Educación | Historia
9 de octubre de 2014

40 años no es nada

Leandro LORA y Mariano DEL PÓPOLO

El movimiento estudiantil argentino tiene en su historia un sinfín de acontecimientos que demuestran su compromiso y lucha con las causas más justas y valientes.

A principios del siglo pasado, la Córdoba de la Reforma Universitaria fue testigo de la naciente lucha estudiantil por una universidad más abierta, comprometida y sobre todo democrática. Es en este pasaje de la historia donde los y las estudiantes cobran un rol protagónico en el funcionamiento general de las instituciones de educación superior. El co- gobierno habilita al movimiento estudiantil a ser artífices, impulsores y creadores de infinidad de transformaciones que le dan a la universidad la posibilidad de ser construida entre todos y todas. Asimismo, en este hito el movimiento estudiantil puso fin a la injerencia de la iglesia católica en la Universidad pública, se exigieron los concursos para acceder a los cargos y se conquistó la autonomía universitaria.

En este escenario de abierta participación, se hace evidente la inmensa responsabilidad que el quehacer político deposita en el ámbito estudiantil. La participación política no es juego de ganadores y perdedores, ni de especulaciones, ni tampoco de eternos cargos representativos que se lavan con el tiempo y se corre el riesgo de no ser más que representante de uno mismo.

La responsabilidad, no pasa sólo por representar y defender a los y las estudiantes, sino también, y sobre todo, por pensar qué universidad queremos, cómo la queremos, con quienes la queremos y para qué la queremos.

Un hecho de la historia argentina – ocultado por el más oscuro rencor de la historia argentina - fue el decreto de la Gratuidad Universitaria. Ese 22 de noviembre de 1949, el General Perón marcó con fuerza el camino al que debemos aspirar los y las estudiantes: una universidad para todos y todas. Esa es nuestra mayor responsabilidad.

La juventud, expresión mayoritaria del movimiento estudiantil, le ha puesto el cuerpo y la vida, a la búsqueda de conquistas y reconquistas, sociales y políticas. Reflejo de ello son quienes resistieron la trágica noche de los bastones largos, punto de inflexión a partir del cual, comienza el mayor período de intento de destrucción de la universidad pública, fuertemente resistido por el movimiento estudiantil argentino. Más adelante, vendrá la nunca olvidada noche de los lápices y la nefasta noche cívica- militar que aún hoy, expresa sus más horribles consecuencias. La juventud expresa rebeldía y alegría, pasión y entrega, orgullo y futuro, y tiene en sus manos la posibilidad de codirigir el barco de nuestra universidad.

Alentados e inspirados por las más dignas luchas del mundo y de Nuestra América como el Mayo Francés, la Revolución Cubana y los movimientos de liberación nacional, los estudiantes universitarios argentinos forjaron su compromiso con una sociedad más justa y con una universidad comprometida con las causas de los sectores populares de nuestra patria. Este compromiso con los destinos de nuestra patria y sus sectores más postergados desató la furia de los sectores más reaccionarios de nuestro país que durante la última dictadura cívico-militar quisieron callar sus ideas con sangre y muerte. Así lo sufrieron tantos jóvenes de nuestra universidad, como nuestra compañera Diana Schatz, militante de nuestra universidad detenida-desaparecida durante la dictadura.

Aunque lo intentaron, las balas no pueden callar las ideas. Así lo demostró la juventud universitaria en la vuelta de la democracia y durante la resistencia a la larga noche neoliberal, denunciando la Ley de Educación Superior (LES) y evitando tras años de lucha el arancelamiento de la educación superior argentina.

Si veinte años no es nada, cuarenta es apenas un pequeño puñado de tiempo, y aunque nuestra universidad tiene muchos resultados para mostrar, tiene mucho más por ofrecer.

Celebrar los 40 años de la UNICEN es celebrar el triunfo de la educación pública, de la universidad argentina reconocida en el mundo. Son 40 años de historia, de nuestra historia. Representan el paso de estudiantes por diversos pasillos, con sus vocaciones a flor de piel, con el espíritu comprometido, con el aprendizaje incorporado y los desafíos cumplidos.

Por esos años, transitaron militantes varios/as. Jóvenes que además de sus vocaciones profesionales, impulsaron su pasión política comprometida, reconociendo y haciendo honor al cogobierno, y al ineludible compromiso con las causas nobles y justas. Atrás quedaron muchos/as de ellos/as, en un camino sin retorno y de sueños truncos… por ahora.

40 años no es nada. Nuestra generación no inventó nada nuevo, sino que retoma las banderas de aquellos que sintieron antes que nosotros. Por aquellos que entendieron tiempo atrás que la universidad debe ser con todos y para todos, es que tenemos que insistir en la tarea que resta. Avanzar cada vez más en la comprensión de una universidad al servicio del pueblo, capaz de acompañar sus dificultades y potenciar sus capacidades.

40 años no es nada, nuestra UNICEN, está en plena juventud, y como dijimos antes, la juventud expresa rebeldía y alegría, pasión y entrega, orgullo y futuro, y tiene en sus manos entonces, la posibilidad de codirigir el barco de nuestro país.

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Leandro LORA:
Estudiante de Antropología Social, Facultad de Ciencias Sociales, UNICEN. Presidente de la Federación Universitaria del Centro de la Provincia de Buenos Aires (FUCPBA).
Contacto: leo_lora [at] hotmail [dot] com
Mariano DEL PÓPOLO:
Estudiante de Relaciones Internacionales, Facultad de Ciencias Humanas, UNICEN.
Contacto: mariano [dot] delpopolo [at] gmail [dot] com