Monday 15 de February de 2010

María Belén Agostini, laureada por la Academia Nacional de la Historia por mejor promedio del país

María Belén Agostini, laureada por la Academia Nacional de la Historia por mejor promedio del país

Un ejemplo tandilense de vida estudiosa de inéditas características que enorgullece a la comunidad universitaria local y de la región. La medalla académica respectiva le será entregada en la próxima Colación de Grados de la UNICEN.

 El 8 punto 95 asomó su distingo entre las mentes estudiosas. Bastó que
lo viera en el curriculum la Academia Nacional de la Historia al
analizar lo sucedido en 2008 para premiarlo –el estilo institucional
aguarda un año- como mejor promedio ese tramo de una flamante graduada
de la materia, en este caso perteneciente a la facultad de Ciencias
Humanas de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos
Aires.
Pero nada cambió en la forma de ser de la tandilense María Belén
Agostini. Con el diploma de Profesora bajo el brazo ejerció durante
2008 la docencia secundaria en los colegios San Ignacio y de la Sierra,
del que egresara en 2002. Su discreta humildad no se inmutó por la
altísima distinción. Hasta en cierta manera se sorprendió cuando le
requerimos el contacto periodístico.
“Egresé del secundario con una formación muy fuerte en Ciencias
Naturales, sin dejar de lado las Ciencias Sociales. A días de egresar me
anoté para estudiar Física en el Campus, y cuando empecé a hacer el
curso nivelatorio me di cuenta que los números no eran para mí”.
Lejos de arrugar, María Belén rescató de su interior la escondida veta
vocacional que buenas profesoras supieron dejarle durante su paso por el
colegio. “Me hicieron ver una Historia no basada en lo tradicional sino
más metida en los grupos sociales. Entonces terminé de definirme por esa
carrera; empecé a estudiarla en 2003, concluí cinco años después el
Profesorado, en agosto de 2008, y sigo ahora con la Licenciatura”.

TRANSFERIR CONOCIMIENTOS

“En ese camino me organizaré mejor en 2009 para hacer la tesis, buscar
en las fuentes y leer más. En el camino del Profesorado siempre me sentí
muy cómoda; no sentí tanto el golpe que muchos experimentan al pasar del
secundario a la Universidad. Además, al ser de Tandil no me afectó el
desarraigo que sufren al principio los estudiantes de afuera.y me adapté
rápido a la dinámica de los profesores pudiendo investigar con facilidad
a lo largo de la carrera”.
“Creo que en este rol de investigadores que deberíamos tener quienes
hacemos ciencia e investigación es necesario articular bien las dos
cosas para tratar de explotar todos los puntos que la carrera permite,
para que el conocimiento no quede sólo en uno sino que pueda trasmitirse
a los demás”.
“¿Si prefiero estudiar sola o en grupo? Creo que en cercanías de un
examen hay que buscar compañeros de ritmo similar para, juntos, ver qué
leímos, qué sabíamos y cuáles dudas teníamos. Está bueno, en materias
largas, leer sola al entrar en el tema, pero después hay que discutir
las cosas en grupo”.

PREPARACION INTEGRAL

“Siempre traté de balancear las tareas, es decir no dejar de
protagonizar las cosas familiares y frecuentar amistades y actividades
físicas. Lo ideal es repartir bien el quehacer para no llegar
enloquecida a los exámenes finales. No me parece lo mejor sumar
tensiones a situaciones, de por sí, bastante tensas”.
Su férrea responsabilidad no eludió sonrisas al reconocer que no está
sola con los libros. “Estoy en pareja desde hace dos años con mi novio,
pero no cocino tanto como para decir que soy una ama de casa”, rió.
No interpreta que haya una edad tipo para estudiar una carrera
universitaria. “Entiendo que no; en Historia me encuentro con gente
grande, con otras carreras finalizadas, aunque sí me parece que es
positivo la continuidad de hábitos entre los estudios secundarios y la
Universidad. No hay edad en la necesidad de formación constante. Por mi
parte, estudiaré hasta que no pueda leer más”.
En tal sentido la dueña de la medalla académica ve ejemplos que le dan
la pauta “en mi mamá, en otras personas de la Universidad y, de hecho,
en mis profesores, que continúan con la voluntad de conocer más, con
voluntad de aprender más allá de las edades; hasta hay casos de
profesionales jubilados que estudian Historia”.

POLITICA UNIVERSITARIA

María Belén no se desentiende de la política universitaria. “A lo largo
de mi carrera como alumna no participé en ninguna agrupación, pero como
graduada me pareció que podía comprometerme más por el hecho de que
somos tan poquitos que hace falta activar el espacio, así que en 2009 me
sedujo la propuesta que el graduado no pierda el brazo con la
Universidad. Acepté y resulté electa consejera superior suplente,
acompañando a Romira Mapelli por la facultad de Ciencias Humanas”.

ESTUDIAR Y TRABAJAR

“Sí, fue una suerte no haber tenido que trabajar al estudiar mi carrera,
gracias al gran esfuerzo de mis padres. Eso me impulsó a ponerle todas
las pilas al estudio; además, los ritmos que impone un empleador no son
siempre los del estudiante, restando tiempo y cansando demasiado. Se
puede hacer las dos cosas, claro, no obstante es muy importante que una
familia pueda bancar el estudio de un hijo”.
María Belén ejerce en el secundario la cátedra de Historia Argentina y
Latinoamericana del siglo XIX, del siglo XX, Historia Moderna y también
Derechos Humanos y Ciudadanía. “En la Unicen proyecto ejercer recién
cuando obtenga la Licenciatura”.

EL PAIS, DESDE SU SITIAL

Por supuesto, la formación integral de la profesora se animó a opinar
sobre lo que el país necesita para salir adelante. “Creo mucho en el
diálogo, en el consenso y no en chocar solamente por que otra corriente
política es diferente. Una primera medida sería eso”.
“Hay que pensar que somos un país que a lo largo del siglo veinte ha
sufrido por la falta de diálogo y los enfrentamientos, sin pensar en la
posibilidad de conciliación. Entonces, ante la necesidad de construir la
democracia día a día y preservarla el diálogo debe estar en primer lugar”.
“Las ideas deben incluir a los demás. Porque el representante de un
partido político gane no quiere decir que la oposición tiene que
destruir todo, e igual el que gana tenga que acallar a la oposición. Los
sectores de la sociedad tienen que armonizar, de lo contrario no vamos a
ir a parar a ningún lado”.
La medalla de la Academia Nacional llegará a manos de la galardonada en
la próxima Colación de Grados de la Unicen. Si púdiera, seguro que la
Historia le tendería ese día su mejor alfombra roja de bienvenida a
espíritu tan sano e indagador.


Palo y astilla


Tiene 24 años, es linda, de ágil lucidez, amiga de la reflexión y dueña
de una virtud que escasea, sobre todo en los jóvenes: sabe escuchar.
Ese singular perfil sumado a una feliz casualidad periodística y a un
“secreto” que aquí se rompe, nos llevó a incursionar en algo íntimo que,
aunque inocultable, tampoco su férrea personalidad se ocupó de disimularlo.
Empecemos por lo casual. Hace algunos años, también para un reportaje
charlamos con la mamá, notable educadora, al recibir un bien merecido
laurel académico. Entonces, al acudir su esposo al campo donde sigue
criando cerdos, Graciela María Elena Fernández solía traer de la mano a
la facultad de Humanas a María Belén, hija de ambos.
“Recuerdo cuánto me impresionaba la Universidad al acompañar a mamá a
trabajar. A pesar de que nunca influyó en forma directa en mi vocación,
aprendí así de ella las primeras letras de la responsabilidad”.
Previa venia pedida a nuestra interlocutora, sigamos por el “secreto”
revelado. Igual que su mamá, María Belén comenzó en la adolescencia a
experimentar dificultades de visión en su ojo derecho. Hoy y desde
aquella edad temprana, ambas ven con él muy poco, o nada. Una herencia
genética perfecta.
Sin embargo, igual que el palo irremediable de su mamá la astilla
preferida continuó y acrecentó sus estudios como si nada ocurriera. No
fue una barrera en la vocación. Doble mérito, doble inteligencia, doble
fuerza de voluntad, doble templanza. Un ejemplo gigante que hoy alegra
al corazón de sus corazones y enorgullece a todos.