Ecología | Sociedad
25 de junio de 2013

Evolución del concepto de problemática ambiental y su relación con la conciencia ciudadana en el uso del agua

Mag. Rosario Soledad BARRANQUERO

Para la sociedad actual es indiscutible que el agua es un recurso indispensable para el desarrollo de la vida en el planeta; los medios masivos de comunicación, la publicidad empresarial y los discursos políticos nos han impregnado de dicha noción. Sin embargo, esto no significa que seamos realmente conscientes de las consecuencias que ello tiene en el desarrollo de nuestra vida cotidiana.

Como humanidad aún apostamos a modelos de desarrollo que conciben el agua como un recurso renovable y abundante. Es necesario tomar conciencia de que esta abundancia no es tal si consideramos que su distribución geográfica, tanto en cantidad como en calidad para determinados usos, es altamente desigual. Su renovabilidad también es relativa, dado que si bien el agua está inmersa en el ciclo hidrológico donde permanece en un volumen constante, la afectación de su calidad puede volver inaprovechables grandes volúmenes.

La palabra conciencia tiene  origen en el vocablo latino conscientea (“con conocimiento”), se refiere al acto psíquico mediante el cual el sujeto conoce, es decir se percibe a sí mismo en el mundo. [1] La conciencia ciudadana es el pensamiento que nos debe llevar a la reflexión acerca de qué somos, qué queremos y qué necesitamos como sociedad, en virtud de ser mejores individuos para el bien del colectivo y para el nuestro.

La conciencia ciudadana en el uso del agua ha tenido una evolución histórica estrechamente vinculada a los procesos de reflexión acerca de los modelos de crecimiento del hombre en el planeta y la degradación ambiental como consecuencia, “aparentemente” inevitable, en los primeros razonamientos. Esta evolución puede analizarse viendo las características sobresalientes de cada una de las cumbres ambientales internacionales.

La Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano (Estocolmo, 1972) fue la primera manifestación de una preocupación común a escala mundial por las consecuencias del modelo de producción y crecimiento de la sociedad; las reflexiones se centraron en las posibles mitigaciones a los daños ambientales producidos por el hombre sin ofrecer cuestionamientos a las actividades antrópicas en sí mismas.

Pasados 10 años de la conferencia en Estocolmo la Organización de las Naciones Unidas (ONU) produjo un documento denominado “Declaración de Nairobi”, que representa una evolución muy importante en la comprensión de las problemáticas ambientales. Se comienza a tomar conciencia respecto al carácter global de los problemas ambientales y se valora la afectación al medio no sólo en cuanto a su capacidad como fuente de recursos y sumidero de residuos, sino también por sus funciones vitales para los ecosistemas. Comienza a pensarse además en la posibilidad de evitar algunos impactos ambientales cambiando los modos de producción y apropiación de los recursos por parte del ser humano.

La “Cumbre de la Tierra”, también conocida como Río 92’, tuvo una gran convocatoria y fue calificado como el evento político internacional más significativo de la historia porque en ese ámbito habría de discutirse el modelo de desarrollo mundial a ser impulsado. [2] Como producto de la cumbre se genera la “Carta de la Tierra” constituida por 27 principios que tienen por objetivo tender al “Desarrollo Sustentable”, es decir al desarrollo económicamente eficiente, socialmente equitativo y equilibrado desde el punto de vista ecológico, pero se continúa teniendo una visión centrada en el hombre  como usuario de la naturaleza. Un cambio importante en este encuentro es que comienza a reconocerse la necesidad de tomar decisiones consensuadas, en las cuales todos los actores inmersos en la problemática ambiental intervengan en la búsqueda de soluciones.

En el año 2002 se realizó la Cumbre de Johannesburgo, también conocida como “Río+10”, que tuvo como objetivo evaluar los avances logrados en la pasada década, y realizar un balance de los compromisos que fueron cumplidos y los que aún habían quedado pendientes. En esta cumbre el tema del agua fue particularmente importante, no sólo por ser uno de los cinco ejes principales (agua, salud, energía, biodiversidad y agricultura), sino también porque los cuatro temas restantes estaban estrechamente vinculados a la disponibilidad de agua en cantidad y calidad adecuada. [3] Se destaca además de este encuentro la realización de un foro paralelo, integrado por más de 15.000 representantes y militantes de ONG’s ambientalistas y antiglobalización de todo el mundo, que puso de manifiesto el compromiso de la sociedad civil con la problemática ambiental y su necesidad de participación activa.

En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, Río + 20, realizada en Río de Janeiro en 2012, la participación ciudadana se hizo especialmente notable a través de la “Cumbre de los Pueblos” que reunió representantes de organizaciones y movimientos sociales. Ésta no sólo tuvo su propia organización de encuentros y eventos sino que generó propuestas alternativas a las brindadas por la cumbre principal, bajo la convicción de que una vez más se estaba posponiendo la toma de decisiones sobre problemas globales y urgentes, sin tomar medidas ni compromisos concretos.

De este desarrollo histórico se destacan dos cuestiones fundamentales: la evolución en la comprensión de las problemáticas ambientales como interacción sociedad-naturaleza con la consecuente responsabilidad del hombre centrada en su prevención más que en su mitigación; y la creciente conciencia ciudadana respecto a su necesidad de intervención en las decisiones políticas y a la importancia de su aporte como usuarios de los recursos naturales.

En el uso del agua estas dos cuestiones también se han comenzado a visualizar en los últimos años. La formación de ONG’s por el cuidado del agua, las iniciativas en barrios de ahorro del recurso, la incorporación de proyectos vinculados a la temática en escuelas y jardines, las campañas de educación impulsadas por municipios y organismos públicos, dan cuenta de un compromiso de aporte desde los distintos actores de la sociedad. Sin embargo recién comenzamos a caminar teniendo en cuenta que incluso nos resulta difícil pensar en medidas básicas para la protección del recurso. Decisiones como utilizar técnicas de riego más eficientes, aplicar fertilizantes y agroquímicos de forma moderada y racional, implementar tratamientos de los efluentes de tambos, industriales y domiciliarios que aseguren un vuelco dentro de los parámetros establecidos en las normas vigentes, reducir el gasto doméstico de agua recolectando por ejemplo agua de lluvia para el riego de jardines, no quedaran más que en el ámbito de las ideas si no asumimos un compromiso ciudadano real con el cuidado de este recurso vital para nuestro planeta.

 

Referencias:

[1] http://definicion.de/conciencia/#ixzz2W0ATsQ00

[2] Jankilevich, S. 2003. Las cumbres mundiales sobre el ambiente Estocolmo, Río y Johannesburgo 30 años de Historia Ambiental. Documentos de trabajo Nº106. Departamento de Investigaciones. Universidad de Belgrano. 32 pp.

[3] Cosgrove, W. J. y Connor, R. 2003. Agua-Tema Central en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible. Agua Latinoamérica. 16-17.

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Mag. Rosario Soledad BARRANQUERO:
Licenciada en Diagnóstico y Gestión Ambiental, Magíster en Ciencias Hídricas. Becaria Tipo II CONICET. Integrante del Centro de Investigaciones y Estudios Ambientales (CINEA), Facultad de Ciencias Humanas, UNICEN. 
Contacto: rosariobarranquero [at] yahoo [dot] com [dot] ar