Wednesday 14 de September de 2011

Distingue a la Unicen toda el galardón recibido por el investigador Lanusse

Distingue a la Unicen toda el galardón recibido por el investigador Lanusse

La pluralidad en dichos y hechos compartidos por oresenses y tandilenses con lo más rancio del ámbito científico argentino permite asegurar que el premio de la Fundación Bunge y Born 2011 (Ciencias Veterinarias), recibido en la Capital Federal por el investigador Carlos Edmundo Lanusse, impregna, con su distinción y orgullo, a todos los segmentos de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires de la que es hijo.

Así permiten asegurarlo no sólo la natural y atrayente personalidad del elegido sino el clima vivido, la noche de este lunes, en el Four Seasons, calle Posadas 1086, nada más y nada menos que el hotel más encumbrado de la city porteña.

Junto a miembros organizadores, representantes institucionales invitados y científicos premiados de la Fundación benefactora años anteriores – subrayan que se trata, con sus 47 años de antigüedad, de la premiación académica más trascendente de Argentina – colmaron las 500 sillas del espectacular auditorio del primer piso figuras notables de la ciencia, funcionarios, familiares, amigos venidos de Orense pueblo natal del premiado y tandilenses, amén de representantes de la Unicen encabezados por el rector, Roberto Tassara.

Al lado de éste pudo verse al secretario general Guillermo Corres, el decano de Veterinarias Marcelo Aba, el ex decano histórico Osvaldo De la Canal, investigadores Ofelia Tapia, Gustavo Politis (Ciencias Sociales), Alberto Somoza (Exactas), Carlos Lorenzo (Económicas), Luis Luchessi, Eduardo Sánchez Bruce y otros de Veterinarias, miembros del equipo del Laboratorio de Farmacología –- es referente mundial— que dirige Lanusse, todos ellos becarios del Conicet, pesquisantes del INTA, y los no docentes Esther Iturralde, Hugo Lendez, Rodolfo Pintueles y un integrante de la secretaría de Relaciones Institucionales.

SECUENCIAS DEL ACTO

A las 19.15 ocuparon el estrado flanqueado por dos grandes pantallas Enrique Humanes (F), Alix Born (F), Marta Rovira (presidenta Conicet), Hugo Héctor Ortega (Premio Estímulo), Lino Barañao (ministro de Ciencia y Tecnología), Jorge Born hijo (titular F), Carlos Lanusse, Alejandro de La Tour D’Auvergne (F), Jenefer Féraud (F) y Juan Miguel de La Tour D’Auvergne (F).

Enfrente, bajo el mismo techo eclíptico de especial acústica, el medio millar de concurrentes siguió con especial fervor las instancias de la coqueta ceremonia.

DEL DOCTOR BORN

En su meduloso y ameno discurso el presidente de la fundación, doctor Jorge Born (h), calificó de “notables científicos argentinos” al doctor Lanusse (52 años) y al doctor santafecino Hugo Héctor Ortega (39) elegido para el premio Estímulo a Jóvenes Investigadores, galardones ambos decanos de las premiaciones científicas en Latinoamérica.

Enseguida, uniéndose a la celebración mundial de los 250 años del “reconocimiento de la Veterinaria como ciencia específica”, felicitó a todos los veterinarios que “con esfuerzo y sacrificio construyen nuestra Patria” reconociendo el apasionado origen rural de su familia.

En especial referencia al doctor Lanusse destacó lo multifacético de sus éxitos pues “me han dicho que, además,  es un eximio basquetbolista”. Ponderó el “notable grupo de investigación por él formado y hoy reconocido internacionalmente y del que forma parte nuestro Premio Estímulo 2003 doctor Luis Ignacio Alvarez”.

Habló de “los originales aportes de Lanusse, mediante la investigación farmacológica de las drogas, al estudio de la resistencia parasitaria, los que han permitido dar soluciones a grandes problemas de la población ganadera, y de sus esmeros en la formación de profesionales que han sido destacados por el distinguido Jurado, de imparcial y desinteresada tarea”.

Caminó después la oratoria de Born a lo largo de la histórica trayectoria de esta ciencia en el planeta hasta Santa Catalina, hace 180 años, la primera escuela veterinaria nacional, reseñó la vida de la Fundación en nuestro país, elogió el apoyo estatal de la actualidad a las ciencias y resumió el espíritu de sus conceptos en este pensamiento: “No hay esfuerzo más rentable ni tarea más loable que agregar valor a nuestros pueblos por medio de la educación de calidad de nuestras juventudes rurales”.

CONGRESO EN TANDIL

En la parte final de su discurso el titular de la fundación adelantó que, a través de la facultad de Ciencias Veterinarias de la Unicen, “en honor a nuestro Premio 2011 (llámese Lanusse) y coordinada por él la organización en común con la Academia Nacional de la especialidad) se realizará en Tandil un encuentro “de primera magnitud como lo será la Jornada de Actualización Veterinaria el 25 de noviembre próximo”, en el Campus, con la especial participación de renombrados investigadores mundiales.

Por último, una vez acentuadas las actuaciones más salientes de la Fundación en su apoyatura a las ciencias, Born invitó a compartir un brindis luego del acto, en el foyer del Auditórium, “por los brillantes investigadores homenajeados”.

VIDEOS Y RESUMENES

Siguió la ceremonia con la proyección de sendos videos dedicados a los laboratorios del joven Olivera en Esperanza, Santa Fe (trabaja en la pesquisa de quistes ováricos vacunos) dependiente de la Universidad Nacional del Litoral, y al doctor Lanusse – ambos resumieron formas y objetivos de sus respectivas misiones—proyección ésta en la que aparecieron imágenes de espacios y gente del Campus que incluyeron tomas del Club Independiente, sede del reconocido y citado con simpatía fervor lanusista por el básquet.

Una vez entregado a su ganador el Premio Estímulo y pronunciado el agradecimiento de éste científico, el elogiado investigador de la Unicen, diploma y medalla de oro en mano, ocupó la tarima del estrado para formular sus sentido reconocimientos.

SENCILLEZ, EN SU MÁXIMA ESENCIA

Uno por uno el doctor Lanusse personalizó sus agradecimientos. Lo hizo, con su acostumbrada prolijidad, a la Fundación, demás instituciones ligadas a esta faceta de la ciencia; al Rector y todos los funcionarios e investigadores de la Unicen presentes; a los compañeros de trabajo, “a mis amigos, a toda la familia que me acompaña y al público en general”.

Al límite de la emoción, se encargó de decir cosas que ayudaran – vaya si lo hicieron – “ a conocer al auténtico Carlos Lanusse que muchos de ustedes desconocen”.

Por supuesto, y luego de felicitar a su colega Hugo Ortega, se encargó de citar estampas de Orense, su pueblo bonaerense natal, la vida universitaria en Tandil, de su carrera, sus amigos, su deporte y de su familia, recordando a “mis viejos que ya no están y cuyos legados me marcaran en esfuerzo más dignidad con los que he transitado mi profesión”.

Sus palabras francas – no esquivó referirse con entradora naturalidad a “la joda que caracteriza la vida joven” -- , siempre seguidas con llamativa unción por el auditorio, dibujaron con placer la singular personalidad del maduro investigador premiado.

Condensó en dos personas la influencia recibida “en mi carrera: doctores Osvaldo De la Canal, un visionario que arriesgó a pensar que la investigación en una joven Universidad era posible, y Jorge Recalde, también despertador de mi vocación por la ciencia”.

IMPORTANCIA DE LA INVERSION

Como es su costumbre, prefirió hablar en plural siempre que se refirió al avance científico de sus becarios guiados, “más de veinte personas del grupo interdisciplinario de trabajo que lucen, todos, un gran complemento vocacional. Algo que me enorgullece. Por eso quiero, señor Presidente y señor Ministro, poner este logro en el contexto de una institución, como ésta, que apostó por la ciencia, sabiendo de la importancia para el desarrollo del país de la inversión en ciencia y tecnología”.

 

“Que la sociedad pueda visualizar que lo que aporta con los impuestos se dedica a la educación pública, la universidad, el Conicet y todas las entidades estatales afines. Y es mucho más valorado dicho destino cuando se ve que premiaciones como éstas vayan al interior del país”.

Después de sumar agradecimientos, entre ellos “A mi Facultad y Universidad”, su párrafo final Lanusse lo dedicó, con tocantes referencias, “a mis hijos Nazareno, Lautaro y Simón”, y a Diana Lan, su esposa, “que igual que mis hijos se bancó un marido trotamundos, una compañera desde la hora cero”.

DEL MINISTRO BARAÑAO

Cerró las oratorias el flamante ministro Luis Barañao, de 58 años de edad, primer funcionario argentino de ese rango responsable de Ciencia y Tecnología cuya imagen personal dista mucho de responder al encumbrado biotipo ministerial.

Con amenas menciones pintó su todavía breve trayectoria oficial y significó la trascendencia de la salud animal en la producción entera, exaltó los lineamientos de la Fundación, diagramó enfoques de su fructífera función y, en celebrada actitud, reconoció, en alusión a su modesta estatura física, que “lejos puedo estar de poder, como el doctor Lanusse, de jugar al básquet”.

Concluido el acto, la totalidad de los asistentes gozó un espléndido ágape con brindis que copó los elegantísimos espacios del foyer. En su transcurso la familia Lanusse fue blanco constante de manos dados y abrazos emcionados. No era para menos.

ALEGRIA DEL RECTOR

Ya durante el lunch servido de maravillas, el rector de la Unicen, contador Roberto Tassara, comentó su alegría porque “Carlos Lanusse haya llegado a recibir este Premio con la distinción que supone con toda su trayectoria, muy claramente expuesta en el video pasado y que conocemos muy bien”.

“Nosotros nos vemos también reflejados en esto como institución no sólo en el video sino en sus propias palabras y también de los que fueron decanos de la Universidad desde que él era estudiante hasta aquí. Me parece que en ese sentido tenemos que estar agradecidos de esta posibilidad de Carlos con este Premio tan reconocido, con las palabras de todos y la presencia del ministerio Marañao, los elogios vertidos y la distinción de su trayectoria”.

 “También fue importante la presencia de la gente de la Universidad que ha acompañado, porque todos comprendieron lo que éste Premio representa para Carlos, su equipo de trabajo y para nuestra Casa”, reflexionó el Rector.

Ginobili

Camisa clara, corbata roja y traje oscuro. Impecable. Colores de ocasión. La otra cara de su siempre prolijo guardapolvo blanco, aunque por dentro seguía siendo el mismo Lanusse. Carlitos, el muchacho de acá a la vuelta como le gusta que lo etiqueten.

Pleno acto. Más allá de la respetuosa atención a los elogios personales sus ojos renegridos elegían escaparse del clásico almidón del ceremonial. Maravillados por el palaciego aspecto del Hotel y su Auditórium, recorrían el ambiente. Del piso al techo, pasando por las siluetas presentes. Al estilo simple de Carlitos, ese hijo de Orense hecho tandilense por opción, pero siempre fiel a sus raíces.

Por unos instantes el homenajeado pareció aislarse. Y seguro que lo hizo, dominado por su sencillez. A través de r los privilegiados barrios de su cerebro deambulan relámpagos de antaño, de su vida ajetreada, del éxito en la lucha contra la enfermedad de su amada Diana. De sus hijos. De si se sentirán bien sus amigos, incluido el Jefe de la Estación de Servicio de su pueblo. En fin, de todo. Intimo y ajeno.

Y en ese todo desfiló, para quedarse un ratito, su básquet. Es que nunca en la historia de la prestigiosa Fundación se había mencionado tanto un término deportivo.

Quizá así, después de recibir la premiación y hablar, Carlitos, centro de la escena, médico veterinario por sobre todos los rimbombantes títulos que siguieron, quedó unos instantes enancado en la imaginación. Tal vez sintiéndose con esos ojos negros demasiado humedecidos (por qué no) Emanuel Ginóbili, su héroe basquetbolístico, debajo de papelitos que no terminaban de caer.

Ojalá así haya sido. Porque bien se lo merece. Y mucho.

Carlos Iparraguirre (Prensa Unicen)