Ciencia
21 de noviembre de 2011

La constitución de la química como un saber diferenciado en Argentina

Dr. Pablo KREIMER y Mag. Gabriel MATHARAN

Solemos dar por sentado que la química es algo natural, que ha existido siempre, que es una y que no cambia, que no se articula con cuestiones sociales, políticas y económicas, etc. Es más, en la percepción del público más general se suele asociar a la química con los juegos y los experimentos para niños, o con explosiones y reacciones exóticas en laboratorios de científicos locos popularizados por el cine. Sin embargo, la historia de la química es mucho más interesante y más complicada pero, al mismo tiempo, es la menos conocida en nuestro país. En efecto, mientras existen estudios muy rigurosos sobre las ciencias biomédicas, la biología molecular y la física, se ha estudiado muy poco la historia de la química.

Esta disciplina asumió, en diferentes momentos de la Argentina, modalidades, características institucionales y relaciones con otros sectores que resultan particularmente interesantes. Revisar brevemente estos aspectos nos brinda, al mismo tiempo, una aproximación a la historia más general de nuestro país.

Podríamos decir que la química ingresó en nuestro país a principios del siglo XIX bajo la modalidad de ciencia de “cátedra” entendida como divulgación de conocimiento ya producidos (Myers, 1992) y que su primera localización institucional fue en la Universidad, donde se enseñaba química como parte del currículum de carreras como medicina y farmacia. Según la expresión del químico Herrero Ducloux (en 1923), el “químico del pasado” era el farmacéutico o el médico. Entre los primeros químicos-farmacéuticos podemos mencionar a Manuel Moreno, Miguel Puiggari, Domingo Parodi y Pedro Arata y, por obra de estos personajes se iniciaron las primeras investigaciones químicas, orientadas hacia la fitoquímica y sus aplicaciones médicas, y la química empezó a luchar por adquirir una finalidad en sí misma diferenciándose, de esta manera, de la farmacia.

Por cierto, la química no quedó circunscripta al área de la universidad sino que, con posterioridad, también abarcó al Instituto Nacional del Profesorado, en donde se formaban profesores de química y a otros espacios institucionales que se fueron creando hacia fines del siglo XIX: a medida en que el Estado comenzó a ocuparse de la salud pública, la alimentación, el comercio y la agricultura (en tiempos en que la sociedad argentina se estaba transformando producto de la inmigración, el desarrollo urbano y la expansión de una economía agroexportadora) se fueron creando oficinas y laboratorios donde los estudios y la investigación química estaban al servicio de estas funciones. Ello ocurría en el marco de un Estado que se estaba consolidando, la economía se incorporaba al sistema capitalista mundial y la Universidad comenzó a expandirse, formando nuevas profesiones que el crecimiento del país necesitaba. Ejemplos de estos nuevos espacios institucionales son la Oficina Química Municipal de la Ciudad de Buenos Aires y el Laboratorio de Química del Ministerio de Agricultura.

Hacia fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX la Argentina vivió un proceso de modernización cultural otorgó a la ciencia un lugar importante, y que vino acompañado de la institucionalización de diversos campos científicos: el primer Instituto de física se creó en 1906 en la Universidad de La Plata, mientras que unos años antes se había instalado el Observatorio astronómico en Córdoba, y en los primeros años del 1900 la fisiología empezó a desarrollarse de la mano de Bernardo Houssay.

Así, como parte de ese mismo proceso, se creó en 1896 el Doctorado en Química, en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UBA, lo que implicó un momento fundamental, al conformarse como disciplina autónoma. La carrera tenía una duración de 4 años y “una orientación hacia la ciencias matemáticas y naturales, con una enseñanza enciclopédica pero con una base sólida que las disciplinas antes citadas le proporcionaban” (Herrero Ducloux, 1923).

El Doctorado en química pudo desarrollarse desde sus comienzos gracias a que sus primeros alumnos pudieron realizar sus tesis en los distintos laboratorios estatales antes mencionados. La orientación que tenía la carrera y las primeras investigaciones llevadas a cabo en estas instituciones explican que varias de las primeras tesis estuvieran vinculadas al análisis químico de diferentes especies vegetales. Sus  profesores y egresados crearon en 1912 la Sociedad Química Argentina, que desempeñó un papel importante en la historia de la disciplina en el país, representando los intereses de la química como campo profesional-disciplinar. La creación de esta institución profesional se basó en la necesidad de regular los métodos de análisis químicos empleados y de reglamentar normativamente el ejercicio de la química como práctica profesional. Además, se consideraba entonces que el desarrollo de la química argentina (y su enseñanza) no suministraba conocimientos teóricos y prácticos para satisfacer las necesidades de la industria.

Para este momento la química no sólo era enseñada sino también investigada. De esta manera la química se transformaba en una disciplina de investigación. Las investigaciones se desplegaron en diversos espacios institucionales: desde los “laboratorios de cátedra” dedicados más a la enseñanza (experimental) que a la investigación, pasando por el  Museo y Laboratorio Tecnológico, donde se impartía enseñanza ordinaria pero también se realizaban investigaciones (científicas e industriales), hasta el Instituto espacio diferenciado de la enseñanza ordinaria y dedicado exclusivamente a la investigación y a la formación de nuevos investigadores. Ejemplo de estos institutos son el Instituto de Investigaciones Químicas de la Universidad Nacional de La Plata y el Instituto de Investigaciones Científicas y Tecnológica de la Universidad Nacional del Litoral.

Por último quisiéramos señalar dos procesos que sufrió la química durante las primeras décadas el siglo XX. El primero fue su constitución en diferentes especialidades como la química orgánica, inorgánica y analítica que hasta ese momento no estaban bien separadas y delimitadas, y la emergencia de nuevas áreas como la fisicoquímica, la química biológica y la bioquímica. El segundo fue su vinculación con la industria, particularmente la industria petrolera, con la incorporación  de ingenieros y licenciados en química que desempeñaron diversas tareas, desde el control de la producción hasta actividades de investigación vinculadas a la elaboración de nuevos productos. Tal es el caso de las investigaciones llevadas a cabo en el Laboratorio de Servicios, creado en 1925, perteneciente a la Destilería Fiscal de La Plata de Yacimiento Petrolíferos Fiscales (YPF); investigaciones que se constituyeron en un antecedente importante para la creación del Laboratorio de Investigaciones de YPF en 1942. De esta manera la química y la investigación quedaron vinculadas al desarrollo industrial del país en un momento en donde se sostuvo la necesidad de reemplazar el modelo económico Agroexportador por el de Industrialización por Sustitución de Importaciones.

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Dr. Pablo KREIMER:
Centro de “Ciencia, Tecnología y Sociedad” (UM), CONICET.
Contacto: pkreimer [at] yahoo [dot] com
Mag. Gabriel MATHARAN:
Centro de “Ciencia, Tecnología y Sociedad” (UM).
Contacto: gmatharan [at] hotmail [dot] com