Doctor Fracois Dubet: “La solución puede estar en el docente”
Nos recibió algo cansado por el trajín de la jornada y con cierto apuro nacido en la necesidad de su señora esposa – también francesa – y de ambos por salir de paseo y compras de algún suvenir, el doctor Francois Dubet, máxima figura catedrática que especialmente invitado había pronunciado, en el Campus, la conferencia inaugural del reciente Encuentro Internacional de Educación -- por cierto exitoso -- organizado por el Núcleo de Estudios Educacionales y Sociales de la facultad de Ciencias Humanas, a los 20 años de su publicación Espacios en blanco.
Pero igual, lleno de amabilidad, nos recibió unos minutos en el hall del Hotel donde se hospedaba para resumir lo que fuera el eje central de su teoría para achicar la brecha actual en el aprendizaje que tanto preocupa a las universidades: el rol del docente.
Sociólogo de nota, con dilatada y brillante trayectoria en los atriles de la Université Bordeaux II, estado galo con costas sobre el mar Cantábrico, pormenorizó acerca de las desigualdades sociales y preparatorias que sufren niños, adolescentes y jóvenes, sobre todo los que deciden seguir un carrera universitaria.
De 68 años de edad y padre de cuatro hijos, en duro castellano que precisara nuestra colaboración en adjetivaciones, mano a mano opinó que lo que aflige en Argentina, “es igual que en todas partes del mundo la brecha diferencial que se presenta en mi país y las universidades colegas de Europa, aunque en menor grado”.
“En mi charla inaugural traté de precisar, como críticas a los modelos actuales, dos o tres ejemplos de las desigualdades que llamo naturales, y que no alcanza a ser remedio efectivo el uso del guardapolvo ni los uniformes, tanto en los establecimientos públicos como privados”.
¿En todo el sistema, educación primaria, segundaria y superior, percibe tales desigualdades”
“Si, en todas las franjas, porque en definitiva y sobre todo en establecimientos privados a su vez ayudados por el Estado, este sistema presente practica las desigualdades sociales que dividen las capacidades intelectuales de los educandos, dándose siempre que los más inteligentes pertenecen a familias de ricos y los menos a los de grupos pobres. Quiere decir que el modelo de desigualidad que practican los países democráticos dedicados a la inclusión, no es un remedio definitivo, lo que coloca al educador en la disyuntiva de enseñar hacia arriba o hacia abajo”.
UNA CRÍTICA CONSTRUCTIVA
“¿Cómo solucionar ese problema que desiguala las capacidades, aumenta las divisiones sociales y domina el modelo restándole efectividad, para evitar mayores deserciones? Creo que debe interpretarse que los niños y jóvenes son iguales, tienen parecidas inteligencias que deben incentivarse en su conjunto.
Entiendo que es un gran problema del sistema en las sociedades democráticas. Se trata sí, de una de las desigualdades que citaba, es decir que si los individuos se toman como iguales, la distribución social entre los que más saben y los que menos saben los hace distintos, no sabiendo el docente si seguir educando con los más inteligentes, por lo general de familias ricas, o con los menos inteligentes provenientes de hogares pobres. Es decir que el modelo inclusivo en lugar de igualar desiguala”.
¿Se deduce, por lo tanto, que los modelos similares de Francia y Argentina no sirven para conseguir una buena educación?. “Sirven, si, pero son modelos muy exigentes y difíciles de llevar adelante con éxito. Creo, y en esto se basa mi crítica actual, que las inversiones estatales deben ser proporcionales entre las distintas etapas de la educación: primaria, segundaria y universitaria”.
EL DOCENTE, HERRAMIENTA VITAL
Opina el catedrático de reconocido prestigio y extensa trayectoria internacional que “la solución podría basarse en una buena y adecuada capacitación del docente”, al que interpreta como la herramienta esencial, junto a una mejora sustancial en sus remuneraciones y, también a través del Estado, la adecuación edilicia de los establecimientos escolares, para poder desarrollar la difícil tarea sin mayores necesidades físicas”.
“Partiendo de la base que todos son iguales debe, el educador, eje de la cuestión, -- acentuó Dubet en su teoría crítica -- rescatar la inteligencia dormida que presentan los escolares pobres para acercarla a la de los chicos de los hogares pudientes, ya que los pobres, por naturaleza, carecen de una ayuda familiar previa y paralela al aprendizaje escolar”.
“De esa forma se podría inculcar el compromiso del alumnado y el propio por la tarea que realizan. Así podría ser factible encontrar una de las soluciones a los diversos problemas que afronta el sistema”.
“Debe pensarse que todos los niños son inteligentes, unos más y otros menos inteligentes. El don de la capacitación prepara al docente, tanto de las escuelas públicas como privadas para no hacer distinciones sociales de inclusión, sino educar para todos por igual sin separar a la gente entre pobres y ricos, tratando de esa forma de formarlos emparejando, dentro de las capacidades desiguales, siempre para la mayor calidad posible a cada uno de ellos. Es difícil. claro, pero no imposible”.
El matrimonio Dubet mostró, al despedirnos, idéntica impresión. “Además de la amabilidad que encontramos en la gente de la Universidad del Centro y admirar las instalaciones del Campus, la ciudad nos resultó muy tranquila, dulce. Muy linda para habitarla y con gente atenta y cordial. Nos vamos contentos de haberla visitado durante estos tres días en Argentina”.
Carlos Iparraguirre (Prensa Unicen)