Educación | Historia
29 de mayo de 2014

Una épica aventura del espíritu

Prof. Francisco Luis SERRANO

La creación de los estudios universitarios en Tandil constituyó un singular acontecimiento, del que tuve la gracia de participar, como un integrante del grupo, que había lanzado el increíble proyecto, inadmisible para lo que podía ser en los primeros años de la década del 60. La posibilidad se había dado, cuando el gobierno militar que se estableció en el país en 1955, como parte de la reforma educacional, había aprobado el Decreto 6403/55, que recuperaba la autonomía universitaria y que en su Artículo 28, contemplaba la posibilidad de crear “universidades libres, que podrían expedir diplomas y títulos habilitantes”, posibilitando a la iniciativa privada, la creación de universidades laicas y confesionales. En nuestra ciudad se produjeron varias reuniones y en los últimos días de 1962, el Dr. Osvaldo M. Zarini, en las instalaciones de su Instituto, juntó a un grupo de docentes y profesionales y nos dijo: “¡Bueno, ahora vamos por la Universidad!” anuncio que nos dejó en estado de shock, ante la magnitud del emprendimiento. Enseguida desarrolló su proyecto, de características inusuales, que planteaba su sostenimiento, con unas cuotas que los alumnos debían pagar, que tenían que ser muy módicas, para que estén al alcance de todos. A ello le agregó que contribuirían al sostenimiento, los llamados “suscriptores de cuotas”, y con ese fin, se dividiría en cuadrículas, todo el territorio de la ciudad, para que todos los voluntarios que se ofrecieran, recorrieran cuadra por cuadra, y casa por casa, para conseguir aportes de cualquier monto, según las posibilidades de los vecinos.

En 1963, se producen varias reuniones en el salón auditórium de Bellas Artes y en ellas se resolvió en forma definitiva, la determinación de crear estudios superiores, de tipo universitario en esta ciudad y para ello el 27 de diciembre de 1963, se constituyó la Junta Promotora de los Estudios Universitarios en Tandil, encabezada por el Dr. Osvaldo M. Zarini y acompañado por el Cr. Manuel Naveiro, el Prof. Francisco Serrano, el Cr. Enrique Dabós, la Prof. Marta Hargouas, la Prof. María Teresa Suárez García de Roca, el Dr. Lisardo Cabana y la Prof. Elsa Zubillaga, que se convirtió más tarde, en la Fundación Universidad de Tandil. En los primeros meses de 1964 se realizaron trámites y consultas y el 11 de abril se resolvió en una multitudinaria reunión, la creación del Instituto Universitario Tandil. Éste, se inauguró el 30 de mayo, en el salón blanco de la Municipalidad y empezó a funcionar, el 1º de junio, con las cátedras de la incipiente Facultad de las Ciencias del Hombre.

Y así empezaron concretamente las actividades de las cátedras, y también la organización administrativa que tenía que manejar los magros ingresos de los aportes de cualquier tipo. Funcionamos en una casona de la calle Rodríguez 1036. En 1965 iniciaron sus actividades las Facultades de Ciencias Económicas y de Ciencias Físico- Matemáticas (Exactas) y al año siguiente adquirimos la propiedad ubicada en la calle Pinto Nº 348, gracias a los buenos oficios del escribano Néstor Caracoix. En abril de 1968, recibimos el reconocimiento provisorio por Decreto Nacional 2267/68, y en ese mismo año se aprueba la Ley de Organización de las Universidades Privadas Nº 14557, que derogaba el Art. 28 de la Ley 6403/55. En mayo de 1969, comenzó su actividad la Facultad de Ciencias Veterinarias, afirmando la expansión de sus actividades académicas, que se habían multiplicado tanto que necesitó funcionar en varios locales. Las necesidades económicas también se multiplicaron, y gracias a grandes rifas, que se encontraban en boga en esa época las necesidades de mayores ingresos pudieron solventarse, eso le dio estabilidad a la Universidad de Tandil.

El Dr. Osvaldo Zarini se preocupó por traer buenos profesores universitarios, tanto de la Universidad de la Plata, como de la Universidad de Buenos Aires que le dieron un buen nivel a la enseñanza. Siempre y en todo momento, nuestro rector insistía en “la seriedad, responsabilidad y el mejor nivel universitario”. De esa manera se le fue reconociendo su actividad académica, que se fue consolidando con el tiempo. Y el otro tema en el que insistía continuamente era que nosotros construíamos una universidad privada con espíritu público, y esa actitud la demostró no solo con las palabras sino con los hechos, en forma permanente.

Tratábamos de estar al alcance de todos y de ninguna manera, hubo intento alguno de convertirnos en una Casa de Altos Estudios, elitista. Los integrantes de la Fundación Universidad de Tandil, no éramos ni empresarios exitosos, ni gente de fortuna, ni personas vinculadas a la jerarquía eclesiástica, ni altos funcionarios de la burocracia oficial. Fuimos un grupo de docentes y varios profesionales, que siguieron con absoluto convencimiento a un líder carismático como Osvaldo Zarini, que parecía tener respuestas para todo, destinadas a solucionar los más diversos problemas. Y ellos lo demostró fehacientemente, en momentos de crisis, que parecían insolubles: siempre encontraba una salida. La compra del Hotel Pálace fue una muestra del temple, la habilidad, y el arrojo en la solución de los conflictos. La inauguración de ese edificio, con la presencia del presidente Gral. Lanusse, del Gobernador, Brigadier Rivara y de Monseñor Marengo, demostraron fehacientemente, el reconocimiento general y el peso institucional que se había logrado. Después Zarini es reconocido como Intendente de Tandil y luego vino su consagración como Ministro de Educación de la Provincia de Buenos Aires.

El 18 de enero de 1973, muere en un accidente, provocando una gran conmoción en la ciudad y más aún en la Universidad. Con la pérdida del mentor de nuestra Casa de Altos Estudios, se desencadenó un gran movimiento popular que llevó a la Fundación y a todo el conjunto de la universidad y del pueblo, a que la solución definitiva a esta crisis sería la nacionalización. Hacia esos años aparecieron movimientos similares en los partidos vecinos de Azul y Olavarría. Nos conectamos con ellos y así surgió la idea de hacer una universidad regional y así se pusieron de manifiesto las tensiones respecto de lograr el manejo de la actividad de toda la universidad, mediante el logro de la sede, es decir, la rectoría. Y ese gran movimiento tuvo como actores principales, al Intendente de Tandil Jorge Lester, al Secretario General de la C.G.T. Augusto Fernández y a los integrantes de la Fundación, que viajarán todas las semanas para hablar con los legisladores y convencerlos para lograr su apoyo. El proyecto del Senador Juan Carlos Pugliese se aprobó en ambas cámaras por unanimidad y se convirtió en la Ley 20753/74 y Decreto 1070 del Poder Ejecutivo Nacional, y Tandil hizo valer su mayor peso académico logrando localizar la rectoría en esta ciudad.

Este paso contribuyó a romper con la creencia general de que los estudios superiores sólo se podían desarrollar en grandes centros académicos, que ya en esa época se habían convertido en mega-universidades, con claustros superpoblados, enseñanza con dificultades y controles en estado crítico. Contribuyó a la difusión de las Universidades en todo el país, el llamado Plan Taquini que había propuesto establecer una red de casas de Altos Estudios, en todo el territorio nacional, con centros localizados en los principales polos de desarrollo.

Haber participado de este proceso, me llena de orgullo, porque él se convirtió en el motor que traccionó el progreso de Tandil y su zona.

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Prof. Francisco Luis SERRANO:
Profesor en Letras. Co-Fundador del Instituto Universitario de Tandil y Secretario General del mismo. Docente en Escuela Nacional Normal Superior. Profesor adjunto en distintas cátedras en la Facultad de Ciencias del Hombre de la Universidad de Tandil.  
Contacto: flserrano7000 [at] hotmail [dot] com