Lunes 21 de febrero de 2022

De España a la FIO, con el cannabis como desafío medicinal y social

De España a la FIO, con el cannabis como desafío medicinal y social

De la Universidad del País Vasco al campus de Olavarría, y sin pausas, el doctor Gastón Barreto se propone optimizar el cultivo que hoy realiza en Ingeniería. ¿El objetivo? Avanzar con pruebas de laboratorio que, en el mediano plazo, cambien la calidad de vida a los y las pacientes además de articular con el Laboratorio de producción pública de medicamentos.

Codo a codo con gente de ciencia que trabaja a gran escala y hasta articula con la NASA, dentro de un laboratorio donde abundan recursos y financiamientos. En ese contexto, el doctor Gastón Barreto, director de Universidad y Cannabis de la Facultad de Ingeniería de la UNICEN, pudo avanzar en la investigación que inició localmente sobre cannabis medicinal. Una beca doctoral lo ubicó seis meses en el Departamento de Química Analítica de la Facultad de Ciencia y Tecnología, en la Universidad del País Vasco. El objetivo fue estudiar la hierba para usos sanitarios junto a un grupo de investigación español en busca de encapsular componentes que permitan una mejor recepción en el cuerpo humano.

El Dr. Barreto acaba de regresar al campus de Ingeniería con la idea firme de dedicar el año a optimizar el proyecto de cultivo y análisis de cannabis, además de consolidar el trabajo en equipo.

La experiencia en el suelo euskaro se dio en el marco de la convocatoria 2020 de las becas externas postdoctorales para investigadores del CONICET. La iniciativa apuntó a trabajar en sistemas de liberación controlada de principios activos derivados de cannabis para “aumentar la biodisponibilidad de los componentes” y mejorar la asimilación en pacientes.

Es una institución con tres campus y 35 mil estudiantes donde “todo es a gran escala, con proyectos, por ejemplo, con la NASA, ya que hicieron el desarrollo de los últimos sensores de la sonda que enviaron a Marte”, ejemplifica Barreto.

Allí conciben como “Departamento lo que acá es una materia” y eso ayuda a dimensionar el modo en que se entiende la Química Analítica, observa el investigador local. De hecho, “hay diferencias, sí, pero sigo defendiendo nuestro modelo de construcción de conocimiento que nace de una necesidad insatisfecha, requiere de un montón de valores, herramientas y estrategias, y tener la cabeza chipeada para resolverlo”, plantea, ahora sí a metros de “su” laboratorio.

En otra escala

El valor agregado que surge del otro lado del Atlántico es que llevan años poniendo el cannabis bajo el microscopio con avances significativos y más acelerados porque “la producción científica es más focalizada” y además “hay una gran inversión”.

En la Argentina, el escenario resulta más complejo y el abordaje es “bastante más amplio” porque a la hora de desarrollar un proyecto de investigación “nosotros administramos, generamos, hacemos las compras, la extensión, difusión y la vinculación”, compara Gastón Barreto, encogiéndose de hombros.

En la FIO funciona un centro de cultivo experimental que se inauguró en julio de 2021 impulsado por las facultades de Ingeniería y Ciencias Sociales de la UNICEN, más la agrupación Cannabis Activa y la Clínica María Auxiliadora. También hubo apoyo de instituciones y empresas de la región en esa etapa inicial y poco después sumaron a Ciencias de la Salud y Agronomía.

“Quisimos proyectarnos en España, ver los avances, los errores que habían cometido allá y ahorrar tiempo, pensando en que somos un grupo de investiga el desarrollo del proceso y de los materiales, con intenciones de ver cómo se puede generar alguna mejora en la formulación para hacerlo más eficiente”, asume el especialista.

En la universidad vasca “usan partículas a escala más grande, con cápsulas de alginato donde se incorpora cannabis; nosotros optamos por las nanopartículas para ver qué genera en el organismo y lo novedoso es que usamos todos los compuestos que derivan de cannabis, para tener un aprovechamiento total”, explica el Dr. Barreto.

Pruebas in vitro

Hay un dato puntual que disparó esa línea de investigación y fue que a nivel regional se detectó que del total de pacientes que consumen cannabis medicinal “un 90% usa el espectro completo y el resto, que es bajísimo, utiliza el específico”.

Ahora, ¿el cultivo en el campus de la FIO llegará al botiquín del consumidor final en algún momento? “Es el objetivo a mediano o largo plazo. Había dos genotipos muy usados a nivel local con contenidos comparables de CBD (cannabidiol) y THC (tetrahidrocannabinol), este último demonizado. Vamos a seguir estudiando, llevamos dos cosechas y estamos analizando tecnologías de iluminación, que se están procesando”, aclara el especialista.

No obstante, no habrá un vínculo directo con los pacientes. “Acá trabajamos a nivel in vitro, en simulaciones a escala de laboratorio. Las escalas en vivo se articularán con quienes sepan de eso. Si logramos transitarlo y desarrollar los materiales, vamos a probarlos in vivo a través de la Universidad de Concepción de Chile con quien ya tenemos un vínculo formal en esto”.

Impacto comunitario

El investigador valora su estancia en Bilbao pero siente que su misión hoy ya no está ligada a “estar todo el día con tubitos de laboratorio” sino que se define por una mirada “más integral, interdisciplinaria. Yo interactúo con un antropólogo, con agrónomos y biólogos” después de estar “15 años con un cromatógrafo que no habla. En ese escenario de construcción no me vuelvo a encerrar en el laboratorio”, asegura.

“Allá hay mucho volumen de datos en poco tiempo por los recursos que tienen a disposición. Todo está automatizado. Hay recipientes para muestras a granel; acá tenemos 10 y los lavamos y volvemos a usar. Allá eran tandas de a 100, laburan en serie. Pese a esa diferencia, nosotros hacemos magia y generamos muchísimo con los pocos recursos que tenemos”, enfatiza.

En España “todo es ordenado y no hay problemáticas territoriales para atender o, en realidad, creo que no hay un ejercicio social para visibilizarlas. La sociedad está pensada para que esa rueda gire y realmente gira. El transporte público llega a las 17.04 y llega. Es otro mundo”.

Sin embargo, “es otra magnitud que no elijo ni me encandila. Me emociona más dar una charla en el Concejo Deliberante sobre cannabis”, admite el investigador de la FIO posando sus ojos sobre Olavarría.

En abril se van a incorporar a dos becarios doctorales, un agrónomo de Córdoba y un biólogo de Santa Fe. Es una oportunidad para “fortalecer el equipo y dejar de trabajar en forma atomizada, propondremos una beca posdoctoral con una egresada de La Plata, pensada en articulación con el Laboratorio de producción pública de medicamentos”, destaca el investigador.

En ese contexto, analiza además que “hay capacidad tecnológica, hay recurso humano, ciertas voluntades políticas (no todas), ¿por qué Olavarría no puede ser un nicho? Fortalecer el equipo de trabajo con una dinámica no atomizada, es más eficiente, más eficaz. Es un desafío y el cannabis me vino a mostrar esa clave”.

A modo de cierre, el Dr. Barreto apunta que “es necesaria la ciencia dura y la generación de papers pero me pregunto qué impacto tiene una publicación en una revista de Finlandia cuando ves que es posible colaborar en una necesidad que está cerca y sumar algo a una discusión que tenga impacto en lo territorial. Entonces, seamos útiles desde otro lugar, sin dejar de hacer los papers”.

Fuente: Prensa Facultad de Ingeniería UNICEN