Ecología | Sociedad
25 de junio de 2013

El agua: Uso agropecuario sustentable

Ing. Agr. (MSc) Alberto Jorge SFEIR

El incremento de la población mundial define un marcado aumento en la demanda de alimentos y agua; ambos, esenciales para la vida. El agua, además, interviene en forma importante en el circuito de producción de alimentos primarios. Por lo tanto, es necesario incrementar la eficiencia de su aprovechamiento y uso en la producción de alimentos. Se debe destacar que es un recurso natural con una característica particular, recicla en forma permanente y con una dinámica que está en equilibrio con las condiciones ambientales regionales y globales. Para la producción de alimentos, el hombre aprovecha principalmente algunas fuentes de agua: la proveniente de precipitaciones en sus distintas formas, el agua no salina de superficie (presente en ríos, arroyos, lagos y lagunas), y algunas fuentes de agua subterránea. Todas ellas están interrelacionadas entre sí y con las restantes, dentro del ciclo del agua, y son de disponibilidad limitada, ya que no se puede superar la tasa de generación que cada una de ellas tiene dentro de esa dinámica. De este modo, queda definido un aspecto que evidencia la importancia de establecer condiciones para el uso sustentable.

Otros aspectos igualmente relevantes se refieren a:

- Los efectos del cambio climático global sobre la dinámica del ciclo del agua para las distintas regiones del planeta a lo largo del tiempo. El agua por su alto calor específico y por su abundancia, es un reservorio de energía importante, y las modificaciones que éste le imprime influyen sobre la distribución y frecuencia relativa de los componentes del ciclo; esto genera, a su vez, cambios sobre otros componentes del ambiente.

- Los  efectos de los cambios funcionales que el hombre produce en el paisaje en cada región, sobre la distribución del agua y su dinámica a nivel de cuenca o comarca hidrológica. A lo largo de su corta historia en el planeta, el hombre ha generado modificaciones importantes en la cobertura y la superficie de las tierras cultivadas. Desmonte, desertificación, erosión hídrica, compactación, pérdida de materia orgánica, acidificación y salinización, son algunos ejemplos negativos que ocurren en distintas regiones, vinculadas a su incorrecta intervención. Hoy se agrega el desequilibrio que está generando el cuasi monocultivo de soja, que se suma como un eslabón más. Básicamente, la consecuencia sobre la dinámica del agua se expresa en la reducción de la infiltración y de la percolación, el aumento del escurrimiento y el encharcamiento.

- Los efectos que la contaminación del agua tiene sobre la restricción en su disponibilidad. Con directa influencia sobre la potabilidad del agua, pero además, algunas contaminaciones pueden generar efectos nocivos directos sobre los cultivos, y otros, se pueden transferir al hombre a través de los cultivos (presencia de residuos).

En condiciones de secano el agua de lluvia es la única fuente que se utiliza en la producción agropecuaria. Hay regiones húmedas que tienen una disponibilidad de agua de lluvia que es suficiente para una producción extensiva rentable, en forma habitual. Puede ocurrir que el agua de lluvia sea abundante, e incluso excesiva; ó puede ser mínimamente suficiente, y aún escasa e insuficiente. Hay regiones donde habitualmente llueve mucho, y otras, en donde llueve menos. También, hay épocas durante las cuales la lluvia es abundante, y otras en que escasea (a esto se lo conoce como variabilidad espacial y temporal); esto ocurre habitualmente en la naturaleza, y  define la presencia de ciclos temporales que se dan en diferentes zonas del planeta, en forma diversa. El Cambio Climático Global contribuye a la ocurrencia de estas variaciones.

En planteos productivos bajo riego, el agua de lluvia es una de las fuentes que se aprovecha, junto al agua para riego que complementariamente se debe disponer. Dentro de esta dimensión existen áreas en las que por su baja pluviosidad, solo es posible la producción bajo riego (riego estricto u obligado); en cambio, hay otras, en las que el riego asegura la obtención de buenos rendimientos, los que bajo condiciones de secano son de alcance incierto (producción de secano con riego complementario).

En algunas regiones, la disponibilidad de agua apta para la producción y el consumo es tan baja, que el hombre ha ido desarrollando estrategias para la obtención de limitadas cantidades de agua líquida promoviendo la condensación del vapor que contiene el aire.

En todos los casos mencionados se encuentran motivos suficientes como para justificar la implementación de planteos productivos racionales para el manejo sustentable del agua dentro de la dinámica interacción con los otros componentes del paisaje.

Con frecuencia, el cultivo de las tierras ha generado cambios funcionales en el paisaje, muchas veces negativos, que se expresan como degradación. En este contexto, hay que considerar el planteo de cómo armonizar funcionalmente la presencia de excesos hídricos en el paisaje a lo largo del tiempo. Para ello, es válido mencionar que en una región el exceso de agua puede ocurrir a distintas escalas temporales, a saber: puede ocurrir lluvia intensa, puede haber estaciones con lluvias abundantes, también pueden presentarse grupos de años más lluviosos (superhúmedos o hiperhúmedos). En áreas positivas de regiones onduladas o inclinadas este exceso tiende a escurrir hacia áreas más bajas. Frecuentemente, este escurrimiento genera erosión hídrica (emisión de sedimentos). En los sectores bajos del paisaje, el exceso de lluvias suele generar elevación de los niveles freáticos, crecimiento de la superficie de los cuerpos de agua (cubetas, lagunas), incremento de los niveles y caudales de los cursos de agua, saturación del suelo, encharcamiento e inundación, que se producen con mayor intensidad y frecuencia.

Consecuentemente, es oportuno mencionar las herramientas y procesos que dispone el hombre para darle armonía funcional a esos excesos hídricos:

  • Retención y almacenamiento del agua de lluvia en el lugar donde cae. Por un lado, hay que favorecer la infiltración del agua en el suelo, para que una parte se almacene como agua útil para las plantas y el resto percole (1) en profundidad, para aumentar la capacidad de amortiguación del paisaje ante la ocurrencia de deficiencias de lluvias y se realimenten los acuíferos. Por otro lado, se debe tender a almacenar parte del exceso en cuerpos de agua naturales o diseñados al efecto (represas, tajamares).
  • Ordenamiento de la circulación de los excesos hídricos que escurren,  de la mano de obras de sistematización para el control y prevención de la erosión hídrica, y de regulación de los volúmenes de agua que escurren hacia las áreas bajas. Con esto se contribuye también a reducir la emisión de sedimentos que terminarían obstaculizando y colmatando (2)  los cuerpos de agua de áreas bajas.

De este modo, las áreas deprimidas del paisaje tienen mayores posibilidades de recibir esos excesos en forma ordenada y regulada, y así favorecer su distribución en los sectores naturalmente anegables y/o inundables.

Igualmente importante es considerar las posibilidades que tiene el hombre de actuar de modo sustentable frente a las deficiencias hídricas.

En regiones áridas, el agua para riego es limitada, y con frecuencia se convive con riesgo de salinización de los suelos en función de la calidad del agua disponible. La reducción de la evaporación y el buen drenaje de los suelos, constituyen herramientas complementarias de gran valor al intentar aplicar estrategias de un mejor aprovechamiento del agua de riego. La expansión del área bajo riego está directamente ligada a esto último.

En regiones de mayor pluviosidad ocurren habitualmente períodos de deficiencias hídricas, el cambio climático global y las modificaciones funcionales ocurridas en el paisaje por acción del hombre, hacen que sus efectos sean más intensos y frecuentes. En la dinámica del ciclo hidrológico, el hombre debe permitir la máxima infiltración y percolación del agua de lluvia en todo momento y en cada punto del paisaje, cada vez que llueve, para que éste tenga la máxima capacidad de amortiguación frente a la demanda de agua de la atmósfera (por evaporación) durante los períodos de escasas lluvias. En este contexto, además, hay prácticas de cultivo complementarias que permiten almacenar gran cantidad de agua en el suelo, disponible para los cultivos en forma inmediata o transferida para los meses siguientes (cobertura de rastrojos, labranzas reducidas, barbechos, abonos verdes).

Finalmente, es válido expresar que el hombre con una visión objetiva e integrada de los aspectos funcionales del ambiente en las distintas regiones del planeta, está en condiciones de aplicar estrategias sustentables de aprovechamiento hídrico que acompañen el incremento poblacional que se viene dando, y es necesario que lo haga.

Notas:

1. Percole: proviene de percolación, que se refiere a la circulación del agua dentro del suelo, a través de los poros.

2. Colmatando: proviene de colmatar, que se refiere a la acumulación de sedimentos. Estos ocupan cierto volumen que desplaza al agua, y de este modo, el cuerpo de agua (p ej: laguna) toma una dimensión mayor

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Ing. Agr. (MSc) Alberto Jorge SFEIR:
Profesor Titular Ordinario de Manejo y Conservación de Suelos, Facultad de Agronomía, UNICEN y Escuela de Ciencias Agrarias, Universidad Nacional de Chilecito .
Contacto: asfeir [at] faa [dot] unicen [dot] edu [dot] ar