Tuesday 6 de September de 2011

La sonrisa del Negro Salceda tuvo revancha

OSPUNCBA rindió homenaje póstumo a su fundador

La sonrisa del Negro Salceda tuvo revancha

         Aula Magna a pleno. Lindas presencias, con predominio de madurez, que es lo mismo que decir de trozos de vida dados cuenta de la importancia que representa caminar y hacer algo. Todos juntos. Familiares, amigos, colegas y comunidad universitaria, comulgando el mismo sentimiento agradecido y dedicado a quien este lunes – coincidencia que enterneció la tristeza – hubiese cumplido 67 años: el recordado médico tandilense Juan Antonio Salceda.

         La Obra Social del Personal de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires – “nuestra Universidad, al decir del Negro, apodo reflejo de su personalidad –como satisfecha maestra de la noble ceremonia.

     Su actual titular, el abogado Oscar Granato, abrió el encuentro con la lectura de una nota del rector, contador Roberto Tassara – se encontraba ausente debido a gestiones en la Capital Federal – que, entre otros párrafos elogiosos, reconoció del extinto “su aporte entusiasta y comprometido para el desarrollo de nuestra Universidad, así como su inspiración, fe, perseverancia y trabajo para la creación y consolidación de la Obra Social”.   

      Citó luego Granato que “en este lugar emblemático, el Aula Magna, hace 12 años veía la luz la Obra Social del Personal de la Universidad, en julio de 1999. No fue fruto de una casualidad, sino del trabajo y el esfuerzo por parte de un grupo de universitarios, funcionarios, docentes y no docentes, dirigido por un ideólogo idealista, de espíritu inquieto y conceptos claros que fue el ordenador del realismo y las ideas en el proyecto de creación”.

   “Consiguió crear un modelo de la calidad que hace más de 12 años que está dirigiendo los destinos de la salud de universitarios de Tandil, Azul, Olavarría y Quequén, perfilándose como una obra social de mayor prestigio en el ambiente de la salud, figurando entre las primeras en eficiencia y calidad de prestación”.

  Cerró diciendo que “a 10 años de su partida la Obra Social Universitaria funciona como él, nuestro Negro Salceda, lo soñó”. 

 

ORIGINAL Y ATRAYENTE SEMBLANZA

 

      Enseguida, presentado por su antecesor en la palabra, el doctor Eduardo De Santibáñes, distinguido jefe de cirugía y trasplante hepático del Hospital Italiano de Buenos Aires, colega y gran amigo de la figura homenajeada quien viajara expresamente a pesar de su enjundioso trajín laboral porteño leyó, con contagiosos paréntesis de emoción, una semblanza bien escrita, inteligente, en la que mechó con nitidez anécdotas y pensamientos profundos que impactaron.

   Tras agradecer a la Obra Social el honor conferido describió su primer contacto con “el Negro en noviembre de 1980, en Tandil”, en el hogar de los recién llegados doctor Rubén Llarrabide y esposa. Fue allí donde apareció, comentando un problema que necesitaba solución. Me pidió una opinión, diciéndome que no aceptaba la falta de compromiso. Quedé sorprendido e intrigado. Así empezó una larga relación que se dilatara con el tiempo”.

   Recordó a los padres, Ema Angelillo, de ascendencia italiana y fundadora de las Damas del Hospital Ramón Santamarina, y Juan Antonio Salceda, español, llegado a Tandil de pequeño desde Castilla La Vieja, de convicciones e ideología comunista, poeta, fundador del Ateneo Rivadavia y referente cultural de la provincia de Buenos Aires. Sin duda, una valiosa genética para el Negro que potenciara su personalidad”.

   Pasó De Santibáñes al “carácter amiguero” del homenajeado que “difícilmente pasara desapercibido en el ambiente que le tocara desenvolverse”. Tras educarse en las escuelas 11 y Normal, siguió la influencia del doctor Miguel Basílico para seguir la carrera de Medicina”.

     “Estudió en la Universidad Nacional de La Plata, militando en el reformismo y conociendo a través de su hermana Susana a Franca Bortolotti, quien sería su esposa y madre de sus dos hijos: María y Juan, sazonando el orador sus fragmentos con risueñas ocurrencias.

    “Ya con el título de médico concurrió al servicio de cirugía del profesor José María Maineti, en el Hospital Pirovano y luego en la Universidad de San Pablo, servicio de referencia a nivel mundial. Allí surgió su habilidad y capacidad quirúrgica ilimitadas”.

 No olvidó De Santibáñez el fanatismo del Negro por River, trasmitido con entusiasmo a sus hijos. Ni tampoco que “ha sido uno de los cirujanos más capaces que he tenido la oportunidad de entrenar. Siguieron menciones de grandes amigos del Negro, siempre animados por proyectos en común que “tanto me comentaba y ponderaba”, lo mismo que “cuando hablaba de dardo Fernández Aramburu, hijo de Dardo, “el único cirujano cardiovascular con dos manos más hábil que haya pasado por los quirófanos americanos y del resto del mundo”.

     También se refirió al cariño del Negro por aquella pléyade de colegas de la Policlínica Paz, “de quienes hablaba con singular entusiasmo, igual que de Quique Bellagamba, Amadeo Nicola y muchos otros que escapan a mi memoria, con quienes fuera motor incesante en las organizaciones de las afamadas Jornadas Médicas de Tandil, concurriendo con admirable constancia, todos los lunes, al Hospital Italiano de Buenos Aires desde 1988 hasta el 2000. Siempre iluminando con su consejo equilibrado y solidario”.

     

SU MANO A MANO CON EL ADIOS

 

     La semblanza llegó a su tramo más tocante: la cita extrema con el adiós. “He asistido a muchos pacientes en sus últimos momentos, pero nunca vi transcurrir las últimas horas previas al desenlace humano con tamaña dignidad, paz y valentía como el Negro”.

    Ya muy enfermo de cáncer y en su lecho “me acerqué y conversamos a solas. Una charla muy breve, profunda y sentida, sin sobreactuación alguna. Con cariño, respeto y confianza. Sólo nos estrechamos la mano y nos miramos a los ojos como diciendo ojalá nos volvamos a ver”.

    “No dudo que el Negro nos está acompañando, compartiendo este sentido común. Sepan bien cuán satisfecho se sentirá al ver a sus amigos y comprobar cuánto sus consejos y enseñanzas han servido para ser en lo suyo personas de bien. Gracias Negro y, para vos, este aplauso”. Las palmas se enrojecieron.

    

ESPLÉNDIDO VIDEO

 

       Programado por María, la hija especializada universitaria en comunicación, un video sobre episodios de la vida de Salceda concluyó el encuentro.

   En él, familiares, amigas y amigos de la niñez y otras edades, colegas y demás personalidades tandilenses y de la región que fueran desde el doctor Raúl Conde, vicerrector de la Universidad Nacional de Mar del Plata, hasta un matrimonio de un barrio periférico tandilense, pasando por el sacerdote Troncoso y numerosos profesionales y universitarios rescataron con sus anécdotas y opiniones la alegría hundida por la pena. Un exquisito corolario.

 

APROVECHADA OPORTUNIDAD

 

    Bien se dice que cuando muere un médico muere algo más. Así lo determina la existencia cuando ese profesional ha dejado en su pueblo la vida que legara el Negro a cuanto tandilense recibiera su apasionada y honesta atención profesional. Y así se sintió y se vio en la reunión.

       Sus recordadas virtudes quedaron exaltadas en el momento final. Un adiós temprano, demasiado temprano aún. Lo recibió con silenciosa y seria valentía. Sin su habitual sonrisa que, quizá, prefirió esconder en el alma nada más que por respeto a su clásica enemiga: la muerte, contra la que luchara tantos años por los demás.

   Recién ahora, a los 10 años, como tomándose revancha, su sonrisa reapareció para todos. Agradecida. Contagiosa. Optimista. Inolvidable. También convencida que cuando se va un médico se va algo más. Así es. Y en esta ocasión nada menos que con el Aula Magna como testigo.