Las redes sociales como herramientas poderosas para la comunicación comunitaria

Los vínculos virtuales representan para el periodismo social un canal sumamente práctico para detectar problemáticas y establecer un contacto rápido y fluido con los vecinos.

La imagen es ésta: una redacción pequeña, dentro de una Facultad de Ciencias Sociales. Un tipo de periodismo que usa poco el teléfono, mucho los pies y más la cabeza. Que busca los temas en los barrios, hablando con las personas que pasan, con los investigadores que rodean el espacio físico donde se debaten los temas de sumario, se lee y se escribe. Así podría describirse la aplicación del periodismo social en las agencias Comunica y Zum de la Facultad de Ciencias Sociales de la Unicén en Olavarría. Son dos grades ejes de trabajo que apuntan a la comunidad y a la niñez y la adolescencia, respectivamente.

La experiencia, que cumplirá en agosto dos años, se traduce en una suerte de revista exclusivamente virtual (www.agenciacomunica.com.ar). Las redes sociales, en ese contexto, potencian las relaciones con la comunidad. Los estudiantes, en su mayoría de Comunicación Social, buscan los temas en la calle, hablando con los vecinos, con compañeros y observando permanentemente en sus vidas cotidianas todo lo “habitual”, deconstruyéndolo con mirada crítica para ver ahí donde los demás miran y no ven.

Muchas veces, la globalidad de datos y la noticia minuto a minuto, producto de las nuevas tecnologías de la comunicación, terminan por sobre informarnos, restando importancia a “lo importante”. “Todo es noticia” en las redacciones tradicionales y para los usuarios. Cada hecho, cada dicho, cada persona puede ser captada al instante y subida a la web tan sólo en un segundo con la ayuda de la nueva tecnología celular. De los contactos que traían las informaciones en mano y por teléfono, el periodismo pasó a la tarea sin papel, en la web, con archivos on line, con recepción de gacetillas por correo y casi sin contacto con las fuentes. El viaje de la noticia es inmediato.

Henry Jenkis, director de la carrera de Estudios Comparativos de Medios de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales de Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), (1), afirma que estamos viviendo “una cultura de la convergencia”. Un proceso tanto tecnológico como cultural, donde confluyen los viejos y nuevos medios a través de Internet y donde tiene lugar intercambios inéditos entre comunidades virtuales. La clave es aprovechar el gran potencial que la web tiene para dar, sin dejar que la avalancha de información nos saque la vista de lo verdaderamente importante.

A través de blogs, tweets y comentarios en Facebook, las personas logran visibilidad y se hacen escuchar con “sus propias palabras”, construyendo debates y circulando discursos compartidos. Se trata de que el periodismo pueda aprovechar estos nuevos conocimientos, visualizando a la gente no sólo como usuarios sino también como productores del cyber espacio, promoviendo la diversidad y aceptación de las diferencias desde un sentido constructivo.

Es por ello que las agencias están en Facebook y Twitter, porque las relaciones comunitarias se han expandido también en el plano virtual. Un comentario en Facebook, un enlace compartido, un grupo que acaba de crearse son muchas veces el disparador de un reportaje. Los vecinos (y los adolescentes especialmente) publican en las redes sociales sus preocupaciones porque quieren hacerlas públicas y ven en ellas el medio menos mediado para hacerlo. En Facebook no hay periodistas que determinan si lo que dicen es o no noticia, si es o no lo suficientemente interesante para ser publicado. Por eso, estar atento a ello abre la mirada de los comunicadores y los obliga a ver más allá de las barreras que imponen los medios tradicionales de comunicación, en tanto negocios. Al periodismo social no le importa el negocio, le importan las comunidades, sus acciones y transformaciones. Por eso, Comunica y Zum nacen en una universidad pública. Casi no podrían haberlo hecho en otro ámbito. Están en el lugar ideal para promover la comunicación comunitaria en un marco de Derechos Humanos y de la ley de infancia y adolescencia Nº 13.634.

Los juguetes de los niños y niñas, el uso que les dan, la atención sanitaria en los barrios, una pintada mural que antes no estaba, las manifestaciones simbólicas que los vecinos traducen en memoria colectiva, el murmullo preocupado de un grupo de vecinos, la violencia reiterada, los espacios que no existen, lo no dicho. Todos esos grandes temas y más, nos ocupan. El análisis sobre el entramado y las dinámicas sociales se mezcla con el periodismo de manera respetuosa y responsable para con el uso del lenguaje y para con la función social que no puede perder nunca la comunicación mediática.

Una crónica (siempre pero más aún si se la pretende enmarcar en el periodismo social) no puede dejar afuera las voces de sus protagonistas. Si se amplía o inaugura un hospital o una escuela, por ejemplo, es inconcebible que la nota periodística no incluya la opinión y experiencia de los pacientes, alumnos, vecinos y trabajadores del lugar lo que no quita que también aparezcan las fuentes oficiales y datos y cifras si las hubiere. Comunica y Zum intentan incluir la mayor diversidad de fuentes posibles y añadir siempre que sea posible el análisis de un investigador o especialista que ayude a deconstruir las problemáticas vinculadas y nos facilite la reflexión sobre nuevos interrogantes. La pluralidad de voces es otro de los ejes centrales del periodismo social. En ese sentido, las redes sociales, eje del presente dossier, son herramientas sumamente útiles y de alto potencial para detectar problemáticas sociales y trabajar periodísticamente con ellas.

Referencias:

1. Henry Jenkis (2008), "La cultura de la convergencia de los medios de comunicación”, Paidós Ibérica, España.

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