Educación | Historia
29 de mayo de 2014

Reflexiones sobre el contexto histórico de creación de la UNICEN

Dr. Pablo BUCHBINDER

El proceso que dio lugar a la creación de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires se inserta en un marco más amplio signado por la fundación de nuevas casas de altos estudios en localidades pequeñas o medianas de distintos lugares de la Argentina. Entre 1968 y 1975 se crearon 18 universidades nacionales incluyendo nacionalizaciones-ya fuese de universidades privadas o provinciales- y fundación efectiva de nuevas casas de estudios. En 1956 había sólo 9 universidades nacionales. En 1968 se creó la Universidad Nacional de Rosario, en 1971 Comahue y Río Cuarto, en 1972 Catamarca, Lomas de Zamora, Luján y Salta, en 1973 Entre Ríos, Jujuy, La Pampa, Patagonia, Misiones, San Juan, San Luis y Santiago del Estero. En 1974 se fundó la Universidad Nacional de Centro de la Provincia de Buenos Aires y un año más tarde la de Mar del Plata.

Es imposible comprender este proceso sin hacer referencia a la política universitaria de la llamada “Revolución Argentina”. El régimen militar que encabezó el general Juan Carlos Onganía partió en su política hacia la Universidad de un diagnóstico relativamente simple y de la observación de una serie de variables presentes en el mundo de la enseñanza superior desde principios de los años sesenta. Este diagnóstico estaba motivado por varios factores. Uno de ellos era la influencia creciente de la llamada Doctrina de la Seguridad Nacional. Esta postulaba la idea de que el enemigo que las fuerzas armadas debían combatir era interno, que estaba asociado a la penetración comunista y que “anidaba” en diferentes ámbitos. Uno de ellos, y sin duda central, eran las universidades.

La visión que los militares mantenían de la Universidad tomaba nota de diversos aspectos. Pero es indudable que vastos sectores de la comunidad universitaria sobre todo su estudiantado venían experimentando un proceso de radicalización política hacia posiciones, obviamente de izquierda, desde principios de los sesenta. Este proceso reconoce diversas causas que es imposible sintetizar en su conjunto aunque el fracaso de la experiencia desarrollista y sobre todo el impacto de la revolución cubana cumplieron en este sentido un papel central.

La política del gobierno de Onganía conservaba en este contexto dos ejes fundamentales. El primero era la limitación del crecimiento de la matrícula. Con este objetivo se tomaron diversas medidas, entre ellas la implementación de cursos de ingreso o el alza de los aranceles de los comedores universitarios.  La idea el contener el crecimiento acelerado que el número de estudiantes universitarios venía experimentando desde mediados de la década del cincuenta.

La otra cuestión era la despolitización.  La primera medida tomada con este objetivo fue, obviamente, la intervención de las universidades nacionales en julio de 1966. Esta medida fue el preludio de otras como la prohibición del proselitismo político en las casas de estudios o el intento, como sucedió en la UBA y fracasó, de normalizar a la institución sobre la base del gobierno de los profesores.

El intento del gobierno militar de disciplinar a las universidades no tuvo éxito. En este sentido sólo cabe recordar el papel central que los estudiantes cumplieron en el Cordobazo. En este contexto es importante tener en cuenta que con el Cordobazo culminó una serie de revueltas populares en diferentes ciudades del interior y el litoral de la Argentina que se iniciaron a mediados de ese mes con el asesinato por parte de la policía de Juan José Cabral, un  estudiante correntino,  en el marco de una protesta por el aumento de los aranceles del comedor universitario.

Es imposible entonces desvincular el surgimiento de las nuevas universidades en los últimos años de la década del sesenta y principios de los setenta de las consecuencias políticas derivadas de la concentración de grandes masas estudiantiles en los principales centros urbanos. Había 47 mil estudiantes universitarios en 1945, en 1955 llegaban a 138000, a 159000 en 1960, a 230000 en 1970 y en 1975 llegarían a medio millón. Concentrados en las grandes ciudades los estudiantes constituían un factor de desestabilización de gobiernos que hacían del mantenimiento del orden su logro principal. Desconcentrar a las masas estudiantiles exigía crear centros universitarios regionales más pequeños y con menos estudiantes.

Pero pensar que la creación de nuevas universidades en estos años tuvo una motivación exclusivamente política es adoptar una visión extremadamente simplista y unicausal de un proceso que fue, sin duda, mucho más complejo. Se trata de un problema que debe analizarse en el contexto de un régimen dictatorial cruzado sobre todo en los últimos años por influencias políticas e ideológicas muy diversas y que no se agotan tampoco en la influencia de la Doctrina de la llamada Seguridad Nacional.

La planificación regional ocupaba un lugar central en aquellos años en América Latina y esta cuestión impactó en las políticas públicas del gobierno de la revolución argentina sobre todo en su última fase. Avanzar en la corrección de las disparidades y deformaciones estructurales que presentaba la Argentina desde el punto de vista regional era un objetivo central del régimen. Esto se traducía en acciones de diferente tipo: obras de infraestructura, desarrollo de nuevas vías de comunicación, concesión de subsidios a algunas regiones, quitas a otros. La creación de nuevas universidades también jugaba un papel significativo en este contexto.

Además también había comenzado a circular en aquellos años un diagnóstico crítico del estado de la situación universitaria desarrollado por funcionarios vinculados con el gobierno militar. Uno de estos diagnósticos, de un perfil claramente técnico fue el formulado por Alberto Taquini, entonces Decano de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires.

Taquini sostenía  que el sistema universitario estaba dominado por instituciones con una orientación excesivamente profesionalista y que no daban el lugar merecido a la investigación científica. Se trataba de universidades cuya matrícula estaba concentrada en carreras tradicionales como abogacía y medicina. En este marco se señalaba como un déficit el escaso número de inscriptos en carreras técnicas.  Otro aspecto era la ausencia de egresados de disciplinas y carreras vinculados con las necesidades regionales.

Por supuesto se suponía que modificar estas variables ya clásicas del sistema era imposible en las grandes universidades públicas nacionales. Por su tamaño y su inercia burocrática era inviable la transformación en este ámbito. Esto obligaba a estimular el desarrollo de universidades cuya matrícula no superase los quince o veinte mil estudiantes. Estas nuevas universidades debían organizarse sobre campus universitarios. También se postulaba la necesidad de superar la concentración regional: estos diagnósticos subrayaban asimismo que la ciudad y la provincia de Buenos Aires junto a las de Santa Fe, Córdoba y La Pampa concentraban el 87% de la matrícula universitaria nacional.

Pero en el proceso de creación de estas nuevas universidades hay otros actores que deben ser también tomados en cuenta. Uno de ellos era el interés de las asociaciones y corporaciones profesionales de distintas localidades del país interesadas en la creación de casas de altos estudios y en la ocupación de lugares en los cuerpos docentes y políticos de estas.  También cumplieron un papel destacado las organizaciones que nucleaban a los estudiantes secundarios y a sus familias que pugnaban por lograr la conformación de instituciones que les permitiesen evitar tener que trasladarse fuera de su localidad para continuar sus estudios.

Este fue entonces el contexto en el que se inscribe la nacionalización de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Quizás una última reflexión y es que este proceso de diversificación de la oferta universitaria no pudo limitar el proceso de radicalización política de los jóvenes que tuvo lugar durante estos primeros años de la década del 70. Estos es lo que se revelará posteriormente en las tumultuosas experiencias universitarias que se abrieron con el ascenso al gobierno de Héctor J. Cámpora en 1973.

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Dr. Pablo BUCHBINDER:
Doctor en Historia (Universidad de Buenos Aires). Profesor asociado regular,  Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Investigador independiente del Conicet.
Contacto: pbuchbin [at] ungs [dot] edu [dot] ar