Monday 1 de October de 2012

Estupenda celebración de las Bodas de Plata del Trío de Cámara de la Unicen

Estupenda celebración de las Bodas de  Plata del Trío de Cámara de la Unicen

     Arañas a pleno. Listones del piso relucientes. Escenario enfundado. El piano de cola expectante. Sonido dispuesto. Expectativa. Emociones contenidas y 25 años del Trío de Cámara de la Universidad del Centro con sus cuerdas dispuestas a encender la vela cumpleañera de sus vibraciones ante un público heterogéneo. Maduros y jóvenes que no dejaran lugar ni para un alfiler.

 

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     Marta Favorito, la pianista, Alfredo Bouvier, el cellista y Pablo Albornoz, el joven violinista nos regalaron instantes previos al especial concierto celebratorio, coincidente con la presentación de su segundo CD.

  Ella y aquel, con la sonrisa quieta de la emoción que no quiere irse del desfile de estampas y sensaciones traídas por los años, anticipaban la felicidad del momento. “Nos parece mentira poder ejecutar hoy estas obras, después de tantas presentaciones y conciertos didácticos en Tandil y otras tantas ciudades desde el ‘87”.

   “Hay años en lo que hemos hecho hasta 25 presentaciones, siempre apoyados por las distintas gestiones universitarias”, mencionaban enancados en el recuerdo.

  “Yo me incorporé hace seis años, muy contento”, terció Pablo. A Alfredo ya lo conocía de la Sinfónica de Mar del Plata y tuve el gusto y el honor de conocer a Marta. Siempre creciendo, con nuevos repertorios y buscando otras alternativas con la música popular y por supuesto la académica y clásica, todo arreglado para esta formación con un buen nivel”.

    “Interpretaremos ahora, dentro del programa, una suite de tangos que Juan Carlos Cuacci nos escribiera para este recital”, añadió Pablo, a lo que Marta se encargó de sumar la dedicación de la Milonga para Recordarte que nos dedicara José María Carotti, un chico que se iniciara en el Conservatorio local, algo que nos pareció lindísimo”.

      “Sí, naturalmente”, recordaron Marta y Alfredo, con la voz entrecortada, la figura de Carlos Alabart, quien durante “el tradicional concierto del Domingo de Ramos, en 2006, encontrara la muerte con el violín en sus manos mientras estábamos tocando aquí mismo. Se fue con Mozart, porque justo estaba ejecutando uno de sus temas”.

        “Ahora debemos seguir adelante” – coincidieron --, pensando en los jóvenes que nos secundarán. Siempre quisimos hacer de este trío una institución, con sus miembros en sucesivas renovaciones”.

     Enseguida, las cuerdas del conjunto deleitaron a la concurrencia recorriendo tangos de Piazzolla, Gardel, Le Pera; una serenata de María Elena Walsh; composiciones de Mozart, Guastavino, en compañía del Ballet de Danzas Argentinas, Conjunto Juvenil de Guitarras, Comedia Universitaria y el Coro Universitario.

          Siguió la segunda parte con variaciones de Beethoven, las milongas de Carotti y Cuacci y tangos de Cadícamo, Stamponi, Plaza, Discépolo, Troilo, Manzi, Salgan, cerrando con la genial La Cumparsita de Gerardo Matos Rodríguez. Todo resultó magnífico. Memorable.

 

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  Luego, recuperado el silencio y la también atrapante quietud del Aula Magna, quedó en Marta, Alfredo y Pablo la seguridad de haber hecho algo delicioso.

   Así lo subrayaban los sostenidos y cálidos aplausos que en el final hicieran titular las luces de las arañas y con cuyo eco, luego, en el medio del silencio de la noche, danzara sobre los mosaicones pasilleros del viejo Hotel el espíritu de Carlos. El gran ausente.