiblemente a la educación como parte de la estrategia de desarrollo.
El primer factor que hay que incorporar es que todos tenemos la nostalgia de la buena educación pública del pasado, pero hay que decir que era para pocos. En los últimos años hubo una expansión formidable en ese sentido, pero no acompañada por inversiones y estrategia que permitieran mantener la calidad.
En el pasado, el sistema educativo era un igualador de oportunidades. Hoy la desigualdad hace que termine reproduciendo las diferencias. Los pobres van a escuelas pobres, con bajos resultados académicos.
El círculo de la pobreza pasa por ahí, hay que romperlo. Necesitamos políticas compensatorias, que den a los sectores postergados escuelas de muy buena calidad. Hay que actuar con estrategias que den mucha importancia a la educación inicial. El factor más grande de equidad educativa es lo que sucede antes de que el niño vaya a la escuela, en los primeros cinco o seis años de vida.
Hay una tendencia que le atribuye a la escuela la responsabilidad por la equidad social. Si hoy una persona no está educada, y no tiene por lo menos secundario, tiene una alta probabilidad de caer en la pobreza. Pero no hay ningún país en el mundo con educación de buena calidad sin una buena distribución del ingreso.
Con la secundaria obligatoria, es esencial que una familia tenga ingresos para mantener al adolescente, para que no tenga que ir a trabajar. Por eso la responsabilidad de la escuela puede cumplirse sólo como parte de políticas que gradualmente resuelvan estos problemas sistémicos.
El compromiso del docente con el aprendizaje de los alumnos es fundamental. Es un aspecto técnico, influye muy significativamente sobre los chicos.
El mapa de los resultados escolares está atado al de las condiciones de vida de las familias. Donde hay mayor concentración de pobreza hay mayor cantidad de malos resultados.
En el pasado, una familia era pobre porque ganaba poco, pero el padre trabajaba, y cumplía horario. Había cultura del trabajo, la familia valoraba mucho la educación. La pobreza ya no está asociada a eso. No tiene trabajo, o es muy precario y ocasional. La escuela debe ser un ámbito en donde el chico encuentre adultos significativos, un modelo que transmita pautas de conducta.
La formación docente resulta fundamental y deben tener mayor protagonismo las Universidades y la capacitación debe hacerse en el lugar del trabajo y en grupo.
Es indispensable promover la formación para las ciencias que contribuyan al desarrollo productivo. Es muy difícil que haya una buena educación sin articulación con el mundo del trabajo.
La condición indispensable para que la educación vuelva a ser el eje articulador que construya democracia y ciudadanía es que esté en el centro de la agenda política, fuera de la competencia y que los lineamientos de política educativa sean consensuados por todos los actores desde el centro del poder político.
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