Economía | Sociedad
27 de marzo de 2014

La modernización productiva y la necesidad de rescatar la agricultura familiar

Ing. Agr. (Dra.) Graciela Inés BILELLO

La agricultura familiar ha representado históricamente en Argentina un sector de gran importancia en la producción de alimentos, la generación de empleo y la ocupación del territorio. El concepto de agricultura familiar refiere a un conjunto diverso de actores e identidades -pequeño productor, minifundista, campesino, chacarero, colono, mediero, productor familiar, trabajador rural sin tierra, pueblos originarios, agricultor urbano-periurbano, etcétera-.

Si bien es un sector diverso y complejo, estos productores comparten una misma lógica, que parte del hecho de ser un tipo de producción donde la unidad doméstica y productiva estan físicamente integradas, y la familia aporta la fracción predominante de la fuerza de trabajo utilizada en la explotación.

Esta condición, que significa la posibilidad de adecuar el consumo y la inversión a las oscilaciones de los ingresos, es la que les ha otorgado flexibilidad para permanecer aún en situaciones adversas.

No obstante, el modelo productivo difundido a partir de la década del ´70, bajo el paradigma de la modernización agrícola, promovido por la economía de mercado, difundió técnicas que deben ser usadas en conjunto para lograr la total efectividad. En los últimos años, el empleo de semillas transformadas genéticamente y la utilización de herbicidas, conllevó a la adopción generalizada de la siembra directa. Las transformaciones tecnológicas se tradujeron en un uso intensivo de capital y en la necesidad de ampliación de la superficie trabajada y se constituyó en uno de los principales obstáculos para la persistencia de los productores familiares. (1)

En las últimas décadas se han observado procesos de desaparición de productores y de concentración de la producción. Tal y como señalaran Román y Robles (2005), al analizar la caída de explotaciones pampeanas en el período intercensal 1988-2002, para la provincia de Buenos Aires, las diferencias de tamaño resultaban más importantes como fuente de explicación de la desaparición de explotaciones que su forma de organización laboral. No obstante, al ser los estratos de menor superficie los más castigados en su permanencia, las explotaciones familiares fueron seguramente las más afectadas.

Por otra parte, el cambio tecnológico, la especialización productiva y la posibilidad de tercerización de todo o parte del proceso productivo, implicaron una menor necesidad de trabajo permanente y una estacionalidad marcada del mismo. Así, los nuevos atributos del modelo productivo fueron desdibujando los rasgos fundamentales de la producción familiar y, en el discurso dominante, la Agricultura Familiar fue identificada como un actor en decadencia. (2)

A partir de la difusión de este modelo, hoy dominante, se ha marginado esta lógica de producción, diversa y de consumo heterogéneo, creando y difundiendo nuevos estándares de producción, comercialización y consumo. Su promoción requiere de abordajes y marcos normativos particulares.

Los productores familiares que resisten, aportan a la creación de una nueva economía, la social y solidaria. Ésta, destaca valores y principios específicos para toda la cadena productiva, construyendo además, un consumidor responsable. Para ello es necesario que se sepa cómo se producen los alimentos, qué consecuencias tienen su compra y consumo, a qué sectores socioeconómicos se está aportando y si se generan procesos de transformación y reproducción social de las familias a condiciones dignas.

En este contexto, resulta indispensable promover la puesta en valor y visibilización de las prácticas de la agricultura familiar en nuestra región. A partir de trabajar con los productores familiares del partido de Azul de manera participativa en un proyecto específico, se pudieron identificar los principales inconvenientes para el desarrollo de su actividad. Entre ellos se destacan las dificultades en la comercialización ya que existen numerosos productores que pueden ser calificados como agricultores familiares, que se encuentran dispersos, poco organizados y que comercializan sus productos de manera informal, atendiendo una clientela que los sigue porque valora sus productos. No obstante, las dificultades que devienen de esta informalidad les impiden desarrollar otras estrategias de comercialización que les permitan aumentar sus volúmenes de producción y venta.

Promover espacios de comercialización y un marco normativo que avale la sanidad y la calidad de estos productos, es uno de los desafíos en lo inmediato.

Notas:

1. FORO DE UNIVERSIDADES PARA LA AGRICULTURA FAMILIAR (FUNPAF). 2012: Documento 1. IPAF Región Pampeana. Abril. El Foro es integrado por las Universidades Nacionales preocupadas por este sector de la economía, entre las que se encuentra la UNICEN y articula con INTA a través de los IPAF. En su seno se articulan acciones conjuntas, tales como el próximo Congreso de la AF, que se reunirá en la ciudad de Río Cuarto los días 8 y 9 de mayo de 2014. (http://forounaf-2014.congresos.unc.edu.ar/noticias/primera-circular-2/)

2. FUNPAF, 2012, op cit

Bibliografía:

FORO de Universidades para la Agricultura familiar (FUNPAF). 2012: Documento 1. IPAF Región Pampeana. Abril.

Román, M. y Robles, D. 2005 Avances y retrocesos de las explotaciones familiares. Algunos datos y nuevos cuestionamientos para la provincia de Buenos Aires. Anales de las Cuartas Jornadas Interdisciplinarias de Estudios Agrarios y Agroindustriales. Buenos Aires.

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Ing. Agr. (Dra.) Graciela Inés BILELLO:
Docente Facultad de Agronomía UNICEN. Representante de la UNICEN en el Foro de Universidades para la Agricultura Familiar que articula con INTA a través de los Institutos de Pequeña Agricultura Familiar (IPAF).
Contacto: gbilello [at] faa [dot] unicen [dot] edu [dot] ar