Educación
11 de diciembre de 2014

La experiencia de enseñar en la Escuela Sabato

La Escuela Sabato cumple 10 años. La Universidad toda celebra esta iniciativa fundacional, en que asume su vocación formadora desde edades tempranas, y (perdón por la expresión futbolera) prepara el semillero de jóvenes que ya comienzan a transitar el camino de la ciudadanía participativa y responsable, y se están preparando para entrar a jugar el partido de sus vidas

La experiencia de ser docente en esta escuela es, antes que nada, un motivo de orgullo y un estímulo permanente. La Escuela es especial para todos (docentes, estudiantes, comunidad), porque creemos en ella. La Escuela no es el edificio (aunque lo necesite), ni su organización y normativas (aunque le permitan funcionar), ni siquiera se reduce a una lógica de clases adecuadamente ofrecidas. Es una promesa que se renueva cada día, donde un conjunto de voluntades acuerda compartir los valores y conocimientos que poseen. Es un colectivo que pone su esfuerzo guiado por la esperanza de construir futuros posibles. Es un camino de palabras y acciones que nos expresan, que nos permiten comunicarnos, que generan un vínculo a través del cual nos reflejamos como en un espejo, en lo que somos y en lo que queremos ser.

Por ello, ser docente en esta escuela (no voy a ser original en esto) exige una gran cuota de transpiración y una pequeña dosis de inspiración. Porque hacemos propias las expectativas de todos, y le sumamos las nuestras. Con la tiza en la mano, con la palabra como camino, con un “millaje” recorrido en cada aula. Comprobando que somos más “maestros” cuanto más transmitimos de nosotros mismos, más allá de los saberes que nos identifican.

Diez años parecen una pequeña historia, pero cada uno de estos 1800 días de clases nos han visto crecer y soñar en grande. Esta es “nuestra historia”, y la seguimos escribiendo como el primer día, porque tallando con cuidado y con pasión el presente, es como se edifica el futuro.

Prof. Dr. Fernando SICA (Ciencias de la Naturaleza)

 

 

Un lugar…

El despertador suena y la ventana invita a percibir heladas que blanquean todo a su paso o  el rocío que ya augura un día soleado.  Mientras el agua llega a su punto justo para unos mates,  profesores repasan un tema o juntan hojas con correcciones resueltas la noche anterior. Auto en marcha, mochila al hombro, parada de colectivo o cuadras a caminar…

Esta escena puede ser una escena típica de todos lo profes que concurren a una escuela.  Pero esta escena es la escena -me atrevo a resaltarla- que acompaña a la que protagoniza esta narración.

La diferencia radica en el lugar al que se dirige varios días de la semana, al que se dirigió varios días al año, durante varios años.

Un lugar donde las alegrías, los miedos, los desafíos  están latentes y afloran.

Un lugar donde enseñar es más que transmitir un conocimiento disciplinar.

Un lugar donde los alumnos son más que alumnos, son los chicos de 1ro, de 2do… los de 6to; los profesores, preceptores y directivos son más que ese rol que ocupan, son colegas, compañeros y amigos; la biblioteca es más que una biblioteca es el lugar de encuentros de lecturas. Y la lista continúa, cada actor de esta escena ocupa un papel más relevante que el otorgado.

Un lugar donde los chicos y los profes aprenden unos de otros; donde se vive y se transmite que la igualdad no solo está escrita en los papeles sino que es el punto de partida que convoca a la construcción de un mundo más justo. Y este lugar es la Escuela Nacional Ernesto Sabato.

Prof. Lorena COLELLO (Prácticas del Lenguaje)

 

 

Comencé a trabajar en la Escuela como preceptora en el año 2004, es decir, el año que se fundó. Entre 2005 y 2010, además de continuar con ese cargo, comencé a desempeñarme como profesora, primero de Matemática y luego de Física, actividad en la que continúo hasta hoy.

Cada día que debo asistir a la escuela a dar mis horas de clase siento un gran placer por tener el privilegio de trabajar en la profesión que elegí y de poder desarrollarla en esta querida institución. Donde quizás falten muchas cosas materiales pero lo que abunda es el respeto, el compañerismo, la cordialidad y la libertad de opinión entre colegas y alumnos.

Cada día de clase en algún curso que me toca “trabajar”, no es un trabajo, sino una gran satisfacción poder explicar algún tema nuevo o no comprendido por mis alumnos, debatir con ellos sobre alguna cuestión, escuchar sus opiniones sobre diversos temas y verlos crecer cada día.

La Sabato, forma parte de mi vida, es mi segundo hogar en todo sentido de las palabras. En esta escuela estoy rodeada de una segunda familia formada por compañeros de trabajo: directivos, docentes, preceptores, administrativos y mis queridos alumnos!!!

Prof. Esther CAYUL (Física y Matemática)

 

 

Enseñar en “La Sabato”, es enseñar en una Escuela Pública, en la diversidad que ésta conlleva. Una Escuela, que en el transcurso de diez años, tanto alumnos como docentes hemos podido sentirnos creadores,  constructores, modificadores; nos apropiamos y la sentimos nuestra. Con la satisfacción, la responsabilidad y el compromiso que lleva sentir lo público, de uno, de todos, pero de uno.

Estoy en el Escuela desde el año 2004, primero como preceptora, después como profesora. Diferentes espacios, diferentes roles, pero siempre con el mismo sentido de pertenecía.

Las ganas de hacer fueron creciendo: en el aula y fuera de ella. Sentirme parte de un proyecto que nunca está cerrado, ya que la posibilidad de innovar convive con nosotros y esto genera que las expectativas se renueven año a año, y que éste deseo ambicioso de “enseñar” se haga más real, más posible de alcanzar.

Diez años. Para una persona es poca edad. Para una relación amorosa es bastante. Para terminar una carrera universitaria es un montónnnnnn. Pero para una Escuela Pre Universitaria es, ante todo, muchos egresados, muchos proyectos realizados, otros que quedaron truncos; experiencias que se renuevan. Enseñanzas. Aprendizajes. Diez años recorridos con la ilusión y el orgullo de contribuir, verdaderamente, en la formación de buenos estudiantes y más aún, mejores personas.

Prof. Verónica GARGIULO (Teatro)

 

 

Puede decirse que, como toda experiencia, se define de acuerdo a quien la atraviesa. Sin embargo, me parece que dos notas distintivas del trabajo educativo que realizamos como preceptores de la ENES son: la alegría y el desafío.

La alegría de compartir el trabajo cotidiano con mis compañeros educadores, aquí he conocido personas preocupadas por enseñar algo a alguien, seguras de que tienen algo valioso para compartir y que es aquí donde quieren hacerlo. No estoy siendo ingenuo. No me refiero a una alegría boba. La alegría no nos libra de dificultades y conflictos o del cansancio de la rutina pero sabemos que podemos contar con compañeros de camino.

Ahora bien, creo que nuestro trabajo en una escuela secundaria pública dependiente de una universidad nacional entraña un compromiso con los demás trabajadores y el tiempo histórico que nos toca.

En ese sentido me es ineludible pensar en el cambio de paradigma que está atravesando la educación secundaria en nuestro país. De un proyecto de institución para algunos pocos que accederían a la educación superior o a la dirección de la administración pública, hoy la meta politica pedagógica por la que muchos apostamos es la democratización mediante la inclusión de todos los jóvenes con calidad de aprendizajes. Tanto los expertos en educación como la experiencia concreta de muchos compañeros docentes, muestran que inclusión y calidad no están reñidas.

A propósito de esto, recuerdo que según Meirieu grandes pedagogos como Makarenko, Janusz Korczak, Jean Baptiste de la Salle, o Célestin Freinet – en América Latina yo agregaría a otros como Ponce, Cossettini o Freire– idearon los más creativos métodos, que aún hoy utilizamos en las aulas, con el único propósito de educar a los considerados “ineducables”.

Hoy creo que nosotros también tenemos el desafío de compartir con más jóvenes y más diversos la alegría de educar en esta escuela.

Prof. Patricio M. LAFUENTE (Preceptor)