Cultura
6 de octubre de 2011

Imaginarios urbanos y patrimonio cultural: El drama de la Pasión en la Semana Santa tandilense

Lic. Liliana IRIONDO

En los últimos años, y dentro del proceso de descentralización administrativa, la ciudad bonaerense de Tandil elaboró una estrategia de promoción del municipio a través de la producción de una serie de ‘imágenes de marca’. Basta entrar en su página web para visualizar un corpus de representaciones que la caracterizan, buena parte de ellas consideradas ‘patrimonio cultural’. Me refiero a la Plaza Independencia (el centro histórico con la Pirámide en homenaje a los sucesos de Mayo, las columnas de alumbrado público, el kiosko de la Banda Municipal, las estatuas, la fuente, otros), la Cruz del Calvario (asociada a las celebraciones de Semana Santa), el dique del Lago del Fuerte, el Club Hípico de Tandil (antigua Asociación de Círculo de Carreras Tandileras, sic), la casa del vecino y anticuario Eduardo Guinea, el Archivo Histórico, el Cerro La Movediza y el Cementerio Municipal (Patrimonio Funerario), entre otros. En el sitio se cruzan múltiples asuntos: los espacios culturales con los naturales, el calendario de feriados y las principales festividades cívicas y religiosas, es decir, imágenes de tipo patrimonial tradicional alternadas con otras de tipo modernista cuyos destinatarios fluctúan entre la población local y los visitantes – turistas en aumento según la época del año. En suma, un conjunto heterogéneo que la reconoce a la par que le confiere identidad.

Sin embargo, interesa repensar esta idea del patrimonio asociada a una perspectiva conservacionista, lo que conduce necesariamente a deshacer la ‘red de conceptos’ que la atraviesa como sugiere García Canclini. En este sentido, recuperamos los estudios de autores que –desde fines de siglo- establecen redes conceptuales tales como el turismo, el desarrollo urbano o las comunicaciones (véase los trabajos teóricos de Llorenc Prats, o los numerosos estudios sobre la aplicación de la comunicación digital en museos o centros expositivos de arte). También, los debates actuales dentro de organismos nacionales e internacionales y la legislación vigente –aunque no lo suficientemente dinámica ni lo necesariamente reparadora- quienes plantean redefiniciones bien interesantes sobre el patrimonio cultural. Expresan, a su vez, ese movimiento discursivo, enunciados tales como 1) el patrimonio no incluye sólo la herencia de cada pueblo, los objetos antiguos en desuso sino también los bienes actuales, materiales e inmateriales, o bien 2) se ha extendido la política patrimonial de la conservación de los bienes del pasado a los usos sociales que relacionan esos bienes con las necesidades contemporáneas de las mayorías, o 3) se reconoce que ante la selección que privilegia los bienes producidos por la cultura hegemónica el patrimonio de una nación también lo conforman los productos de la cultura popular, tales como la música (el tango, el candombe) o las producciones materiales o simbólicas de los grupos subalternos.

Dentro de este movimiento ideológico y conceptual, desde hace unos años estudio el proceso de conformación de los imaginarios y el patrimonio cultural local –visible e intangible- en las celebraciones públicas de la Semana Santa en Tandil. En particular, analizo el lento y sostenido desenvolvimiento de un espectáculo artístico religioso dentro de las festividades, tal como es el ‘drama de la Pasión’ que se ofrece durante cuatro noches en la ladera del Parque Independencia desde la década de los sesenta. La idea de tomar esta ‘tradición’ sacra como un proceso histórico social ‘inventado’, que se acumula, se renueva, produce rendimientos y es apropiado de forma desigual por diversos sectores de la ciudad serrana me remitió a observar contextos más amplios y a considerar las acciones de agentes fundamentales –como el estado y la iglesia católica- sobre este espacio de disputa simbólica, aunque también de tensión política y económica.

El ritual religioso de la Semana Santa en Tandil comprende una serie de actos litúrgicos que rememoran el “misterio pascual” sucedidos entre el Domingo de Ramos y el Domingo de Pascua de Resurrección. Un momento de la festividad, público y masivo, se desarrolla en ocasión del Vía Crucis en el monumento litúrgico del Calvario seguido por la procesión del “Santo Sepulcro” por las calles de la ciudad hasta el templo matriz. En la actualidad la festividad religiosa es acompañada por un conjunto de actos culturales que moviliza a la comunidad serrana y promueve un importante movimiento turístico. Entre los actos fuera del templo se ofrece las Estampas o Escenas de la Redención, una puesta en escena con fuerte impronta audiovisual que rememora los tramos finales de la historia de Jesús, dirigida, interpretada y asistida por artistas y técnicos locales.

El espectáculo se presentó por primera vez en las escalinatas del Calvario, en 1948, promovido por el primer peronismo en el marco de políticas de cultura y turismo popular. Con un despliegue escenotécnico inusitado y artistas provenientes de la capital y la provincia, el drama se reiteró en las escalinatas del palacio municipal en 1950. Por entonces, las políticas del Vaticano se orientaban hacia la necesaria catolización de la sociedad ante el avance de la secularización de la vida pública, por tanto, no confrontaban con el estado. A partir de la ruptura de la Iglesia con Perón, el párroco de la iglesia matriz de Tandil –integrista a ultranza- elaboraba una serie de estrategias en defensa de Roma en una doble dirección, por una parte, asumía una severa posición crítica ante el gobierno en escritos y homilías, por otra, acrecentaba la presencia católica en el espacio público fundando -a instancias de la Acción Católica- el Salón Parroquial, un espacio de sociabilidad en el que se ofrecía cine y espectáculos para la familia cristiana. Allí se va a representar El misterio de la Redención de su autoría y bajo su estricta supervisión (1952-1954), hasta el derrocamiento del peronismo. En rigor, en esta primera etapa las tensiones entre el estado peronista y la iglesia católica por la ocupación del espacio urbano en Semana Santa se vuelven ‘evidencias’ que se manifiestan en las sucesivas y diferentes organizaciones del espectáculo, tanto al aire libre como en espacio cerrado. Interesa destacar que en esta multiplicidad de contextos la memoria comunitaria elige las ‘seis estampitas del padre Actis’ ‘hechas por locales’ para la Semana Santa y las inscribe como signos de ‘orgullo personal’, a tal punto que en la actualidad se enarbola el drama sacro como ‘puro insumo tandilense’.

Durante los primeros tramos del desarrollismo frondicista vuelven a escena las Estampas en las escalinatas del municipio con la misma dirección y asistencia foránea que se antecesora peronista (1959-1960). El párroco defiende la presencia local ofreciendo el rol de Pueblo a miembros de la Acción Católica. El declive de Frondizi permite la organización del espectáculo (1961) por parte de la parroquia y la colaboración económica y técnica del municipio. En la Semana Santa de 1964 las Estampas se presenta en su actual emplazamiento, las laderas del Parque Independencia. El afianzamiento de la parroquia local se traduce en ser portadora del texto dramático, poner el director, elegir los actores, es decir, el mensaje católico próximo a ser revisado por el Concilio Vaticano II. Mientras que el municipio advertido de los beneficios que traería el turismo -religioso y otro no tanto-, ofrece los recursos necesarios para que el espectáculo funcione y se desarrolle.

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Lic. Liliana IRIONDO:
Facultad de Arte, UNICEN.
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