10 de agosto de 2017

Situación actual de los biocombustibles en Argentina

Ing. Agr. Silvia FALASCA

La matriz energética argentina está basada en derivados del petróleo (33%) y del gas natural (54%), totalizando un 87% de energía no renovable, recursos que ofrecen un horizonte local de reservas en franca disminución, o mucho más costosa si se consideran los yacimientos no convencionales. Dentro del sector del transporte, el consumo comprende un 66% de gasoil, 17% de naftas y 17% de GNC.

La sanción de la Ley Nacional de Biocombustibles 26.093, reglamentada en el año 2007, establecía un régimen de desgravaciones y otros incentivos para promover su producción, fijando asimismo como corte obligatorio a partir del año 2010, un 5% de biodiesel al gasoil y 5% de bioetanol a las naftas.

Una addenda del año 2010 elevó el valor de corte al 7% en gasoil. Hoy el corte es del 10%, pero a mediano / largo plazo, el corte en el transporte irá aumentando lentamente, pasando por el 12%, luego al 15% y en algunos segmentos de consumo, como transporte automotor de pasajeros y agro, se podría llegar a un 20%. El corte de bioetanol en las naftas, hoy se encuentra en el 12%.

Desde la reglamentación de esa ley, este desarrollo ha sido muy bueno para el país. Argentina es hoy uno de los países de mayor difusión en el uso de biocombustibles líquidos y se ha posicionado a nivel mundial como uno de los países con mayor porcentaje de corte de biodiesel en gasoil a la par de Alemania y Francia. Numerosos proyectos de multinacionales y de aceiteras locales crecieron en el país construyendo plantas de biodiesel, movidos por la fiebre mundial del biodiesel. Hay alrededor de 38 plantas de biodiesel con una capacidad instalada de 4.518.000 tn/año. Las 7 plantas de mayor tamaño de Argentina están ubicadas en el Gran Rosario. Argentina es el tercer productor mundial de biodiesel en base a aceite de soja, y ocupa el primer lugar como exportador. Casi el 90% se exportó a los Estados Unidos, mientras que el 10% restante fue a Perú y Panamá, durante al año 2016. La producción actual de bioetanol casi en su totalidad se destina al corte obligatorio.

En el mercado interno de biocombustibles se viene priorizando la instalación y la consecuente actividad de plantas radicadas fuera del área núcleo pampeana, hecho que favorece a las economías regionales. De esta forma se plantea un cambio de paradigma en el típico desarrollo industrial argentino, permitiendo la transformación de materias primas en origen. La producción de biodiesel puede generar nuevos negocios, como nuevas plantas elaboradoras de aceite, aprovechamiento integral de los subproductos, como: glicerina, fertilizantes, recuperación de alcoholes usados en la transesterificación de aceites, y la posibilidad de obtener otros co-productos como lubricantes, solventes e insecticidas.

El aceite de soja es la materia prima principal en el país para la elaboración de biodiesel. La introducción de la soja transgénica en el país aconteció en 1996. La asociación entre la soja transgénica y la siembra directa facilitaron el corrimiento de la frontera agrícola, avanzando sobre zonas históricamente marginales desde el punto de vista agropecuario y montes nativos. En algunos casos la colonización de estas tierras se vio posibilitada, entre otros aspectos, por el corrimiento de las isoyetas hacia el oeste del país debido a un ciclo más húmedo.

Está tomando impulso en el país, la utilización de materiales lignocelulósicos (residuos agroindustriales y forestales) ya que no tienen uso alimenticio, son de bajo costo y alta disponibilidad. Los residuos celulósicos y lignocelulósicos producidos por industrias agrícolas, madereras, papeleras y hasta los residuos sólidos urbanos de origen vegetal, son potenciales fuentes de materia prima para producción de bioetanol. Los desechos agrícolas (hojas, tallos, paja, bagazo), residuos madereros (virutas, aserrín), etc., son compuestos baratos y fáciles de conseguir. Algunos residuos se pueden emplear en procesos de industrialización. Un ejemplo típico se da en la provincia de Tucumán donde se utiliza el bagazo residual (que surge como el residuo del prensado de la caña) como combustible en las calderas de los ingenios azucareros, permitiendo en algunos casos, la autosuficiencia energética.

En el proceso de refinado de arroz, la cáscara puede quemarse para producir vapor y, ese vapor puede generar electricidad para los molinos y sistemas de transporte.

Uno de los aprovechamientos de mayor importancia en Argentina es el dedicado a la fabricación de carbón vegetal que se usa en la industria siderúrgica que funciona en los Altos Hornos Zapla, en la provincia de Jujuy. La materia prima proviene de plantaciones de bosques energéticos de eucaliptos para generar energía en la industria de transformación de la madera.

Menos común es la utilización de gas metano capturado en rellenos sanitarios para generación de energía eléctrica y la generación de biogás en tambos.

Algunos ensayos a campo sobre cultivos energéticos se están llevando a cabo en estaciones Experimentales del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), algunas Universidades Nacionales y unas pocas empresas privadas. Son muy pocos los cultivos que se están ensayando en el país. Como ejemplo se pueden citar: jatrofa (Jatropha curcas), ricino (Ricinus comunis), camelina (Camelina sativa), colza (Brassica napus), coquito (Acrocomia aculeata), pasto varilla (Panicum virgatum), remolacha azucarera (Beta vulgaris) y sorgo dulce (Sorghum bicolor), entre otros.

Argentina dispone de ventajas comparativas para la producción agrícola, debido a su elevada dotación de recursos naturales y sus condiciones edafoclimáticas óptimas para el cultivo de diversas especies con fines alimentarios y con fines energéticos. Nuestro país debería transformar esas ventajas comparativas en ventajas competitivas dinámicas y sustentables, destinando las mejores tierras a los cultivos alimentarios y las de menor aptitud a cultivos energéticos. La existencia de un amplio abanico de materias primas permitiría reducir riesgos en términos de estabilidad de precios y de suministro. Por eso, la introducción de nuevos cultivos energéticos debería ir acompañada de decisiones no meramente coyunturales y economistas sino también se deberán tener en cuenta los factores sociales y ambientales.

El desarrollo de la agroenergía y de los biocombustibles, representan oportunidades en términos económicos, ambientales, sociales y estratégicos para la Argentina. Ese desarrollo permitirá diversificación de la matriz energética, obteniendo una mayor seguridad energética; mejoras ambientales con la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero; diversificación productiva del sector agropecuario y valor agregado a la cadena agroindustrial; aumento de inversiones y empleos conexos; desarrollo rural y mejora en las economías regionales. La principal debilidad a mediano plazo que se le presenta la industria de los biocombustibles líquidos es el reemplazo por otra tecnología energética limpia: el automóvil eléctrico.

Fuente: Falasca S. 2012. Cultivos energéticos para biocombustibles de 1ª y 2ª generación: la aptitud agroclimática Argentina. Editorial Académica Española. 218 pp.

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Ing. Agr. Silvia FALASCA:
Investigadora CONICET, INTA. Programa sobre el medio ambiente y la producción agropecuaria. Centro de Investigaciones y Estudios Ambientales (CINEA), Facultad de Ciencias Humanas, UNICEN.
Contacto: slfalasca [at] gmail [dot] com